El domingo 30 de julio se decide el futuro de Venezuela y mucho sobre las perspectivas futuras de las luchas progresistas y revolucionarias de Nuestra América. El imperialismo ha jugado casi todas sus cartas- salvo la de una invasión militar directa- y con especial mala saña; sus Servicios Especiales han desarrollado acciones encubiertas de todas las dimensiones, desde las sicológicas hasta el abastecimiento, entrenamiento y armamento de equipos diversionistas y paramilitares incluyendo francotiradores, realizaron reclutamientos activos entre las filas bolivarianas, sembraron la confusión, el desabastecimiento, el desaire y la decepción, seguidos de un largo etcétera.

La realidad es que la situación en Venezuela se complica, y con dolor debemos objetivamente comprender que los planes imperialistas le van dando ciertos resultados a los tanques pensantes que movilizaron a los medios, no sólo venezolanos, sino latinoamericanos y del mundo contra un proceso eminentemente popular y que ha modificado para siempre la sociedad venezolana, quieran o no los oligarcas y burgueses locales acompañados por sus aliados de la clase media. Fueron estos factores internos y externos quienes desarrollan una feroz guerra económica con el objetivo de doblegar por el hambre y las carencias de todo tipo a un pueblo que ha soñado con construirse un país mejor.

Una parte de la izquierda latinoamericana y de otros lares, considera que algunos errores del gobierno de Maduro han facilitado la actual situación; quizás puedan tener razón sobre todo en el llamado a la importante autocrítica que es imprescindible cuando se ostenta el poder –no puedo dejar de pensar en las palabras pronunciadas por el presidente cubano Raúl Castro en su reciente discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular Cubano cuando se autocriticó en  primer lugar por algunos errores cometidos en la aplicación de las políticas económicas aprobadas, y criticó justamente a los dirigentes responsabilizados con la ejecución de las decisiones. Esa es una actitud revolucionaria, honesta y de una modestia y valentía singular, sobre todo porque ayuda a encontrar el justo camino en el futuro.

Pero no es el momento de debatir si son galgos o podencos, si las cosas pudieron ser de una u otra forma, es la hora de la Unidad en torno al único proyecto político que no solo cambió la vida de millones de venezolanos para mejor, que llevó al poder a los olvidados, a los que ni siquiera tenían una cedula de identidad, a los que, para los gobiernos de la burguesía, simplemente “no existían”. La Revolución Bolivariana dirigida por Nicolás Maduro tiene un Proyecto de país bien definido y dejado como legado por ese inmenso que fue Hugo Chávez, y un plan para el futuro: el Plan de la Patria. Seguir el Plan de la Patria, utilizarlo como segura brújula que marque el derrotero, es garantía para la victoria. La revolución bolivariana cuenta con el apoyo de millones de solidarios de todas partes del mundo, con los gobiernos populares, revolucionarios y progresistas.

Es real que en Venezuela se han polarizado las fuerzas políticas y sus seguidores, lo mismo ha ocurrido a nivel mundial. Hoy defender a la Venezuela bolivariana es defender el futuro, el camino hacia la Paz en ese país, es defender las ideas por las que han dado su vida tantas mujeres y hombres valiosos en este hemisferio, es una muestra de sentido internacionalista y solidario. El primer ejemplo de unidad y coraje lo dará el pueblo chavista acudiendo masivamente el domingo 30 de julio a las urnas, todos quisiéramos ser venezolanos para acompañarles, pero desde nuestro corazón estaremos junto a ellos y alzando nuestras voces lucharemos al lado del Bravo Pueblo, por Chávez, por la Paz y por el futuro de Nuestra América.

Es el momento que el pueblo revolucionario y chavista haga suya las calles de toda Venezuela, unidos, amorosamente armados de sus ideas y expulse a los invasores fascistas que tratan de imponer el terror.

¡La constituyente Va!

Por REDH-Cuba

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