Las organizaciones sociales y sindicales del Perú han previsto la realización de una Jornada de Lucha, que tendrá lugar el próximo 19 de julio, y que habrá de cumplirse en todo el territorio nacional.

Convocada formalmente, por la CGTP, en verdad la acción busca comprometer a diversos sectores de la vida nacional, que tienen sustantivas razones para expresar su descontento. Adicionalmente, coincide casi con los 100 días de la asunción de mando del Presidente Martín Vizcarra Cornejo, hoy sin casi luna de miel, ni vela que lo alumbre

Por lo demás, en la fecha se reivindica algo que constituye una suerte de símbolo para el movimiento popular: la insurgencia sindical del 19 de julio de 1977 que fuera la clarinada de los trabajadores contra el retorno a la “sociedad tradicional” luego que la gesta emancipadora de Velasco Alvarado resultara traicionada por Morales Bermúdez, y derrotada por la derecha y el Imperio.

Hace 41 años, en efecto que la CGTP promovió, alentó y ejecuto el primer Gran Paro de la historia Nacional después del que, en enero de 1919, arrancara la Jornada de las 8 horas de trabajo y que fuera saludada, en su momento, por el propio José Carlos Mariátegui.

¿Qué razones tiene ahora el movimiento popular para expresar, de manera convulsa y agitada, su singular descontento? Sin duda, ellas son múltiples.

El gobierno de Martín Vizcarra no asoma en el escenario nacional como una administración interesada y empeñada en la tarea de enfrentar y resolver las demandas populares. Pareciera más bien una gestión permisiva, que aspira apenas a mantener el “equilibrio social” a cualquier precio, sin afectar para nada los privilegios de la clase dominante. Pareciera no tener conciencia de la profundidad de la crisis que agobia al país.

Cuando Pedro Pablo Kuczynski asumió el gobierno en julio de 2016, el Perú había llegado al límite de su descomposición. Amplios sectores de la vida nacional habían cerrado filas para impedir que la Mafia Apro-Fujimorista asumiera plenamente el control del Estado, y buscaban un camino de salida que respondiera a la gravedad del momento.

En lugar de cumplir un papel que respondiera a la demanda ciudadana, PPK optó por contemporizar con las mayores expresiones de la corrupción, y darles la posibilidad que actuaran con la mayor impunidad.

Valiéndose, entonces, de un ardid electoral que le permitiera a la expresión política del Keikismo –“Fuerza Popular”- convertir el 26% de los votos en el 55% de las plazas parlamentarias; este segmento inició una sistemática ofensiva destinada a copar todas las instancias del Poder.

En su momento ideó incluso un Golpe de Estado orientado a forzar la caída del Gobierno y la convocatoria inmediata a nuevas elecciones nacionales para ungir a Keiko Fujimori como la nueva titular del Poder Ejecutivo, apoyándose en reglas electorales laboriosamente urdidas.

Kuczynski nunca percibió la naturaleza de lo que se producía. Finalmente enlodado también por la corrupción, no atinó en ningún momento a actuar en función de los intereses nacionales. Por el contrario, busco “contemporizar” con la Mafia haciéndole concesiones y otorgándole posibilidades de acción.

En el extremo, PPK dictó el írrito y cuestionado “Indulto” en provecho de Alberto Fujimori, el más connotado reo en cárcel de la Mafia. Mediante esa maniobra -supuso vanamente- lograría la complicidad requerida para culminar en paz una gestión puesta dócilmente al servicio del Imperio y los grandes consorcios mulltinacionales.

Arrodillarse ante las demandas de la Casa Blanca para favorecer una política exterior anti venezolana, y suscribir “contratos” lesivos al interés nacional en provecho de empresa extranjeras; pareció ser una suerte de “dupla” que podría funcionarle como fórmula salvadora en la circunstancia. Pero eso, no fue así.

Keiko, que no perdonó a su madre ni a su padre, optó por cortarla la yugular a su hermano Kenyi y sus seguidores para recomponer su fuerza congresal y mantener el número de parlamentarios que le garantizan siempre lo mismo. De paso, por cierto liquidó a PPK a quien nunca perdonó el haberla vencido en los comicios del 2016.

Porque todo eso ocurrió así, es que la ciudadanía esperaba de Vizcarra una gestión distinta, elementalmente honrada y eficiente. Como ella no se ha cristalizado, el descontento ha fluido de manera significativa, y se expresará en la Jornada que se avecina

En él, radica la esencia principal que impulsa a los peruanos a la lucha. Se añaden la protesta por el gasolinazo, el rechazo a las medidas tributarias, las demandas de los Maestros, las exigencias de los Pescadores, los reclamos de los trabajadores de la salud, y otros gremios.

Adicionalmente, hay que añadir la inseguridad ciudadana, el feminicidio que se acrecienta; las enfermedades de los niños que mueren en nuestra serranía por efecto del frío; la incapacidad del gobierno para atender reclamos ciudadanos;:los nuevos “textos escolares” con sus variantes neo nazis; la impunidad de la que gozan los corruptos; la creciente capitulación del Ejecutivo ante la voracidad de la Mafia Keikista; el desgobierno legislativo en el que lo único que falta, es que su mayoría disponga de un día no sólo para celebrar la aceituna, sino también la Concha y el Chorizo.

Por si fuera todo eso fuera insuficiente, el gobierno ha dispuesto al incremento del Impuesto Selectivo al Consumo -el ISC- que ha generado un significativo desbalance de los precios en el mercado y los anuncios referidos a nuevas concesiones a empresas mineras y petroleras,

Por ese galopante clima de irresponsable frivolidad y de creciente corrupción, es que se ha caldeado el escenario nacional. En los próximos días, la voluntad de lucha de nuestro pueblo estará en las calles en demanda de justicia.

Gustavo Espinoza M.

Integrante del colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

http://nuestrabandera.lamula.pe

Por REDH-Cuba

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