El lingüista y activista estadunidense Noam Chomsky afirmó que Luiz Inácio Lula da Silva «por derecho debería ser el próximo presidente de Brasil», tras visitar el jueves al ex mandatario de izquierda en la cárcel de Curitiba, al sur, donde purga una pena de 12 años por corrupción.
«Estoy entusiasmado de haber podido pasar un tiempo con él», dijo Chomsky a la salida de la sede de la Policía Federal de Curitiba.
Chomsky calificó luego al fundador del Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) y ex jefe de Estado (2003-2010) como «una de las figuras más significativas del siglo XXI».
«Es un periodo muy crítico en la historia de Brasil», comentó también el famoso filósofo y lingüista norteamericano de 89 años, que habló de una elección muy importante para los brasileños «en el futuro próximo».
Brasil, sumido en una grave crisis institucional desde hace años, celebra el 7 de octubre unas elecciones presidenciales rodeadas de incertidumbre por el ascenso del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, actual líder en los sondeos.
Lula fue condenado en enero en segunda instancia por cargos de que aceptó la reforma de un apartamento cuando era presidente, a cambio de favorecer a la constructora OAS en sus negocios con la estatal Petrobras.
El ex líder obrero niega los cargos y asegura ser víctima de un «juicio político» por parte de las élites de derecha.
Lula recibió en los últimos meses a numerosas personalidades en la cárcel, entre ellas al ex presidente uruguayo José Mujica y al ex presidente del Parlamento europeo Martin Schulz.
Lula fue excluido recientemente de las elecciones, a las que el PT lo postulaba como candidato pese a que está preso.
El sustituto del ex mandatario, Fernando Haddad, se disparó en las encuestas tras su designación oficial como candidato y marcha segundo en la intención de voto con hasta un 19 por ciento de las preferencias por detrás de Bolsonaro (28 por ciento).
Con ese resultado, ambos disputarían una eventual segunda vuelta el 20 de octubre en un clima de alta polarización entre derecha e izquierda.
Fuente: La Jornada