Fuente: Red58

La patria de Bolívar y Chávez está enfrentando un nuevo y, a la vez, muy viejo desafío. Nuevo, porque se plantea en nuevas circunstancias. Viejo porque representa el conflicto que viene desde los tiempos de Bolívar entre oligarquías políticas frente a las necesidades insatisfechas de los pueblos.

En Venezuela, durante décadas gobernó y disfrutó a sus anchas, una oligarquía alimentada por la renta petrolera. En fin de cuentas, los conflictos políticos giraban en torno a cuál de las fracciones políticas podría representar mejor los intereses de una burguesía amamantada con los recursos rentísticos de un Estado petrolero, en estrecha y sumisa alianza con los grandes consorcios petroleros estadounidenses e ingleses.

Chávez materializó lo que hasta entonces, era simple letra en nuestra Constitución y leyes correspondientes sobre el manejo de los enormes recursos de hidrocarburos que aloja Venezuela y la distribución de los proventos generados por su explotación. En general, los distintos sectores, como parte de los propietarios de un recurso natural, coincidían en obtener una justa participación. La cuestión radicaba en quién saldría más favorecido en la distribución del ingreso.

Hugo Chávez estableció un sistema nacionalista en cuanto al control de la industria. Pero, al mismo tiempo, un esquema de distribución que favorecía –y sigue favoreciendo con Maduro- a los amplios sectores populares que han visto mejorar su acceso a la alimentación, salud, educación y vivienda, amén de muchos otros beneficios. Pero además, se ha abierto un proceso creciente en las decisiones políticas, acompañado con el desarrollo progresivo de nuevas instituciones estatales como los Consejos Comunales y las Comunas, donde los ciudadanos de todos los sectores sociales tienen amplia participación.

La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente busca acordar las estructuras estatales que expresen las nuevas realidades económicas, políticas, sociales y culturales de un país que mira hacia adelante.

Todo eso ha molestado mucho al Sr. Trump quien, completamente desfasado de tiempo histórico, piensa, habla y actúa, como si viviese en los días cuando imperaba a sus anchas la política del gran garrote.

Mientras tanto, el pueblo venezolano, acompañado con la solidaridad de nuestros pueblos hermanos, marcha inexorable hacia las elecciones de su Constituyente el próximo domingo treinta de los corrientes. Los intentos de impedir estas elecciones por parte de fracciones de una oposición enceguecida y feroz, que no se detiene ante el crimen aborrecible de quemar seres humanos, no expresan más que su desquiciada impotencia manifestada en unos llamados a la abstención electoral, que muchos de sus propios partidarios no acatan.

Las elecciones de este próximo domingo van a ser una viva expresión del conflicto entre violencia criminal o paz para trabajar, educar, construir y fortalecer las formas de democracia que quiere y desarrolla nuestro pueblo. La paz triunfará, pese a la violencia contrarrevolucionaria.

*Ex Canciller de Venezuela. Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en la República de Cuba.

Por REDH-Cuba

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