La desigualdad reina en Estados Unidos y el dinero es rey. Esa es la noticia que quedó media perdida entre abusos sexuales, engaños y políticos pragmáticos que pactan con los diablos. Y, siempre con sus excepciones, a la mayoría de los representantes políticos de este pueblo les dio igual que la gran mayoría sean obligados a ser víctimas de un modelo que abierta y explícitamente está beneficiando a unos cuantos amos de este juego que insisten en llamar democracia.
Ahora con el bufón peligroso en la Casa Blanca, se cumple con el sueño de los ricos, la plutocracia consolida su poder con el bajo arte de la retórica populista, la gran estafa se realiza envuelta de farsa.
La semana pasada, el relator especial para extrema pobreza y derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Philip Alston, emitió un informe preliminar después de una gira de investigación por Estados Unidos, y concluyó que a pesar de ser el país más rico, poderoso y tecnológicamente avanzado, nada de esto se emplea para abordar las condiciones de pobreza en que viven 40 millones de personas: más de uno de cada ocho estadunidenses. La mitad de éstos viven en la pobreza extrema. Los niños son un tercio de la población pobre.
Más aún, indicó que con el giro dramático de política económica en relación con la desigualdad y la pobreza, incluyendo lo propuesto en la reforma fiscal por ser adoptada en estos días, Estados Unidos buscar convertirse en la sociedad más desigual en el mundo.
Alston ofrece una serie de indicadores para ilustrar sus conclusiones: En términos de desigualdad, Estados Unidos ocupa el último lugar de los 10 países más ricos del mundo en torno a sus mercados laborales, pobreza, red de bienestar social, desigualdad de riqueza y movilidad económica, según el Centro Stanford sobre Desigualdad y Pobreza. Dentro de la OCDE, Estados Unidos es el país 35 de 37 en términos de pobreza y desigualdad.
Otros indicadores: el gasto en salud es el doble del promedio de la OCDE, pero hay menos doctores y camas de hospital por persona en el promedio de la OCDE; la tasa de mortalidad infantil en 2013 fue la más alta del mundo desarrollado; se registra la tasa más alta de obesidad en el mundo desarrollado; el acceso a agua potable y condiciones sanitarias ocupa el puesto 36 del mundo; el índice de pobreza juvenil es el más alto de la OCDE con 25 por ciento viviendo en pobreza.
“El sueño americano se está volviendo rápidamente la ilusión americana, ya que Estados Unidos tiene hoy la tasa más baja de movilidad social de todos los países ricos”, afirmó.
Más aún, Alston vinculó en parte la prevalencia de estas condiciones al deterioro del sistema democrático estadunidense, señalando que el principio de una persona-un voto se aplica en teorías, pero está lejos de la realidad. Acusó que en este país hay medidas tanto explícitas como encubiertas para suprimir el derecho al voto. En zonas y en sectores pobres, la participación electoral es reducida. (Ver informe preliminar).
Otro reporte difundido la semana pasada, el Informe Sobre la Desigualdad Global 2018, elaborado por un equipo de investigadores encabezados por el reconocido economista francés Thomas Piketty, reporta el incremento dramático en la concentración de riqueza en Estados Unidos comparado con Europa. En 1980 ambos ofrecían índices parecidos de desigualad con el uno por ciento más rico concentrando 10 por ciento del ingreso nacional; pero desde entonces, Estados Unidos ha sido el campeón. Mientras en Europa el uno por ciento ahora acapara alrededor de 12 por ciento del ingreso nacional, en Estados Unidos el uno por ciento más rico ahora concentra 20 por ciento del ingreso nacional. Más aún, el ingreso anual del uno por ciento estadunidense se ha incrementado 205 por ciento desde 1980; y para el 0.001 por cento más rico, el auge ha sido de 636 por ciento. Mientras tanto, el salario promedio anual de 50 por ciento de la población de abajo en este país se ha estancado desde 1980. (El informe completo en español).
Pero hay más que un rey en este país. Frente a todo esto, se ha lanzado un llamado para retomar la última iniciativa del reverendo Martin Luther King Jr en 1968, interrumpida cuando fue asesinado: la Campaña de los Pobres (Poor People’s Campaign). El reverendo William Barber –líder afroestadunidense con un creciente perfil nacional– y la reverenda Liz Theoharis han llamado a resucitar esa campaña, ya que medio siglo después, las condiciones han empeorado haciendo más urgente que nunca la necesidad de un nuevo movimiento moral. Indican que comparado con 1968, hoy viven oficialmente en la pobreza 60 por ciento más estadundienses; la brecha entre el gasto federal en el presupuesto militar y en programas antipobreza era de 2 por 1 y ahora es de 4 a 1, se requiere regresar a lo de King, quien junto con líderes sindicales, comunitarios, indígenas, jornaleros y más, lanzó una campaña para fomentar una revolución de valores en Estados Unidos.
Barber escribe que por eso líderes religiosos y morales están lanzando la nueva Campaña de los Pobres, para retar los males entrelazados del racismo sistemático, la pobreza, la economía de guerra, la devastación ecológica y nuestra moralidad nacional distorsionada. Subrayó, en un artículo que publicó en The Guardian, que las observaciones del relator de la ONU son una alarma por la emergencia moral que enfrenta el país.
Convocando a un movimiento multirracial y ecuménico, Barber recuerda que los giros más radicales y progresistas en la historia de nuestro país ocurrieron cuando ciudadanos preocupados por las divisiones raciales se unieron. Subrayó que no es suficiente ser testigo. Si vamos a salvar el alma de este país de la pobreza que nos está matando, tenemos que actuar, tenemos que agitar, tenemos que causar líos justificados.