Fidel Castro – El Comandante de la esperanza de América Latina -, transcendió  las fronteras virtuales, los horizontes,  irradió  sus ideas  por todos los continentes.


La noche se acercaba  angustiante, tibia, nostálgica.

Sentía una necesidad inmensa de llamar a Cuba. Algo no andaba bien en mi corazón. Tenía un angustia inexplicable. Me urgía escuchar una voz cubana. Eso me pasa cuando la tristeza insiste en pasear por mis arterias.

–      El comandante Ramiro Valdez  salió para una reunión me contestó la  compañera. Hoy no vuelve más por aquí.

–      Tengo  nostalgia, le dije.

–      Todo está bien por acá.Todo bien con ustedes? Preguntó.

–       Si, tan solo sentí la necesidad de oírles.

Hablamos  un rato. Colgué el teléfono sin lograr sosegar esta sensación de vacío. Ni poder escuchar la voz segura, tranquila, de una ternura inmensa, del Comandante Ramiro. Muchos años nos une desde aquel  enero de 1970.

Esperaba por la Cónsul de São Paulo para una visita rápida. Llegaron exhaustos después de un día intenso de trabajo en Rio.

Empezamos hablando del Comandante en Jefe – Nuestro Comandante en Jefe  – Fidel.

Reíamos de su fantástica cubanía, de sus sueños que  vamos transformando en realidad. Del Año de la Alfabetización, del terremoto en Perú, él como siempre, el primero en dar el ejemplo, donando sangre para las víctimas del gran terremoto que destruyó  el país. Del secuestro de los pescadores en 1970 por los mercenarios del imperio. De su presencia,  muchas mañanas, manejando un Jeep por la 5a. Avenida, orgullo de cuantos podían acercársele como la Tia – la brasilera – fascinada por su bravura.

Recordamos su interés por el medio ambiente, el cual fue la inspiración para la creación del excelente sitio web temático Una especie en peligro. Su trabajo incansable por ocuparse de las inversiones en la biotecnología. No olvidamos su encuentro con los muchachos en el acampamento José Martí, cuando juntos escogieron el día de los niños.

Así íbamos recreando, repasando todos sus sueños de transformar su patria en una sociedad diferenciada de todas, a pesar del bloqueo, y las vicisitudes que imponen la fuerza de la naturaleza.

De Girón, primera derrota del imperialismo en América Latina. De Elián, de la batalla de ideas, del gusto por la Nova Trova, de sus fantásticas pastas hechas en casa de Sara González, y su disfrute de la voz divina  de una revolucionaria  sin par.Hablamos del gran estadista, al hombre simple, juguetón y hasta majadero. De todas sus virtudes y sus pocos defectos.

Y descubrimos así, en aquella noche, cuanto era de importante para nosotros.

Los queridos cubanos se fueron a dormir, yo a la cama también.

Suena el teléfono, y medio dormida contesto.

  • Paulo Abrão! , Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, nuestro orgullo, a esta hora?

  • Que sucedió? Dónde estás?

  • Estabas acostada? Estas medio dormida?

Su voz se escuchaba abrumada…

-.Pasó algo?

Emocionado dispara la noticia.

-.Estoy en Nueva York. Acabo de ver en la TV de primera  mano; su voz entrestecida anunció: Fidel falleció.

  • Como? Donde usted vio eso, Paulo?
  • Estoy viendo  a Raúl Castro anunciarlo.

  • Disculpa, querida. No quería ser yo quien diera esta noticia. Fallece un gran líder de la humanidad.

Colgué el teléfono y comencé a llorar. Imposible contener la emoción.  Fidel nos parecía inmortal.

Llamé al hotel. Seguramente, estarían durmiendo.

¿Que, como? la querida compañera atendió y rompió a llorar.

Nada que hacer. Nos levantamos y fuimos a buscar pasajes para  La Habana.

Millones de llamadas de periódicos, TV’s  ávidos de noticias. Más, ¿cómo, qué pasó? ¿Que pasará de aquí en adelante con la isla?

Nada. Apenas el dolor de la  perdida.

Pero cómo?…

Al mediodía del 26 de noviembre de 2015, desembarcábamos en La Habana. El silencio humedecido por las lágrimas, bañaba la cuidad. Fuimos directo a la Plaza de la Revolución a encontrarnos con los compañeros del Ministerio de Cultura.

Hileras de cubanos cabizbajos caminaban en dirección al Monumento a José Martí en la Plaza para homenajear el pasado, el presente y el futuro.

El legado del Comandante, no encuadra en el concepto de que en el futuro se convertirá en una idea vieja. El demostró que en su patria los hombres pueden cambiar la historia en profundidad, transformando lo cotidiano en extraordinario.

Fidel Castro – El Comandante de la esperanza de América Latina -, transcendió  las fronteras virtuales, los horizontes,  irradió  sus ideas  por todos los continentes.

Fidel Castro Ruz – el joven de Birán –  siempre  será el paradigma de nuestras metas de ser  más humanos.

Gracias Comandante!

Por REDH-Cuba

Shares