Jair Bolsonaro, hoy presidente de Brasil, alcanzó el grado de capitán en las fuerzas armadas y se supone que haya conocido muy bien lo ocurrido en su país entre los años 1964 y 1985. Y aunque lo quiera olvidar hoy, tiene que haber sabido que aquello fue una dictadura que, entre sus «problemitas» como él les llama, no permitió elecciones democráticas, el Congreso estuvo cerrado, la prensa fue censurada y se registraron cerca de 20 000 denuncias de torturas.
Y si también lo olvidó, vale recordarle que 423 personas murieron asesinadas en esos años. La lista de víctimas puede ser mayor, ya que las Fuerzas Armadas apenas han colaborado para esclarecer los hechos, refleja una información del diario El País.
La dictadura militar brasileña recibió asistencia logística y económica del gobierno de Estados Unidos mediante aquella monstruosidad conocida como Plan Cóndor.
Resulta que Bolsonaro niega toda esa memoria histórica y autorizó a los cuarteles a realizar las «conmemoraciones debidas» de los 55 años del golpe militar.
Entre sus argumentos antihistoria encontramos que: «En las Fuerzas Armadas nunca tuvimos una política de Estado represiva de la forma que todo el tiempo intentan colocar en nuestra cuenta. No quiero decir que fue una maravilla. Ningún régimen lo es. ¿Qué matrimonio es una maravilla? De vez en cuando hay un problemita. Son raras las parejas que no tienen un problema», reporta la agencia EFE.
La historia que Jair niega recoge que, «la Comisión Nacional de la Verdad concluyó que 423 personas murieron o desaparecieron por persecuciones políticas durante la dictadura y atribuyó los crímenes a una política de Estado, con directrices definidas por los cinco generales que se sucedieron en el poder».
Pero, por si lo olvidó también, aquel fatídico 31 de marzo de 1964 el golpe de Estado derrocó al gobierno democrático del presidente Joao Goulart e instauró una dictadura.
Durante los años de gobierno de Goulart el gigante sudamericano estaba inmerso en reformas sociales, políticas y económicas, con la participación de sectores obreros y campesinos. Quince días antes del hecho, el mandatario había anunciado algunos decretos como el de la reforma agraria, en un multitudinario acto con más de 300 000 personas en Río de Janeiro.
Ante esas medidas, los sectores militares golpistas junto a los grandes empresarios brasileños, la gran prensa y la participación directa de Estados Unidos –empeñado en impedir la «influencia comunista» en América Latina–, propiciaron la asonada militar.
Esa historia, reciente por cierto, es la que Jair Bolsonaro pretende borrar hoy de la memoria de su país, con el mismo entusiasmo que lo hace su espejo estadounidense Donald Trump cuando tacha hechos como las resoluciones de la ONU sobre las Alturas del Golán sirias; Jerusalén como capital de palestinos e israelíes; el Acuerdo Nuclear alcanzado con Irán; los acuerdos sobre el cambio climático y otros.
Fuente: Granma