Este 24 de febrero, aniversario del estallido de la Guerra Necesaria organizada por Martí, los cubanos estamos convocados para un Referendo que ratificará una nueva Constitución socialista, donde está presente de varias maneras el pensamiento del Apóstol.

Pedro Pablo Rodríguez, doctor en ciencias histórica del Centro de Estudios Martianos.

Así lo asegura el Doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, Investigador Titular del Centro de Estudios Martianos, donde es director general de la edición crítica de las Obras Completas de José Martí.

Toda Constitución, explica, obedece a una época y hay una tradición en los revolucionarios cubanos, desde Guáimaro, de que las constituciones traten de adecuarse al momento histórico y abran un camino hacia el futuro, dentro de los principios generales que rigen los movimientos revolucionarios en cada coyuntura.

Eso estaba en el centro del espíritu de Martí. No copió ni repitió en su labor como líder político todo lo que habían pensado y hecho los luchadores del 68, ni siquiera los de la Guerra Chiquita en la que estuvo involucrado. Quizás su gran lección es que las formas organizativas de una sociedad tienen que adecuarse a las condiciones concretas del país, a su identidad cultural, porque de lo contrario se estaría actuando en contra de sus propias raíces.

Si algo ha caracterizado la ideología de la Revolución cubana es precisamente su capacidad de preservar sus raíces nacionales, y de no perder la influencia decisiva del ideario de Martí.

Cuando el Apóstol hablaba de cómo organizar a Cuba, por lo general estaba aportando conceptos éticos, principios morales que están recogidos en la Ley de leyes por la cual vamos a votar.

Es bueno subrayar que el sentido democrático de la Constitución no está solo en su letra, sino en la manera en que se ha procedido para llegar a su formulación definitiva. La Comisión encargada de redactar el texto llevó al Parlamento un proyecto que suscitó un gran debate por parte de los diputados, y después se realizó una amplia consulta popular en la que se recogieron múltiples opiniones que transformaron en un poco más de la mitad el articulado.

Creo que así está representada la voluntad, el deseo y sobre todo las aspiraciones de la inmensa mayoría del pueblo, y en ello también está el espíritu martiano.

Un elemento bien fijado en la Carta Magna que llevaremos a Referendo es el respeto a la individualidad, algo que en ocasiones ha sido tergiversado y quizás no suficientemente contemplado en las ideas sobre la sociedad socialista. Reconocer que cada persona es un ente propio, que comparte cosas con los demás, pero a su vez es un individuo, constituye un elemento importante y creo que ahí hay también un espíritu martiano, que está presente asimismo en la amplitud que se le otorgaron en la Constitución a los derechos de todo ciudadano, de un modo que cierra el paso a cualquier tipo de discriminación.

Martí dijo, y a veces hay personas que no lo entienden y piensan que es un error suyo, que la república tenía que buscar un equilibrio entre las fuerzas sociales, lo que no quiere decir, igual que su frase famosa que se repite tanto de “con todos y para el bien de todos”, que no comprendiera que había luchas de clases, intereses encontrados. Lo que estaba tratando de hacer era ver qué factores, fuerzas, elementos sociales, de ideas, culturales, de diverso tipo, se podían emplear para lograr la independencia.

Sabía que una vez alcanzado este propósito aparecerían otros elementos a tomar en cuenta, por eso él expresó en un momento dado que “ahí vendría el señorío napolitano”, fíjese que manera elegante de calificar a algún sector propietario en Cuba, ese señorío a la antigua que no podría admitir los derechos democráticos de las grandes mayorías de la población, y que posiblemente se excluirían a sí mismos del proceso que conduciría a la república, que al ser con todos y para el bien de todos, estaba indicando que no era de pocos, y para el bien de pocos, como sí ocurría en la colonia.

La Constitución reafirma cosas básicas por las que Martí luchó, como la soberanía nacional y la independencia de Cuba como Estado. La república cubana de hoy no puede ser para los que están pensando en un país dominado por Estados Unidos. El propio Martí alertó de ese peligro y trató de conjurarlo. ¿Cómo después de tantos años de independencia, de soberanía, aunque la Revolución como toda obra humana haya cometido errores, vamos a volver a la Cuba prerrevolucionaria que es lo que nos ofrecen las fuerzas imperialistas, sus ideólogos y algunas personas que se dicen cubanos, pero no piensan como tales? De lo que se trata, como dijo Fidel en su concepto de Revolución, es de transformar todo lo que haga falta ser transformado, en función siempre de mantener los objetivos logrados y continuar avanzando.

Pensemos en el desastre ocasionado por el reciente tornado que azotó a La Habana y la velocidad con que se ha emprendido la recuperación, y comparemos esa situación con lo ocurrido en Puerto Rico, donde mucho tiempo después del paso de un ciclón, la población padece todavía graves secuelas sin que se hayan emprendido acciones para resolverlas. La respuesta cubana ante un fenómeno de esta naturaleza solo es posible en un régimen social que tiene como prioridad a las personas y no a intereses poderosos.

Ahí está otra de las claves del espíritu martiano, ese trabajar pensando en función de los demás, pensando en la patria, una sociedad basada en principios éticos como lo quiso el Apóstol, como la solidaridad y el humanismo, recogidos en el texto constitucional y consustanciales a la Revolución.

Por Alina Martínez

Fuente: Trabajadores

 

 

Por REDH-Cuba

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