Por estos días cercanos a su cumpleaños se inauguró en La Habana una muestra gráfica sobre Fidel Castro, titulada “Retrato Íntimo”, que incluye impresionantes instantáneas de numerosos encuentros sostenidos por el líder histórico de la Revolución cubana en sus últimos años de vida con dignatarios y personalidades internacionales, fundamentalmente de la Patria Grande.
La exposición, de su hijo y fotógrafo personal Alex Castro, es un modesto homenaje de recordación de todos los cubanos y de millones de personas en el mundo a Fidel, quien el próximo 13 de agosto cumpliría 91 años de vida.
Por primera vez, varias generaciones de sus compatriotas y de sus admiradores en todos los rincones del planeta tierra celebrarán su nuevo aniversario sin la presencia física de uno de los hombres más excepcionales de la historia contemporánea.
Por doquier, y especialmente entre cubanos, latinoamericanos y caribeños, se escucha reiteradamente decir que la presencia de Fidel se extraña, aunque su legado y ejemplo prevalezcan por siempre.
Y tienen razón los que repiten que al más grande arquitecto de la Unidad entre los pueblos se le eche mucho de menos, más en momentos en que la humanidad, y particularmente América Latina y el Caribe, enfrenta un complejo panorama, incitado por el permanente injerencista imperio del Norte, en contubernio con las oligarquías anexionistas de la región.
La muestra sobre Fidel “Retrato Íntimo” recoge fotos de sus citas privadas, tras su retiro de sus funciones oficiales, con la mayoría de los presidentes y personalidades de la Patria Grande, con quienes dialogaba horas sobre la situación internacional y en especial sobre la de nuestro hemisferio.
No me cabe la menor duda de que el Comandante en Jefe, como le siguen llamando sus conciudadanos, tejía esmeradamente en esos encuentros la tan necesaria Unidad que debe erigirse como bandera en Nuestra América para el logro de su definitiva soberanía e integración, y no volver a caer en las garras de Estados Unidos.
Fidel, desde que inició sus luchas por la independencia de la mayor de las Antillas, fue un constructor de la Unidad de los cubanos, lo que consiguió con su ejemplo cotidiano, su perseverancia e inteligencia, además de sus sus dotes especiales de pedagogo, estratega y táctico.
Sabía muy bien, inspirado en las ideas del Héroe Nacional de Cuba, José Martí y otros próceres de Latinoamérica, que la única manera de enfrentar y resistir los embates del cercano imperio de Washington era uniendo a los habitantes de la nación caribeña, y a los innumerables amigos de las causas justas en el mundo.
Por esa razón indispensable para edificar una revolución, la cubana vive y continúa siendo faro de Nuestra América, pese a que desde su triunfo, el 1 de enero de 1959, ha sido blanco de constantes agresiones de Estados Unidos, desde una guerra económica, comercial y financiera, que aún se mantiene ilegalmente, hasta invasiones y feroces campañas mediáticas.
De seguro muchos estamos convencidos que en su cumpleaños 91, el venidero 13 de agosto, Fidel sería inmensamente feliz si conociera la noticia del triunfo irreversible de la Unidad en la Patria Grande.
Claro que no se equivocan quienes expresan que te extrañamos imprescindible arquitecto de la unión de los pueblos. Por estos días difíciles de Nuestra América la estarías retejiendo con entereza en tus encuentros íntimos.