En Honduras, donde empezó la contraofensiva imperialista contra los pueblos, se resiste y se lucha.


Por Gabriel Mazzarovich

En Honduras está ocurriendo, a los ojos de todo el mundo, un robo descarado. Una vez más ese pueblo hermano, sufrido y digno, ve como la oligarquía, una de las más reaccionarias y entreguistas del continente, lo que es mucho decir, apela a todas las trampas, maniobras y a la represión para mantener todos los espacios de poder.

¿Por qué hablar de Honduras? Por dos razones básicas. La primera porque es parte de nuestra América Latina y por lo tanto parte de nuestra propia lucha, democrática y emancipatoria. La segunda porque fue precisamente en Honduras, en junio de 2009, donde la contraofensiva restauradora del imperialismo y las oligarquías obtuvo su primer éxito, con el golpe de Estado que derrocó al presidente Mel Zelaya.

Es imprescindible, para quienes tenemos una perspectiva democrática y revolucionaria, mirar con atención todo el continente, para aprender y ser solidarios con las luchas de nuestros pueblos hermanos y, también, para aprender de las operaciones políticas, mediáticas y jurídicas, del enemigo, que no es otro que el imperialismo yanqui.

¿Qué es lo que está pasando en Honduras? Estamos a punto de que se consume un fraude y un robo.

Después del golpe de 2009, que terminó con el presidente Zelaya expulsado desde una base yanqui, se instalaron gobiernos corruptos y una gran represión.

Durante estos años fueron asesinados miles, y no es exageración, de campesinos, líderes sociales y estudiantes.

En medio de esta represión se construyó un amplio frente político, de hecho, se llama Alianza de Oposición contra la Dictadura. La Alianza, que se presentó en enero de este año, es una coalición de partidos que incluye al Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Partido Anticorrupción (PAC) y Partido Innovación y Unidad (PINU).

Esta coalición opositora, que a riesgo de ser esquemáticos podríamos definir de centro izquierda, pero que sin dudas definimos como popular y democrática, decidió llevar como candidato presidencial a Salvador Nasralla, presentador de televisión y militante político.

¿Por qué se conforma esta alianza? Buscando lo que definen como «la unidad imprescindible» para terminar con los gobiernos corruptos, represores y neoliberales (valga la redundancia), del ultraderechista Partido Nacional, principal impulsor, junto a los yanquis y al Ejército, del golpe contra Zelaya.

En las elecciones realizadas el domingo, tres candidatos corrían con chances reales, Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional; Nasralla de la Alianza para la Oposición y Luis Zelaya, del Partido Liberal.

Una digresión necesaria. El golpe contra Zelaya impulsado por la Corte Suprema y el Tribunal Supremo Electoral, si, el mismo que ahora cuenta los votos, tuvo como principal excusa su intento de plebiscitar la posibilidad de una reforma constitucional que incluía la reelección. Ahora, Hernández, el presidente de derecha buscaba directamente la reelección, pero llamativamente ocho años después, eso a la Suprema Corte y el Tribunal Supremo Electoral les pareció bárbaro, y obvio a EEUU también. Incluso la OEA, y especialmente su secretario general, Luis Almagro, que se volvieron en expertos constitucionalistas cuando se trata de Venezuela, esta vez, mutis por el foro, ni un tweeter, a los que es tan adepto, nada. Se hicieron las elecciones en un país militarizado.

La gente salió a pelear igual. Todo estaba organizado para un triunfo cómodo y que se concretara la, violatoria de la constitución que lo prohíbe expresamente, reelección de Hernández.

Encuestas a la carta le aseguraban una ventaja de 25 puntos. El Nuevo Herald de Miami lo exaltaba como un ejemplo de estadista. La CNN hacía lo propio. Hasta se sacaba fotos dándose en estado de éxtasis la mano con el vicepresidente yanqui Mike Pence.

El día de la elección, como ya nos tienen acostumbrados, las encuestas de boca de urna reafirmaban que tenía una ventaja amplísima. Pero, cuando se abrieron las urnas, todo cambió.

Cuando se llevaban contabilizados el 55% de las actas, Nasralla, el candidato opositor, iba primero con 45%; Hernández, el de derecha que buscaba su reelección, 42% y el tercer candidato, el Liberal, quedaba lejos, con menos de 13%.

