Pocas horas después de finalizar los multitudinarios desfiles de este 1 de Mayo en Cuba, un grupo de colegas de diversas regiones del mundo nos preguntamos qué valoración podrían hacer ciertos diplomáticos en La Habana y “analistas” pagados por potencias extranjeras acerca de lo ocurrido el Día Internacional de los Trabajadores y otros nuevos acontecimientos trascendentales en la nación caribeña.
Nos referimos a aquellos que encomendados por sus gobiernos o al “servicio” de regímenes como el de Estados Unidos y sus aliados, continúan pretendiendo, pese a casi 60 años de fracasos, subvertir el orden y crear división en la mayor de las Antillas con el objetivo de erosionar y derrumbar la Revolución que edificaron sus líderes históricos Fidel Castro y Raúl Castro.
La gran marcha en la habanera Plaza de la Revolución, en la que participaron casi 900 mil capitalinos, y las realizadas en todas las provincias de la Isla con la asistencia de más de seis millones de personas, constituyeron otra demostración de unidad y respaldo inequívoco al proceso de continuidad que vive Cuba en estos momentos.
La imagen de Fidel, protagonista principal en todos los desfiles por el Día del Trabajador, y la presencia de Raúl, junto al flamante presidente Miguel Díaz-Canel, en la celebrada en La Habana, acabaron de echar por tierra cualquier hipótesis de errados o mal intencionados que llevan pronosticando el fin de la Revolución cubana desde su mismo triunfo, el 1 de enero de 1959.
Las impresionantes concentraciones de pueblo, en las que sobresalieron los jóvenes, mezclados entre sus padres y abuelos rebeldes, certificaron a las nuevas autoridades de Cuba, electas pocos días antes en la Asamblea Nacional del Poder Popular, y al mismo tiempo propinaron otro cachetazo a quienes han desconocido o tergiversado siempre la realidad del decano archipiélago caribeño.
Las marchas escenificadas en cada una de las regiones del país se convirtieron en otra consulta popular en la que venció indiscutiblemente, como en el proceso electoral democrático desarrollado en los últimos meses en la Isla, la continuidad de su Revolución.
Seguirán equivocados y frustrados aquellos que apostaron y aun lo hacen a la denominada era post-Castro, porque Fidel y Raúl sembraron en sus compatriotas la unidad, la dignidad, la solidaridad y la determinación de ser eternamente soberanos e independientes.
Ni bloqueos, ni agresiones, ni planes subversivos financiados por potencias extranjeras y mucho menos campañas mediáticas difamatorias, podrán destruir una Revolución que germina hoy más que nunca en las nuevas generaciones de cubanos, pese a carencias, dificultades y retos futuros.
Más que claros testimonios de ello fue este 1 de mayo en la mayor de las Antillas, al igual que otra reciente y contundente victoria lograda por los representantes de la sociedad civil de la nación caribeña en la VIII Cumbre de las Américas de Perú ante repetidas provocaciones orquestadas desde Washington.