Desde el Capítulo México de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, denunciamos que mentir sobre Venezuela y agredirla se ha convertido en la conducta más recurrente de la derecha latinoamericana. Una docena de gobiernos bajo el liderazgo de Estados Unidos, conocido como el Grupo de Lima, ha venido propiciando una injustificable atmósfera diplomática que ampara el desarrollo de mayores agresiones contra la democracia venezolana. Tras su más reciente reunión, realizada el 14 de mayo en México, se hizo público un pronunciamiento en el que amenaza con tomar acciones en el “ámbito diplomático, económico, financiero y humanitario”, si no atiende su “último llamado al gobierno venezolano a suspender las elecciones”, a las que de antemano califica de ilegitimas y carentes de credibilidad, ocultando además que estos comicios fueron adelantados ocho meses satisfaciendo una de las principales demandas de la oposición.

Que México haya sido el anfitrión de esa inamistosa declaración contra una República latinoamericana hermana, resulta deplorable y a la vez lamentable, sobre todo pensando en la cadena de dolorosos problemas e incertidumbres políticas múltiples que se ciernen sobre este país, como el hecho que desde septiembre a la fecha hayan sido asesinados decenas de políticos y candidatos a diferentes puestos de elección popular frente a los comicios presidenciales del próximo 1° de julio.

Lejos de una genuina preocupación por la situación que prevalece en Venezuela, el objetivo de este bloque de gobiernos, algunos de origen golpista como el de Brasil o producto del fraude electoral como el de Honduras, radica en recibir el beneplácito desde Washington bajo una dinámica plenamente servil. Teñidos también por la corrupción y la opacidad de sus gestiones, los presidentes que integran el Grupo de Lima le faltan el respeto al pueblo y al gobierno de Venezuela, a chavistas y opositores que de forma democrática participan por millones en las campañas electorales de sus candidatos y que este domingo 20 de mayo acudirán masivamente a depositar libremente su voto.

Así, en medio de un cerco desestabilizador e intervencionista, se realizarán las elecciones soberanamente programadas en Venezuela. Se cierne amenazadoramente la acusación de que el régimen que convoca es una “dictadura”, conceptualización orquestada por Washington, coreada por una franja de gobiernos aliados e incondicionales a sus designios, amplificada por una maquinaria mediática que tritura conciencias y sus inefables intelectuales orgánicos hasta con un premio nobel incluido.

Después de las negociaciones de Santo Domingo, la derecha exigió una nueva fecha que ampliara el margen de la convocatoria electoral, y el gobierno aceptó. En estos comicios, ante la dificultad de presentar una plataforma unitaria, un segmento de la oposición cuenta con la candidatura de Henry Falcón, un ex chavista que ha logrado concitar una cuota de adhesión electoral. No es precisamente esta la franja opositora que concita el mayor apoyo de la Casa Blanca, porque no son estos los opositores que se han propuesto abiertamente el derrocamiento del gobierno para imponer un cambio de régimen que constituye el objetivo estratégico, pero tienen un candidato para elegir.

Bajo este panorama, en la densidad de un cuadro regional adverso y un imperio en crisis con acrecentada agresividad, el pueblo bolivariano cuenta con la conciencia más avanzada de este tiempo. Toda la fortaleza acumulada durante estos años de revolución, apoyada en sus organizaciones sociales y políticas, el poder popular y la unidad cívico-militar, está llamada a una contienda decisiva para defender en las urnas la democracia, sus conquistas fundamentales, la legitimidad de sus instituciones y el derecho a la paz con el concurso de la solidaridad activa de los demócratas del mundo.

Por REDH-Cuba

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