El pasado 22 de marzo, los medios de comunicación nacionales e internacionales difundieron la noticia: la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP), que agrupa a más de 380 mil campesinos cubanos y los Comité de Defensa de la Revolución Cubana (CDR), la mayor organización de masas del país con más de ocho millones de ciudadanos miembros, fueron excluidos del Foro de la Sociedad Civil, convocado en la Cumbre de las Américas, a celebrarse en Perú el próximo mes de abril.

Si la legitimidad le viene dada a las organizaciones que integran la sociedad civil por representar a la mayoría del pueblo cubano, ¿cómo se puede entender esta alevosa medida de los organizadores del mencionado foro?

Al respecto, la activista social María del Carmen Barroso González, funcionaria del departamento de Relaciones Internacionales de la organización dijo ante esta provocadora decisión: “Esta es una exclusión injusta, arbitraria y selectiva de la ANAPP, cuyos asociados tienen la misión de producir alimentos para el pueblo de Cuba”.

Según esta mujer cubana, la exclusión se debe a que la ANAP “tiene la misión de denunciar lo que hoy está pasando en los campos del continente, donde se están apropiando de los recursos naturales que son de los pueblos, de la semilla, de las tierras, que se están asesinando líderes campesinos”.

Por su parte, Alfredo Pérez Alemany, especialista del Departamento de Relaciones Internacionales de los CDR, al denunciar el hecho aseguró que la organización envió las solicitudes con tiempo suficiente, pero no los aprobaron.

“Los CDR y la ANAP no fuimos aceptados por el comité organizador de la Cumbre, que no es más que la propia OEA, pero no nos amilana. Sabemos que no les conviene que los CDR estén allí, porque esa es la voz de más de 8 millones y medio de cubanas y cubanos que vivimos durante años enfrentados al imperialismo, a la OEA que es una organización que no tiene prestigio”, señaló.

Nada de esto debe extrañarnos, pues en 2015 alrededor de la Cumbre de las Américas en Panamá se desató también un intenso debate sobre la llamada “sociedad civil cubana” y la legitimidad de sus representantes. Casualmente sus instigadores eran los mismos: el gobierno norteamericano de turno y sus lacayos de la OEA.

Para profundizar en las motivaciones de lo ocurrido, considero oportuno realizar un breve análisis del alcance y contenido de la sociedad civil.

¿Qué se entiende con el término de Sociedad Civil?

La sociedad civil es un término con historia en el pensamiento político, filosófico y jurídico que se constituye por instituciones cívicas y sociales, así como organizaciones que dan forma a la fundación de una sociedad funcional.  En los círculos académicos se afirma que la presencia de una sociedad civil sólida es esencial para asegurar el desarrollo de un país.

En virtud de lo expuesto, a veces se consideran sinónimos los conceptos de organización no gubernamental y organización civil. En el sistema de Naciones Unidas, el concepto de organización no gubernamental (ONG) se ha definido de forma bastante genérica: toda organización sin ánimo de lucro que no sea gubernamental ni intergubernamental. En cambio, el término de Organización de la Sociedad Civil (OSC) es más amplio y contempla el ámbito en que los ciudadanos y los movimientos sociales se organizan en torno a determinados objetivos, grupos de personas, o temas de interés.

En las organizaciones de la sociedad civil tienen cabida tanto las ONG como las organizaciones populares- formales o informales- y otras categorías, como los medios de comunicación, las autoridades locales, y el mundo del arte, el deporte y las ciencias.

En los últimos tiempos, se aprecia un incremento del debate político filosófico en torno al binomio sociedad civil – Estado. Sin embargo, ocurre que no en todos los casos tiene idéntica significación, pues en dependencia de la corriente política y los puntos de vista que defienda el autor, será la interpretación para este concepto.

Este debate encuentra un espacio cada vez más importante en los medios alternativos de información y avanza en relación directa con la ampliación del acceso a estas tecnologías, las redes sociales e Internet.

Aunque algunos autores han rastreado el origen de esta expresión “sociedad civil” en la teoría política medieval e incluso en la Antigüedad, el término se convirtió en uno de los elementos básicos del pensamiento liberal.

Es necesario destacar que Marx defendió una relación dialéctica con la sociedad civil y la ubicó también en el ámbito de la economía, para resaltar las contradicciones presentes en toda “formación económico social” caracterizada por la lucha de clases, donde el Estado era un “producto” de este balance concebido no solo como el “administrador de los bienes sociales” (el gobierno), sino como el depositario del poder político de la clase dominante.

Las reflexiones de Marx permiten comprender que la categoría sociedad civil no es algo contrapuesto al Estado, sino es resultado de la relación orgánica con él.

Esto permite comprender que a una determinada sociedad civil le corresponde un determinado orden político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil. La asimilación del concepto de sociedad civil define ideologías y objetivos políticos a veces diametralmente opuestos, con un impacto práctico en el quehacer político concreto.