En la madrugada del lunes, Zelaya el tercero, en base a la información que tenía en las actas partidarias, reconoció el triunfo de Nasralla. Pero entonces ocurrió un apagón y se cayó el sistema de cómputos. El Tribunal Supremo Electoral suspendió la información y mandaron al Ejército, si al golpista, a recoger las urnas que faltaban. Eso ocurrió el lunes, hasta el jueves, no dieron más datos.

Al cierre de nuestra edición las últimas cifras dadas a conocer al medio día de Honduras (3 de la tarde, hora de Uruguay) por el presidente del Tribunal Supremo Electoral, David Matamoros, colocan como virtual ganador de las elecciones hondureñas al derechista y actual presidente hondureño, Juan Orlando Hernández. Nada por aquí, nada por allá, y mágicamente se esfumaron 100 mil votos de ventaja.

Según Matamoros con el 90.24% de las actas escrutadas, Hernández tendría una ventaja de 32 mil 284 votos sobre Salvador Nasralla 42.68% contra 41.6%.

Los resultados finales se anunciarán está noche, cuando esta edición este en imprenta, todo puede pasar, pero nada bueno seguramente.

Para muestra el Ejército, si el que dio el golpe contra Zelaya, sacó un comunicado diciendo que va a defender al presidente y a la democracia de los golpistas subversivos. Insólito. La Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral y el Ejército los tres principales actores del golpe de Estado de hace 8 años, serían hoy los paladines de la democracia.

El anuncio de Ripley del presidente del Tribunal Supremo Electoral, sin ningún respaldo esgrimido, sin resultados finales a cuatro días de los comicios, fue inmediatamente catalogado de fraude por el pueblo hondureño y los principales dirigentes de la oposición. La Alianza contra la Dictadura llamó a un Paro Cívico contra el Fraude Electoral.

Se movilizaron en las calles los campesinos y los estudiantes, las dos fuerzas sociales con mayor peso en Honduras. Esta mañana, fuerzas de choque del gobierno cargaron contra manifestantes – entre quienes había niños, estudiantes y mujeres- y los dispersaron con gases lacrimógenos.

A pesar de la represión, el pueblo sigue en las calles para defender el triunfo y la democracia.

Honduras: la represión y la resistencia, el papel de los yanquis

Para darle más relevancia a lo anterior conviene hacer un poco de historia. Honduras es uno de los países con mayor historia de represión del continente. EEUU no es allí solo una influencia ideológica, financiera, no solo tiene la embajada, que ya es mucho, tiene también la base militar más grande de la región, en Palmarola. Esa base fue usada como plataforma de agresión contra la Nicaragua sandinista, desde allí partieron las bandas criminales de la Contra, y también desde allí se hicieron los negocios con droga para financiarla.

Desde esa misma base fue expulsado el presidente Zelaya tras el golpe de 2009. Desde el golpe, y bajo los gobiernos del Partido Nacional, las tasas de pobreza y de extrema pobreza aumentaron un 13,2 por ciento y 26,3 por ciento, respectivamente.

La represión, aunque acallada internacionalmente, fue bestial. Según las estadísticas del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) alrededor de 21 mil estudiantes han sido asesinados en el país en los últimos siete años. La mayoría de ellos eran de instituciones de grado secundario (colegios). Han sido cientos los líderes y militantes campesinos secuestrados y asesinados. El caso más notorio fue el de la lideresa campesina Berta Cáceres, asesinada el 3 de marzo de 2016.

Este mismo año, la represión contra los estudiantes ha sido terrible, el 17 de junio y el 16 de agosto, la Policía cargo brutalmente contra manifestaciones estudiantiles, provocando decenas de heridos.

El 12 de setiembre volvieron a cargar y a gasear a una manifestación en la Universidad, el ómnibus facilitado por el Comisionado para los Derechos Humanos, donde viajaban defensores de Derechos Humanos que iban a documentar la represión, fue levantado con una grúa y zarandeado, luego encarcelaron a quienes viajaban en él.

Es en esas condiciones que los compañeros y las compañeras hondureñas construyen unidad, levantan perspectiva y apuestan a una salida democrática. La oligarquía una vez más busca burlárselas.

Es un compromiso de honor, con su suerte, que es la nuestra, organizar toda la solidaridad posible. Toda, de todas las maneras.

En Honduras, donde empezó la contraofensiva imperialista contra los pueblos, se resiste y se lucha.

Por REDH-Cuba

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