En el tributo que en estos días se hace al combatiente Armando Hart, quedan las improntas de todos aquellos que hoy, muertos o vivos, participaron como alfabetizadores, alfabetizados, maestros, profesores y trabajadores, en fin el pueblo de entonces y de después, para transformar a los hombres y a las instituciones de la patria.
Fuente: Rebelión
La noticia luctuosa del 26 de noviembre, un día después de conmemorarse el primer aniversario de la partida de Fidel, su jefe de avatares revolucionarios, nos sorprendió con la muerte de Armando Hart Dávalos, actual presidente de la Sociedad Cultural José Martí y de la Oficina del Programa Martiano, que han sido sus trincheras a lo largo de estos últimos años. Se despide de la vida, tal vez pleno de regocijo legítimo, en un año en que se ha enaltecido su obra creadora y se le han rendido homenajes merecidos a todo lo largo de Cuba, como si los agradecidos en todos los niveles de la sociedad se hubieran concertado para alegrar la vida a un combatiente de todos los momentos, algo que muchas veces no se puede lograr o hacer, por diversas razones, a quienes merecen un elogio que jamás han aspirado o reclamado en la intimidad, por sus ínsitas naturalezas humanas desinteresadas. En verdad, este ha sido un año solar para Hart.
A la hora de compartir la noticia ante la nación y el mundo, siempre se impone la síntesis o los saltos de la trayectoria, máxime cuando se trata de una larga existencia. Sólo los análisis específicos de las etapas de la vida, o de los acontecimientos principales, podrán abrir las puertas que permitan comprender la significación que ha tenido un personaje por su participación o papel en la historia de su país.
Por eso hoy apenas me referiré a uno de esos pasajes de su ejecutoria, por la importancia que tiene la educación superior para la ciencia, la conciencia, la cultura y la formación de los recursos humanos, que constituía un factor decisivo para el desarrollo de la Revolución Cubana triunfante y del país. Aunque siempre es necesario señalar algunos hitos precedentes.
Las transformaciones de las estructuras y misiones de las universidades en la época inicial de la era revolucionaria debían crear y establecer los nuevos paradigmas para los profesores y estudiantes, de tal manera que existiera una verdadera coherencia entre la vida universitaria y la del país que se abocaba a cambios fundacionales en todos los campos de la sociedad. Y en esta coyuntura le correspondió a Hart, joven Ministro de Educación desde el 3 de enero de 1959, poner en marcha las ideas que Fidel y la dirección de la Revolución tenían esbozadas y soñadas desde los mismos instantes que se iniciara la lucha revolucionaria contra el régimen neocolonial y la dictadura imperantes. Y con la fuerza arrolladora de todas las fuerzas transformadoras de la Revolución se desarrollaron todos los planes y medidas que rápidamente asombraron al mundo.
Al triunfo de la Revolución, Cuba, con una población de 6,5 millones de habitantes, heredó del sistema capitalista una situación educacional caracterizada por:
‑Más de medio millón de niños sin escuelas.
‑Más de un millón de analfabetos.
-Una enseñanza primaria que llegaba sólo a la mitad de la población.
-Una enseñanza media y superior que era fundamentalmente para las minorías, y que se ofrecía solamente en los grandes núcleos de población.
-La existencia de 10 mil maestros sin trabajo.
Ante esta realidad dantesca, ¿qué debía y podía hacer la revolución con los limitados recursos económicos, pero a la vez guiada por esa luminaria de ideas y proyecciones dirigidas hacia el porvenir?
He aquí los hitos fundamentales y los resultados de una batalla y una obra colosal en el campo educativo, que tuvo como protagonista principal al pueblo en su doble condición de hacedor y beneficiario de la nueva realidad.
‑En un solo día, en diciembre de 1959, se abrieron más de 10 000 aulas, con lo cual se dio trabajo a un número similar de maestros sin empleo, y la escolarización se elevó ese año a casi al 90 por ciento en las edades de 6 a 12 años.
‑Se realizó la conversión de 69 cuarteles ‑incluyendo grandes fortalezas‑ de la tiranía en escuelas, con una capacidad total de 40 000 alumnos.
-La ley de la Reforma Integral de la Enseñanza promulgada en diciembre de 1959, significó el primer instrumento jurídico para la educación por nuevos caminos para el pleno desarrollo del ser humano.
-En 1960 se constituyó el Contingente de Maestros Voluntarios, con lo cual 3 000 jóvenes marcharon a los puntos más intrincados del país a llevar el pan de la enseñanza. Con posterioridad se constituyó la Brigada de Maestros de Vanguardia «Frank País», para desarrollar su labor en las montañas de algunas provincias del país.