 Las manipulaciones derechistas de la sociedad civil

Aunque el término fue empleado en el discurso político desde el siglo XVII, cayó en desuso en el pensamiento occidental a mediados del siglo XIX.

A pesar de que Antonio Gramsci, en los años 20 del pasado siglo, desarrolló la teoría marxista de la sociedad civil desde un punto de vista metódico, para ubicarlo dentro de lo que llamó el “bloque histórico” y resaltar el papel de la cultura, la ética y la ideología en las luchas hegemónicas y contra-hegemónicas, que han caracterizado la vida política contemporánea, no es hasta finales de la década del 70 del siglo XX, que vuelve a ser utilizado.

A partir de entonces, el término aparece en el debate actual de manera recurrente y semánticamente imprecisa, aplicándose como slogan político por las fuerzas más reaccionarias de la derecha, que manipulan y distorsionan su alcance y contenido bajo la proclama a viva voz de que hay que “salvar a la sociedad civil”, “recuperar la sociedad civil”, “reconstruir la sociedad civil”. Además, se presenta como la consigna de un supuesto movimiento revolucionario como las mal llamadas “primaveras árabes”, que ya sabemos provocaron nefastas consecuencias de destrucción y muerte en esas naciones.

En particular, en el discurso de los más diversos representantes de la ultraderecha norteamericana, el concepto de sociedad civil nada tiene que ver con la concepción de los inicios. De modo tal que resulta, para el lector común, un poco complejo encontrar la verdad cuando se emplea dicho término.

Los ideólogos burgueses manipulan el concepto y lo convierten en objeto de ideologización. Hoy se utiliza con fines ideopolíticos para socavar el socialismo y el orden legalmente constituido en los países con este sistema social.

Fundamentalmente en Cuba se emplea para fomentar la oposición al Estado y proponer el modo de vida capitalista e imperial como la mejor opción de desarrollo para cualquier pueblo. En ese contexto, la sociedad civil es la suma de mercenarios pagados y de todos aquellos que se oponen al socialismo.

Estados Unidos, a tono con el proyecto ideológico neoliberal, ha intentado equiparar, además, el concepto de sociedad civil con el american way of life y otorgarle “valores universales” vinculados a la “democracia” para justificar así su intervención en los asuntos internos de otros países.

Sociedad Civil y Tercer Mundo.

Los movimientos sociales progresistas reivindicaron la existencia de una sociedad civil organizada, frente al desmantelamiento de las instituciones populares tradicionales que trajo consigo la ofensiva neoliberal y encaminaron sus luchas políticas a partir de esta lógica, hasta transformar en varios casos la propia naturaleza de los gobiernos de sus países, especialmente en América Latina.

Así, se aprecia con nitidez en varios países de la región, el protagonismo de actores vinculados a los sectores más pobres, humillados y explotados de la sociedad, como la propone, desde posiciones de la Teología de la Liberación, el teólogo chileno Pablo Richard.

Tal hecho ha provocado la inserción en las sociedades civiles de estos países de un amplio y variado abanico de nuevos actores sociales: movimientos de liberación de la mujer, juveniles, ecológicos, ambientalistas, de solidaridad, de defensa de los derechos humanos, de educación popular, de cultura y arte popular, movimientos de pobladores y barriales, de indígenas, sindicatos y partidos políticos populares y de izquierda, a los que se suman también los movimientos progresistas, movimientos populares de génesis religiosa, las acciones de la prensa que, como parte de una cultura contestataria han participado en la lucha de clases contra regímenes dictatoriales y militares fascistas, encaminan sus esfuerzos a la creación y el fortalecimiento de poderes alternativos, revolucionarios y democrático-populares, a la educación política e ideológica de las masas, la formación de nuevos valores éticos y humanistas, y su movilización para transformar la realidad ideológica cotidiana en esos países.

Existen diversas razones por las cuales las OSC juegan un rol importante en las sociedades de los países del Tercer Mundo explotados por el capitalismo.

Entre estas razones se pueden identificar tres principales:

  1. Porque muchas veces el mercado no ofrece soluciones para atender todas las necesidades sociales, ni a todos los sectores de la población.
  2. Porque el estado, especialmente en países en vías de desarrollo (conocidos a veces como del Tercer Mundo) tiene limitaciones para garantizar el bienestar social.
  3. La sociedad civil debe ser partícipe de las estrategias para su propio desarrollo social.

Así las OSC dan voz a la sociedad y se convierten en medios para la defensa de derechos que de otra forma serían ignorados.

De este modo, en estos países las Organizaciones de la Sociedad Civil se convierten en un medio de integración social y un potenciador de las capacidades individuales y colectivas.

Por REDH-Cuba

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