Si bien es cierto que la aplicación por Estados Unidos de la Ley Helms-Burton y su capítulo III dañará a Cuba, real es también que esa determinación de la actual administración de la Casa Blanca será su suicidio político.
El régimen de Trump conoce muy bien que el mundo entero rechaza el bloqueo que EEUU le impone a la mayor de las Antillas desde hace casi 60 años, y su recrudecimiento en lo adelante con la ya calificada “ley garrote” tendrá como respuesta un NO rotundo de la comunidad internacional.
Cuba goza de un gran prestigio en todos los continentes de nuestro planeta tierra, por su dignidad, firmeza, solidaridad, y resistencia ante las continuas agresiones de su vecino del Norte, que ha vuelto a errar, y esta vez gravemente, merced su siempre conducta obstinada hacia la nación caribeña.
Ni presiones, ni chantajes de Washington conseguirán que países y gobiernos se sumen a su actuar cada vez más beligerante contra un pueblo que lo único que ha hecho es defender su soberanía e independencia, y como siempre reitera el presidente boliviano, Evo Morales, compartir lo poco que tiene, y no lo que le sobra.
Al contrario, la puesta en vigor de la Ley Helms-Burton aislará aún más a EEUU, incluso de sus aliados, que verán afectados sus intereses nacionales por una legislación extraterritorial que no tiene cabida en el mundo bipolar en que hoy vivimos.
La solidaridad de los pueblos con Cuba se intensificará hasta límites insospechables para Trump y sus mediocres “asesores”, quienes lejos de serlo parecen estarlo apuñalando por la espalda para definitivamente destronarlo del poder.
El inquilino de la Casa Blanca no se entera que tales “colaboradores” lo están embaucando en contiendas destinadas al fracaso y su desprestigio internacional, y que pueden conducir al “emperador” y su “imperio” a la debacle.
Nunca antes un régimen de Washington había transitado por caminos tan oscuros, ni siquiera en los tiempos de la llamada “guerra fría” porque entonces contaba con un bloque de aliados, actualmente desmembrado precisamente por el actuar omnipotente de Trump, quien es cada vez menos tolerado, y al mismo tiempo más burlado.
El “emperador Calígula” del siglo XXI no podrá con Cuba ni con 100 capítulos de la Helms-Burton porque el pueblo de esa Isla está entrenado y preparado para resistir, y predestinado a vencer. Ya lo ha demostrado en múltiples ocasiones.
La soga con la que Trump y sus “asesores” quieren atar a la mayor de las Antillas, solo les servirá para el definitivo suicidio político de Washington. De ello que nadie tenga la menor duda.