En otro paso de la escalada contra Cuba empujada por la ultraderecha anticubana en el Congreso, con la activa participación de los más altos personeros de la administración Trump y el apoyo entusiasta del execrable Secretario General de la OEA Luis Almagro, se arrecian los intentos por desprestigiar los programas cubanos de colaboración en salud y restablecer el infame Programa de Parole para médicos cubanos.
Tal programa se estableció durante el Gobierno del expresidente, George W. Bush., con el objetivo de instar a médicos y personal cubano de la salud que prestan apoyo en diferentes países, a abandonar sus misiones y emigrar a EE.UU., dirigiéndose directamente a las embajadas estadounidenses en esos países.
Acudiendo una vez más a la mentira y la manipulación desvergonzada, se intenta calificar a los programas cubanos de colaboración de salud con otros países como una práctica de «esclavitud moderna» y de «trata de personas». Es la nueva construcción propagandística de sectores de poder de una nación donde más de 400 mil personas están calificados por estudios internacionales como esclavos modernos.
La OEA como escenario del bufo
Este martes en la OEA, la Secretaría General de la organización, dirigida por el señor Luis Almagro, paladín de todas las causas de Washington, ha montado un show sobre supuestas violaciones de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad por parte del gobierno cubano.
El evento dice basarse en las denuncias internacionales presentadas en foros como la Corte Penal Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre violaciones de derechos humanos y en particular el caso de los «miles de médicos cubanos que son forzados a participar en las misiones de colaboración en el exterior en condiciones de esclavitud, para el beneficio económico del gobierno cubano».
Para la ocasión, los organizadores presentaron una «investigación» que concluye que las misiones solidarias cubanas no son voluntarias sino que los médicos, ingenieros, atletas o artistas enviados al exterior son forzados a participar.
El impresentable Almagro dijo que no sólo se trata de un sistema montado para financiar al gobierno cubano mediante el uso de «mano de obra esclavizada» sino que sirve además a los objetivos políticos internacionales de La Habana. «Mucho escuchamos de las famosas misiones internacionales del gobierno de La Habana, donde bajo una supuesta solidaridad revolucionaria Cuba envía médicos a países amigos. El trabajo de este personal tiene una búsqueda de un efecto político», dijo el secretario general de la OEA., quien añadió,son «una herramienta de la diplomacia cubana para acercarse a otros países, creando la ilusión de normalidad y solidaridad y evitar de ese modo cualquier discusión sobre derechos humanos».
Este camaleón es el mismo personaje que cuando visitó oficialmente como Canciller de Uruguay nuestro país, en el 2013, y en su encuentro con el Canciller cubano Bruno Rodríguez, dijo a los medios que «constituye un alto honor realizar esta visita (a La Habana) y reconoció especialmente la solidaridad de Cuba con los uruguayos durante los duros años de la dictadura militar en su país”, informaba entonces Prensa Latina. Almagro aquel día “definió a Cuba como el país más generoso de América Latina durante décadas, y destacó su papel en muchas de las principales luchas en el continente y en otros lugares del mundo”.
Cosas veredes, Sancho.
El tridente de la ignominia
Un punto inicial de esta ofensiva contra los programas cubanos de cooperación internacional en salud fue la presentación, a principios de enero, por los senadores anticubanos Marco Rubio y Bob Menéndez, de un recurso en el Congreso estadounidense que busca restablecer el programa de robo de cerebros dirigido a los médicos cubanos que cumplen misión en el exterior.
El pasado 7 de mayo, ambos senadores junto al republicano de la Florida Rick Scott, solicitaron en una misiva al secretario de Estado de EEUU, Michael Pompeo, la restitución del Programa de Admisión Condicional para Profesionales Médicos Cubanos (CMPP, por sus siglas en inglés), un programa abolido en enero de 2017 como parte de la nueva política migratoria implementada por el entonces presidente Barack Obama.
En la carta enviada al Departamento de Estado, Rubio, Scott y Menéndez llaman a la administración de Donald Trump a evaluar la situación actual de los médicos cubanos que laboran fuera de la Isla en condiciones que denominan como coercitivas y aducen que las misiones de salud cubanas incurren en el delito internacional de trata de personas.
Piden también que se investigue a la Organización Panamericana de la Salud, al gobierno cubano y el anterior gobierno de Brasil, presidido por Dilma Rousseff, y que se determine si la implementación del programa Más Médicos violó las leyes internacionales de derechos humanos y las leyes estadounidenses relacionadas con el tráfico humano.
Solicitaron al gobierno que vuelva a incluir a Cuba en la lista de países que no hacen lo suficiente para combatir el tráfico de personas, hecho que permitiría la imposición de nuevas sanciones económicas.
The New York Times como carnada
Los adalides de la ofensiva anticubana usan además, ¡oh casualidad!, el mendaz reportaje de The New York Times sobre los médicos cubanos en Venezuela para sustentar una supuesta «repugnante politización del tratamiento médico».
A raíz de la publicación del New York Times, Cubadebate señalaba entonces:
La objetividad no es necesaria cuando el claro objetivo propagandístico es alinearse con las fuerzas retrógadas que en Estados Unidos buscan, por cualquier medio, el cambio de régimen en Venezuela. Las mismas que quieren hacer ver al gobierno de Maduro, apoyado por millones de venezolanos, como un régimen que únicamente se sostiene por el apoyo del mando militar y del gobierno cubano.
Son las mismas fuerzas que promovieron el robo descarado del personal médico cubano por el mundo, con el desfachatado programa de Parole, que ahora Marco Rubio y otros pretenden reactivar, en su feroz y fracasada campaña anticubana.
