El reciente anuncio de las cancillerias de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de suspender temporalmente su participación en la Unasur es un paso más de estos gobiernos neoliberales al servicio del imperio norteamericano.
Se trata, en la superficie, de una extorsión para imponer como secretario general de la Unión de Naciones a un delegado del presidente argentino, el otrora progresista José Octavio Bordón, de quien se intenta que haga un »aporte» a la causa imperialista continental similar al que viene realizando desde la OEA otro ex progresista, Luis Almagro. En lo profundo, sin embargo, apunta a acelerar el objetivo central, mucho más ambicioso: la desactivación total de la UNASUR, uno de los nuevos organismos de integración surgidos en el siglo XXI. En el horizonte, además, apuntan a liquidar también la CELAC, único organismo en la historia que reúne a todos los países de América Latina y el Caribe y excluye a USA y a Canadá.
No casualmente, este nuevo avance imperial sucede apenas el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia asume la presidencia Protempore de la Unasur, con una agenda soberana para Nuestra América, que -como ya adelantó el canciller Fernando Huanacumi- incluye una integración en materia de defensa »que permita consolidar a la región como una zona de paz, libre de armas nucleares y de corrupción masiva, rechazando la guerra, promoviendo el desarme, la resolución pacífica de los conflictos y la cultura de paz» y la promoción de la ciudadanía universal para respetar y promover los derechos de las personas migrantes, que en el caso de América somos un mismo pueblo, mestizo y diverso.
A esta visión soberana e integracionista que impulsan Bolivia y los demás países de ALBA-TCP se le opone la estrategia guerrerista de las derechas locales, subordinadas -como durante toda la historia- a las potencias imperiales, en este momento en particular a los Estados Unidos, cuya élite intenta volver a controlar lo que considera su patio trasero. Para este objetivo es el asedio político, mediático, económico y militar contra Venezuela y la ofensiva diplomática contra Unasur y CELAC.
En este contexto, los movimientos hacia el ALBA denunciamos que el intento de golpe contra Unasur no es para fortalecer la integración y la soberanía de nuestros pueblos, sino todo lo contrario: para contribuir a achicarlas. Acompañamos al gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia en el sentido de promover el diálogo entre todos los integrantes en función de reactivar un organismo necesario para los pueblos de Nuestra América, que requiere profundizar sus políticas para que América del Sur sea territorio de paz, de dignidad y de justicia social, que permita la construcción de un socialismo Nuestro Americano