Esta etapa de los conciertos en los barrios empezó de pronto un día, hace ya algunos años. Surgió de la invitación de este compañero, el Mayor José Álvarez López, que atendía a La Corbata, un barrio de realidades precarias. Aquella experiencia, que nosotros hicimos por solidaridad, resultó muy gratificante y por eso la quisimos repetir en otro barrio, y después en otro, y aquí estamos.

Personalmente nunca he visto estos conciertos como algo extraordinario; y es que, los compañeros de mi generación de trovadores, nos acostumbramos a tocar en los barrios, en las escuelas, en los centros de trabajo, en las prisiones, en todas partes.

También hay que decir que, cuando empezamos a vincular nuestro trabajo a la sociedad, teníamos nociones de experiencias parecidas. Uno de los poetas que más admiro, el andaluz Federico García Lorca, en los años 30 del siglo pasado, montó en un camión escenarios y actores, e iba por los campos llevándole a la gente teatro y poesía. Aquella experiencia se llamó La Barraca.

Otro antecedente tuvo que ver con la danza. La primera vez que yo asistí a una función de ballet no fue en un teatro sino en una calle, frente a la Universidad de La Habana, donde Alicia y Fernando Alonso llevaron el Ballet Nacional de Cuba.

Otro precursor fue el cine, que muchos campesinos de la Sierra Maestra y de otros lugares remotos nunca habían visto. Por eso cuando se fundó el ICAIC, hace por estos días 60 años, Alfredo Guevara mandó a subir en mulos las plantas eléctricas y los proyectores, y gracias a eso se empezaron a ver películas en las montañas.

Todos estos ejemplos, y seguramente otros que ignoro o se me olvidan, anteceden a esta experiencia de cantar sistemáticamente en los barrios, a esta gira que ha sido llamada interminable. Lo que quiero decir es que todo esto que hacemos ya estaba inventado.

Hoy, que esta etapa nuestra llega a 100 conciertos, es imposible no recordar y agradecer a los talentos de tantas disciplinas artísticas que nos han acompañado. Siento especialmente presentes a algunos amigos que partieron y que jamás nos abandonan, como el poeta y profesor Guillermo Rodríguez Rivera –que estuvo en La Timba–, como el escritor Jaime Sarusky –que vino a Cocosolo–, como el queridísimo actor Carlos Ruíz de la Tejera –que nos acompañó en Buena Vista–… Para colmo, el genial Santiaguito Feliú –que estuvo con nosotros en Mantilla y en tantas otras cosas—hoy cumple 57 años.

Siempre he preferido calidad, antes que cantidad. Eso es lo que siento que merece el pueblo. Por eso esta gira, en gran medida musical, se ha preocupado sobre todo por tener buen sonido. Así honramos las calidades expresivas de los artistas que nos acompañan. Siguiendo ese principio, hoy tenemos el gusto de presentar a una de las agrupaciones rumberas más importantes de ese arte: Yoruba Andabo.

Fuente: Segunda cita

Por REDH-Cuba

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