Al igual que en campo de batalla, el héroe militar cubano Antonio Maceo alcanzó también desde joven protagonismo como conductor político de la nación cubana hacia la independencia absoluta de España y Estados Unidos, fiel a su código de honor y patriotismo. De origen campesino, mestizo y autodidacta, este prócer, nacido a mediados del siglo XIX, inscribe su nombre entre los guerreros excepcionales del mundo en una epopeya que marcó su cuerpo con 27 heridas -de bala y arma blanca-, 21 de ellas en la primera guerra independentista.

Arriesgó su vida en más de 600 acciones combativas, de ellas unos 200 combates y batallas importantes, y atentados urdidos por el colonialismo español.

Entre sus grandes proezas estuvo la Campaña de la Invasión a Occidente (22 de octubre de 1895-22 de enero de 1896), que llevó la guerra desde el oriente del país a Mantua, Pinar del Río, en la parte occidental, uno de los objetivos sin alcanzar en las contiendas anteriores.

Maceo, lugarteniente general, y el general en jefe Máximo Gómez burlaron en el primer año de la Guerra del 95 a 182 mil soldados españoles -25 mil destacados tras el rastro de los invasores-, que mandaban 42 generales.

Sus padres Marcos y Mariana, pardos libres y pequeños propietarios agrarios, ya participaban en las labores conspirativas y se incorporaron en 1868 a la causa independentista con toda la familia.

El primogénito de los Maceo Grajales, Antonio de la Caridad vino al mundo el 14 de junio de 1845, en Santiago de Cuba, y sufrió de las discriminaciones frecuentes contra su clase en una sociedad esclavista colonial.

Combatió en dos sangrientas guerras contra fuerzas superiores del Ejército Español, la de los Diez Años (1868-1878) y la de Independencia de 1895 hasta su heroica muerte en combate, el 7 de diciembre de 1896, a la edad de 51 años.

Casi sin tregua, durante el periodo entre guerras, tomó parte en planes conspirativos para reanudar la lucha y sirvió como general de división en el ejército hondureño (1881).

En Honduras fue también juez suplente del Tribunal Supremo de Guerra y comandante militar en Omoa y Puerto Cortés.

HAZAÑAS DEL HEROE Y DE LA FAMILIA HEROICA

Dos días después de estallar la Revolución de 1868, Antonio Maceo secunda el alzamiento con sus hermanos José y Justo, a la edad de 23 años; solo contaba con los atributos de buen jinete y diestro en el machete de defensa personal.

Al conocerse del pronunciamiento independentista de Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de ese año, la madre de los Maceo reunió a su numerosa familia -hijos del primer matrimonio Regueyferos Grajales y del segundo Maceo Grajales- y a todos hizo jurar: libertar la patria o morir por ella.

Los primeros en morir fueron el capitán abanderado Justo Regueyferos Grajales (1843-1868), fusilado tras caer prisionero, y el tronco familiar, Marcos Maceo, gravemente herido en combate el 14 de mayo de 1869 y fallecido en un hospital de montaña.

José Marcelino (1849-1896), quien peleó en las tres guerras independentistas y estuvo preso en las cárceles españolas, y Antonio Maceo Grajales (1845-1896), llegaron a mayores generales y ambos murieron en combate.

Antonio Maceo ascendió a fuerza de inteligencia natural y coraje, grado a grado, mientras otros comenzaron siendo generales como caudillos de la conspiración independentista.

Disciplinado y atacador, fue nombrado sargento en el primer combate en Ti Arriba (la noche de su alzamiento), teniente, el 20 de octubre y capitán abanderado, el 10 de diciembre del propio año.

En la defensa de la ciudad de Bayamo es ascendido a comandante, el 16 de enero de 1869, y 10 días más tarde, a teniente coronel, en un momento de acciones constantes contra el enemigo más numeroso y mejor armado.

El joven mambí llega a coronel el 22 de marzo de 1872, con antigüedad reconocida desde el 30 de octubre de 1871, y a general de brigada, el 8 de junio de 1873; recibe las estrellas de mayor general, el 6 de mayo de 1877.

Cumplieron el juramento los hijos de Mariana; los varones como combatientes y las hembras, enfermeras y auxiliares del Ejército Libertador, junto a su madre y la esposa de Antonio, María Cabrales.

Casi niños perecieron en combate Julio (1854- 1870), subteniente de 16 años, y Miguel (1852- 1874), teniente coronel de 21 años, destacados ambos en numerosas acciones.

Rafael Maceo Grajales (1850-1882), brigadier, veterano del 68 y de la Guerra Chiquita, falleció en la prisión española de Chafarinas, Africa, víctima de pulmonía.

Felipe Regueyferos Grajales (1832-1901), teniente coronel, veterano del 68 y de la Guerra Chiquita, sufrió prisión en las cárceles españolas; resultó herido en más de 10 combates cuyas consecuencias padeció hasta su fallecimiento.

Tomás Maceo Grajales sobrevivió a las tres guerras independentistas cubanas, incapacitado en campaña en la primera.

ACCIONES POLITICAS

A la edad de 32 años, Antonio Maceo revela su talla política y moral en la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878, al rechazar la paz sin independencia y sin abolición de la esclavitud, que ofrecía España, muertos los patricios de la Revolución de 1868.

En entrevista con el jefe de operaciones del Ejército Español en Cuba, Maceo y un nutrido grupo de patriotas se opusieron al llamado Pacto del Zanjón, aceptado por otros combatientes en febrero de ese año.

Según testigos, ante la insistencia de Arsenio Martínez Campos, de leerles el texto del Pacto, Maceo exclamó: ¡Guarde usted ese documento que no queremos saber de él! Es decir -dijo el general español-, que no nos entendemos. ¡No!, replicó el cubano, no nos entendemos.

En una proclama a los habitantes del Departamento oriental, el 25 de marzo de ese año, reafirma su convicción en la política antiesclavista.

Expresa: «Debemos formar una nueva república asimilada con nuestra hermana la de Santo Domingo y Haití», «Los grandes espíritus de Washington, La Fayette y Bolívar, libertadores de los pueblos oprimidos, nos acompañan y están con nosotros».

Su pensamiento se descubre en su abundante epistolario como en la carta a su amigo Anselmo Valdés, un cubano residente en Honduras, el 6 de julio de 1884: «La patria soberana y libre es mi único deseo, no tengo otra aspiración».

«Cuando Cuba sea independiente, solicitaré al Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América», afirma.

El de 14 de julio de 1896, Maceo escribió al coronel mambí Federico Pérez Carbó: «De España jamás esperé nada, siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos».

«Tampoco espero nada de los (norte) americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso…»

Por REDH-Cuba

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