Washington pretende fortalecer el bloqueo a Cuba para lograr su ansiado objetivo de un cambio de régimen. Ni Jesse Helms, ni Dan Burton calcularon la capacidad de resistencia del pueblo cubano.


Tomado de Mate Amargo

Mucho antes que el avión norteamericano Force One aterrizara en el aeropuerto internacional de la Habana, en el año 2009, algunos se apuraron a celebrar el fin de la guerra fría, como cuando se termina de leer un cuento o llega en la pantalla a la palabra FIN luego de “disfrutar” una larga telenovela.

En aquellos memorables e increíbles días de la visita de Barack Obama a la Habana, la lluvia de símbolos arreció. Uno de los más increíbles sucesos ocurrió en plena plaza de la revolución José Martí, cuando el visitante, luego de depositar una ofrenda floral al apóstol de Cuba, pidió dejar testimonio de su estancia con la imagen del CHE Guevara como fondo de las instantáneas. Lo tenían todo estudiado y planificado, desde el punto de vista visual. La semiótica como arma ideológica tuvo su más alta expresión en esta visita.

Diez años después aparentemente todo cambió. Un nuevo presidente en la Casa Blanca, recuerda a los que se confundieron que la guerra fría jamás ha acabado y moviliza con destacada eficiencia dentro de Cuba, los pasivos sentimientos antimperialistas bastante acallados en la era Obama. “Nuevamente” tenemos el enemigo de siempre, el que nunca se ha ido y espera con impaciencia la caída de la fruta madura para volver a disfrutar de un lugar donde hacer lo que se le antoje, incluyendo orinar hasta la propia escultura del mencionado apóstol.

Y vuelven los símbolos…

Ahora el asesor estadounidense de Seguridad Nacional, John Bolton, (mal asesorado), anuncia nuevas medidas contra Cuba amparadas en la polémica Ley Helms-Burton, pero el lugar escogido para el anuncio es la sureña ciudad de Miami -epicentro de la agresividad anticubana- y el auditorio, la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, integrantes de la brigada 2506 que el 19 de abril de 1961 se rindió en Playa Girón en menos de 72 horas, en lo que pasó a la historia como la Primera Gran Derrota del Imperialismo Estadounidense en América Latina.

Mal asesorado este asesor usa de fondo en su tribuna de amenazas, la bandera de la derrotada brigada. El efecto simbólico para Miami tuvo éxito, en Cuba igual, pues comprobamos el alto nivel de imbecilidad de la payasada. Su parecido a Yepeto es increíble, pero al menos el papá de Pinocho sonreía. La seriedad de este señor, es sin dudas parte de la guerra simbólica para reforzar sus amenazas a la isla caribeña.

La Helms Burton y la realidad virtual.

La Ley Helms-Burton tiene cuatro títulos, el tercero de ellos otorga a los ciudadanos estadounidenses la posibilidad de presentar en cortes federales demandas contra quienes “trafiquen” con “propiedades confiscadas” y extiende esa autorización a propietarios que no eran ciudadanos norteamericanos al momento de las nacionalizaciones. Como en un juego de Monopolio ya comenzaron los ilusionados a “repartirse” las propiedades que “Fidel les quitó”. Deben disfrutar el juego y vanagloriarse ante los más jóvenes de la familia y allegados de las cosas que el comunismo les arrebató: Puertos, aeropuertos, hoteles, extensiones de tierra, etc, sin percatarse quizás que están reforzando con estas “reclamaciones” el carácter latifundista que tuvieron sus propiedades. Todas aquellas empresas y compañías que terminaban con la palabra COMPANY, fueron nacionalizadas precisamente porque no ACOMPAÑABAN a los cubanos humildes. Si los trabajadores cubanos que pertenecieron a estos TRUST, también reclamaran por toda la explotación y abusos que sufrieron en estas compañías, la cosa sería otra.

Por ahora muchos de los reclamantes llenan papeles y formularios y no dudo de que hasta pongan en sus almohadas fotos de la finca que perteneció al abuelo, con paisajes de productivas plantaciones y trabajadores descalzos y las barrigas hinchadas de parásitos. Juegan a la realidad virtual y desde GOOGLE MAP, caminan por la finca del tío o el Hospital del abuelo, con la esperanza de que llegue el momento de cambiarle el nombre del mártir revolucionario a estos lugares y restaurar la propiedad privada. No está mal si la idea es entretenerse…

Cuba que es pobre, pero no tonta, desde el año 1996 aprobó en su Parlamento la ley de reafirmación y soberanía cubana, conocida como Ley 80. Lo hizo porque para entonces el bien parecido Bill Clinton firmaba en la ciudad de Miami, (de nuevo la semiótica) la «Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubana», ante un público ansioso por tumbar a Fidel. La ley cubana entre otras cosas brinda garantías a la inversión foránea recogidas en la nueva Constitución de la República, ratificada en el referendo del 24 de febrero por casi siete millones de personas, el 86,8 por ciento de las que acudieron a las urnas, en esta pequeña isla.

Washington pretende fortalecer el bloqueo a Cuba para lograr su ansiado objetivo de un cambio de régimen. Ni Jesse Helms, ni Dan Burton calcularon la capacidad de resistencia del pueblo cubano.

Por REDH-Cuba

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