No es extraño entonces que el Senador Marco Rubio haya salido ayer presuroso a tuitear el trabajo del señor Casey como muestra de la «decisiva influencia cubana en Venezuela». O que se congénere Rick Scott haya puesto en su cuenta de Twitter, en español e inglés, “Utilizar la medicina como un arma política para intimidar a pacientes para que voten por el dictador de @NicolasMaduro es indignante, inhumano y repugnante. Donde vemos caos e inestabilidad en Am. Latina, también vemos las huellas del régimen de Castro. ¡Esto tiene que terminar!”.
Lo repugnante y lo que tiene que terminar es la mentira como práctica política y de comunicación en el imperio; lo que tiene que terminar es el pretendido intento desde Washington de imponer sus designios en el resto del mundo.
Ningún verdadero médico cubano niega el servicio y mucho menos arriesga la vida de un paciente para lograr fines políticos. No lo hacen en Cuba con los mercenarios financiados por Estados Unidos para intentar destruir a la Revolución, ni lo hicieron con los mercenarios que nos invadieron por la Ciénaga de Zapata en 1961; menos lo harán en el extranjero, a donde han acudido decenas de miles a brindar su solidaridad y su conocimiento.
Todo lo contrario, ha sido ejemplar la ejecutoria de los trabajadores de la salud cubanos en decenas de países del mundo, donde han salvado millones de vidas y han curado a otros millones de pacientes. Ninguna otra nación del planeta atiende a tantos pacientes fuera de sus fronteras. Su labor ha sido premiada por gobiernos, parlamentos, ONG y hasta la mismísima Organización Mundial de la Salud.
El robo y la asfixia como objetivos
Los objetivos de los personeros anticubanos están claros: por un lado, propiciar el robo descarado de cerebros, que impulsó antes la administración de W. Bush; y por otro, apretar más el cerco económico contra Cuba intentando cortar fuentes de financiamiento del país por exportación de servicios, algo legítimo y que constituye una de las principales entradas de divisas para nuestro desarrollo.
Con el culminado programa de parole. Estados Unidos se llevó a unos cientos de profesionales cubanos de la salud formados totalmente en nuestro país y que al abandonar sus misiones dejaron a miles de personas temporalmente sin asistencia médica, además de afectar especialidades selectas como neurocirugía, anestesiología, cardiología, nefrología, que son vitales para garantizar la calidad de atención a nuestro pueblo.
El segundo objetivo queda claro en la carta cuando señalan: «A partir de 2015, el régimen cubano había desplegado más de 50 000 trabajadores en misiones médicas extranjeras en 67 países, en esencia, una red global de tráfico de personas que generó miles de millones de dólares», y más adelante señalan -como si fuera un delito que un país sin tantos recursos potencie el área de exportaciones de servicios-, «[…] el régimen cubano continúa buscando oportunidades en todo el mundo para beneficiarse de los servicios proporcionados por sus médicos».
Finalmente, recurren a otra mentira reiterada al señalar: «Dado que los médicos cubanos que participaron en el programa Más Médicos fueron privados de su salario completo y sus libertades personales fueron violadas».
Desconocen interesadamente en su afirmación que todo el personal cubano de la salud que sale en misión al exterior firma un contrato de trabajo legal donde se convenian las condiciones laborales y que todos ellos reciben en Cuba su salario íntegro de cada mes, además del dinero que reciben en el país donde laboran como sustento.
Los montos que Cuba recibe por exportación de servicios médicos tienen como fin fundamental el sostenimiento de la atención gratuita y universal de salud que reciben todos los ciudadanos cubanos y han permitido un amplio plan de mantenimiento, remodelación e inversiones en las instituciones de salud de todo el país. Como señaló el Ministro cubano de Salud José Ángel Portal, en una entrevista hace unos meses a Cubadebate, ese dinero «…contribuye a financiar los servicios sociales de 11 millones de cubanos, incluidos los familiares de los médicos en el exterior. El dinero no va a la cuenta personal de nadie ni sirve a intereses individuales. Mientras algunos utilizan el dinero público para salvar bancos, Cuba salva vidas».
Más de 600 mil cubanos han prestado servicios médicos en más de 160 países durante los últimos 55 años.
Asimismo, en Cuba se han formado de manera gratuita 35 mil 613 profesionales de la salud de 138 países.
Verdades ya dichas
En su discurso en el Gran Teatro de La Habana en marzo de 2016, ante representantes de distintas organizaciones de la sociedad civil cubana, el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, elogió a los médicos internacionalistas cubanos, quienes de forma solidaria asisten a segmentos poblacionales desfavorecidos en decenas de países del mundo. «Hay que reconocer el alivio que los doctores cubanos proporcionan a miles de pobres en el mundo, a los que sufren», dijo Obama en sus palabras .
A su vez, cuando decidió poner fin al Programa de Parole, el gobierno del Presidente Obama reconoció que “Estados Unidos y Cuba están trabajando juntos para combatir enfermedades que ponen en peligro la salud y las vidas de nuestros pueblos. Al dar tratamiento preferencial al personal médico cubano, el programa condicional para los médicos contradice esos esfuerzos, y arriesga causar daño al pueblo cubano”
Lo que se trata ahora es de volver, de la mano de Rubio y compañía, al saqueo descarado de profesionales, a boicotear los esfuerzos solidarios de Cuba, a obstaculizar los caminos posibles y beneficiosos de colaboración bilateral y multilateral en el campo de la salud, a intentar cerrar cualquier vía de ingresos financieros al país para ahogar a la Revolución Cubana y provocar estallidos sociales, una táctica genocida que se ha estrellado mil veces contra la capacidad de resistencia y el ingenio del pueblo y el gobierno cubanos.
Fuente: Cubadebate