Para los millones de admiradores en la mayor de las Antillas del Comandante en Jefe, como le seguirán llamando eternamente, Fidel vive en cada uno de sus compatriotas, y está allí, en cualquier punto de la Isla, donde apareció una y otra vez para sembrar ideas y esperanzas, y escuchar a su pueblo.
La mayoría de los cubanos tiene una anécdota que narrar de su máximo dirigente y guía, y por estas jornadas cercanas al primer aniversario de su desaparición física, lo hacen en diferentes actividades con marcado orgullo.
Muchos manifiestan que aún conversan con Fidel, que le piden consejos y ayuda en la toma de sus decisiones personales, y es muy frecuente escucharlos expresar entre lágrimas que le echan mucho de menos, como al familiar más cercano y querido.
Es que el hombre que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) intentó asesinar con más de 600 intentos de atentados y los regímenes de turno de Estados Unidos pretendieron derrocar, sin nunca conseguirlo, está presente en cada alegría y triunfo de los cubanos, y también ante cada adversidad y tristeza.
El invicto líder de la Revolución del 1 de enero de 1959 en la mayor de las Antillas acompaña en cada momento a su pueblo, y para todas las generaciones, incluidas aquellas que menos lo conocieron, los más jóvenes y niños, es un ángel protector, y el ídolo de la bien merecida llamada Isla de la Dignidad.
El pasado viernes tuve la oportunidad de participar en La Habana en un conversatorio ofrecido por la periodista y biógrafa de Fidel, Katiuska Blanco Castiñeira, una entrañable y modesta mujer que le conoció de muy cerca, y se ha dedicado a investigar y escribir sobre la vida y obra del Comandante en Jefe.
La autora de varios libros, entre ellos “Fidel Castro Ruz, Guerrillero del Tiempo”, “Todo el tiempo de los cedros” y “Ángel, la raíz gallega de Fidel”, conmovió con sus palabras a colegas, historiadores, economistas y diversas personalidades que se dieron cita en la sede de Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU).
En su dialogo, Katiuska aseguró que “Fidel es un Océano”, y claro lo dijo en presente, una frase que sinceramente nunca antes había escuchado decir sobre él, pero que lo define muy bien por su inmensa profundidad de pensamiento e ideas, y su incansable batallar frente a fuertes vientos del Norte en su contra.
Luego, en un aparte, su sencilla biógrafa cubana me lo esclareció aún más con un símil cuando expresó: Si miras hacia cualquier Océano, por ejemplo al Pacífico, verás que la mar se te perderá en el horizonte y además no sabrás nunca cuan profundo puede ser. Lo mismo ocurre con Fidel, de quien habrá que estudiar, descubrir, conocer y escribir siempre, afirmó.