El contundente triunfo de Manuel López Obrador en las elecciones generales celebradas en México este 1 de julio ha convertido a esa nación latinoamericana en una nueva esperanza para Nuestra América en su lucha contra el neoliberalismo y frente a la ofensiva derechista que incita y financia Estados Unidos en la región.
La indiscutible victoria del candidato progresista López Obrador en los comicios, con más del 53 por ciento de los votos a su favor y 20 puntos de ventaja sobre su más cercano contrincante, es un golazo por partida doble a la envalentonada oligarquía en este hemisferio y a Washington, empeñado en restaurar su dominio en la Patria Grande.
Fue en México donde el imperio del Norte experimentó un plan oculto, que luego extendió a naciones como Colombia y Perú, para arrebatarles a los gobiernos la autoridad y el control sobre los Estados, y por el contrario que dominen los llamados poderes fácticos, dígase las grandes transnacionales, emporios mediáticos, mafias, y estamentos militares y paramilitares, entre otros grupos y organizaciones pudientes enmascaradas que actúan detrás de telones.
Ese proyecto maquiavélico del Pentágono, de los servicios secretos norteamericanos y de la Casa Blanca se implementó con rigor tras la oleada de fuerzas de izquierda que asumieron gobiernos a fines de la centuria pasada e inicios de este siglo en Venezuela, Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador, Bolivia, El Salvador, Uruguay y Nicaragua.
Por supuesto que Washington aplicó su plan en México, además de en Colombia y en Perú, con los indiscutibles propósitos de impedir que en esos países llegaran también al poder partidos progresistas comprometidos con los más desposeídos, y al mismo tiempo utilizarlos como punta de lanza contra los ejecutivos populares en la región.
Desde entonces los mexicanos viven agobiados por la violencia, las desapariciones forzadas, los crímenes, la corrupción a niveles incalculables, el narcotráfico, las privatizaciones y la pobreza extrema.
El caos provocado por el plan de Washington y el neoliberalismo salvaje impuestos a esa rica nación latinoamericana terminó por convertirse en un boomerang para los intereses de dominación imperiales en la Patria Grande.
El triunfo de López Obrador en las recientes comicios es sin duda alguna una clara respuesta de la sociedad mexicana, cansada del sometimiento a su cercano vecino del Norte, y de hecho otro aliento para todos los pueblos y las fuerzas progresistas desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia.
Es real que el nuevo mandatario electo de México tendrá numerosos retos y obstáculos para conseguir ordenar un país que ha sido desvencijado durante muchos años, pero el solo hecho de su ascenso al poder ya le abrió otro nuevo sendero de esperanzas a Nuestra América.
Termino esta nota parafraseando al astro del fútbol mundial Diego Armando Maradona en el programa “Con la mano del 10”, de la cadena TeleSur: La victoria de López Obrador demostró que estamos vivos en la América nuestra.