-En lo referente a la enseñanza universitaria, el 31 de diciembre de 1960 se dictó la ley No. 916, por la cual se instituyó el Consejo Superior de Universidades, el cual, a tenor de los deberes y atribuciones conferidos, laboró intensamente en la formulación de los cánones básicos para la estructura organizativa, el funcionamiento, los métodos, las relaciones externas, el espíritu y los fines de las Universidades nacionales, que quedaron plasmadas en la ley de Reforma Universitaria.
‑A principios de 1961, 150 mil muchachas campesinas iniciaron en la ciudad de la Habana el gigantesco Plan de Educación para Campesinas «Ana Betancourt», destinado a prepararlas culturalmente y en corte y costura, así como capacitarlas para actuar como agentes impulsores de los cambios sociales en sus comunidades. Regresaban a sus lugares de origen capacitadas y con una máquina de coser para enseñar a más mujeres campesinas.
‑En 1961, «Año de la Educación», se desarrolló la Campaña Nacional de Alfabetización, proeza del pueblo cubano por la brillantez de su estrategia, la corta duración de su ejecución (un año) y las condiciones internas y externas (invasión mercenaria por Girón) presentes durante su realización, el gigantesco movimiento de participantes de la población, voluntarios de todas las edades y sectores, los extraordinarios resultados alcanzados en la alfabetización y en la integración política y social, tanto urbana como rural.
Fue una condición propicia para la campaña, el hecho de que el 6 de Junio de 1961 de dictara la Ley de Nacionalización de la Enseñanza, por la cual la enseñanza se declaró pública y gratuita, como función y deber del Estado y como derecho de todos los cubanos sin privilegios. Contó también con una fuerte motivación de todo el pueblo por erradicar uno de los problemas más grandes y sensibles que arrastraba desde la colonia.
Fuerzas participantes: se movilizaron con carácter voluntario, bajo el lema «El que sabe enseña al que no sabe», una fuerza integrada por 20,000 alfabetizadores populares, 100,000 brigadistas estudiantes, 13,000 brigadistas obreros y 34,000 maestros y profesores. En fin, una fuerza de 167 mil voluntarios provenientes de todos los sectores de la sociedad.
Resultados de la Campaña: De 979,207 analfabetos censados, se logró la alfabetización de 707 202, quedando un saldo de 3,9 por ciento de analfabetismo residual sobre la población total estimada en Cuba en aquella época.
Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetismo el 22 de Diciembre de 1961.
Desde el 28 de diciembre de 1959, en la Universidad de las Villas, el Comandante Ernesto Guevara había definido magistralmente el pedido que el Gobierno Revolucionario hacía a las Universidades cubanas y que debía concretarse con urgencia y como un mandato irrenunciable para el futuro, porque el pueblo “está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca.”
La ley de la Reforma de la Educación Superior de 1962 contribuyó a esclarecer la organización, funciones y perspectivas de las Universidades para satisfacer las necesidades del país, y señalaba: “El conjunto de los principios acordados debe conferir a la institución universitaria, una vez provista de idóneo elemento humano, una base funcional eficiente y un “espíritu”, es decir, una actitud, una conciencia colectiva, una sensibilidad y una voluntad de servir a la cultura, a la Patria y al mundo”.
“La Universidad espera, en la nueva etapa que ahora se inicia, una actitud altamente cooperadora por parte del estudiantado… “En cuanto a los profesores, (…). El didacta ha de ser un guía y un ejemplo para el alumno, en lo técnico y en lo humano. Además, precisa que, efectivamente, se convierta en amigo y compañero de sus discípulos (…)”
La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba entró en vigor el día 10 de enero de 1962, y sus bases fundamentales han constituido la guía que ha presidido la enseñanza universitaria desde entonces, aunque renovada y enriquecida en este periodo de más de 50 años.
Vale la pena apuntar que el Consejo de Universidades, según señala la ley, evaluó también la situación de salud en el país y la formación de médicos y estomatólogos, y consideró conveniente recomendar que se crearan Escuelas de Medicina y de Estomatología en las Universidades de Oriente y Las Villas. “De este modo tendremos (…) tres Facultades de Ciencias Médicas, convenientemente situadas en los extremos y centro de la Isla, con los consiguientes beneficios para la enseñanza y la cultura.”
Por todo esto y mucho más, en el tributo que en estos días se hace y hará al combatiente Armando Hart, quedan las improntas de todos aquellos que muertos o vivos participaron como alfabetizadores, alfabetizados, maestros, profesores y trabajadores, en fin el pueblo de entonces y de después, en la construcción de ese enorme monumento de la educación y la cultura, que tuvo como mente, ideas, espíritu, sueños, voz y manos al compañero entrañable de Fidel, hermanado en esa forma de vivir en revolución y hasta de morir, como si le siguiera sus pasos, al exhalar su último aliento un año y un día después de la partida hacia la siemprevida de su jefe y guía Fidel Castro.