Toussaint Louverture, la dignidad insurrecta (I). Por Salim Lamrani
Toussaint Louverture, la dignidad insurrecta (II). Por Salim Lamrani
TERCERA PARTE
7. La traición de Napoleón Bonaparte
Frente a la tenacidad de los habitantes, agobiado por el clima y las enfermedades, el general Leclerc propuso el fin de las hostilidades[1]. Para salvar las vidas humanas, Toussaint aceptó el pacto siempre que se tratara de una paz digna y honorable. “El interés público exigía que yo hiciera grandes sacrificios”, escribió en sus memorias.[2] Se concluyó un acuerdo sobre las siguientes bases: libertad para todos los ciudadanos de la isla y conservación del grado y función para todos los oficiales civiles y militares. Por su parte, el líder negro conservaría a su Estado Mayor y elegiría su lugar de residencia.[3]
El acuerdo de paz se firmó y Toussaint Louverture decidió retirarse a Ennery. [4] Pero no se mantuvieron las promesas. Así, los generales Jean-Jacques Dessalines y Charles Belair, quienes debían conservar sus mandos respectivos en Saint-Marc y en Arcahaye, fueron destituidos de sus cargos.[5] Consciente de la popularidad del líder de Santo Domingo, el general Leclerc mandó a una tropa de 500 soldados al pequeño pueblo donde Toussaint Louverture había elegido su residencia, para vigilarlo.[6] Ése era lúcido sobre la situación y sabía cuál iba a ser su suerte: “Al día siguiente, recibí en casa la visita del comandante de Ennery y me di cuenta claramente de que este militar, lejos de hacerme una honesta visita de cortesía, sólo había venido para reconocer mi casa y las avenidas, para tener más facilidades para capturarme cuando le dieran la orden”.[7]
Louverture sufrió humillaciones cotidianas por parte del ejército colonial, el cual iba a sus propiedades para destruir las cosechas. “Mientras que el general Leclerc [había] dado su palabra de honor y prometido la protección del gobierno francés”, los representantes del Primer Cónsul ultrajaron su dignidad. Toussaint Louverture recordó el doloroso episodio:
Todos los días yo era víctima de nuevos pillajes y nuevas vejaciones. Los soldados que venían a mi casa eran tan numerosos que ni siquiera me atrevía a arrestarlos. En vano, presenté mis denuncias al comandante, no recibía ninguna satisfacción. Decidí finalmente, aunque el general Leclerc no me hizo el honor de responder a mis primeras dos cartas que le había escrito sobre el tema, escribirle una tercera carta […]. Tampoco recibí una respuesta, como en los casos anteriores.[8]
Bonaparte decidió entonces que su presencia en la isla era demasiado peligrosa y optó por proceder a su arresto. El general Leclerc, bajo orden del Cónsul, violó el acuerdo firmado y encargó al general Brunet, comandante militar de la zona de Ennery, la operación. El 7 de junio de 1802, éste último invitó a Toussaint Louverture con toda su familia a su casa bajo el pretexto de evocar los distintos problemas encontrados. Le aseguró sus mejores disposiciones hacia él y vilipendió incluso a “los desgraciados calumniadores” que acusaban al líder negro de fomentar la sedición. “Sus sentimientos sólo tienen como objetivo restablecer el orden y la tranquilidad en el barrio donde usted vive”, escribió Brunet en la carta. El resto de la misiva merece ser citado en las grandes líneas:
Tenemos, mi querido general, unas decisiones que tomar juntos y es imposible tratarlas mediante cartas, pero una conferencia de una hora sería suficiente; si no yo estuviera abrumado de trabajo, de problemas minuciosos, yo le hubiera traído hoy mismo mi respuesta; pero dado que no puedo salir en estos días, le propongo que lo haga usted; si está restablecido de su indisposición, que sea mañana; cuando se trata de hacer el bien, nunca hay que demorarlo. No encontrará en mi modesta casa los comodidades que yo hubiera querido reunir para recibirlo; pero encontrará aquí la franqueza de un hombre galante que sólo desea la prosperidad de la colonia y su felicidad personal.
Si la señora Toussaint, que yo quiero conocer infinitamente, quisiera viajar, estaré contento. Si necesita caballos, enviaré los míos.
Le repito, general, que jamás encontrará amigo más sincero que yo. Confianza del Capitán General, amistad por todo lo que está subordinado y gozará de la tranquilidad.[9]
Acompañado por dos oficiales, Toussaint Louverture decidió ir a casa del general Brunet. A su llegada, tras el saludo habitual, fue llevado a una habitación donde lo esperaba el representante bonapartista. Este último, pretextando una emergencia, abandonó la pieza. El líder haitiano contó lo que pasó luego en sus memorias: “Apenas salió, un ayudante del general Leclerc entró acompañado de un número muy alto de granaderos que me rodearon, se apoderaron de mí, me ataron como a un criminal y me llevaron a bordo de la fragata la Créole. Reclamé la palabra del general Brunet y las promesas que me había hecho, pero inútilmente; no lo volví a ver más”. [10]
Después de arrestar a Toussaint Louverture, el general Brunet, el mismo que firmaría la capitulación de París en 1814, hizo sufrir “las más grandes vejaciones a su familia”, procedió a su arresto y saqueó la propiedad antes de quemarla. El 11 de junio de 1802, Louverture en compañía de su esposa y sus dos hijos, fue embarcado con destino a Brest. Pero lejos de resignarse, lanzó esta advertencia profética: “Al derrocarme, sólo se ha derrocado en Santo Domingo el tronco del árbol de la libertad de los negros; volverá a crecer porque sus raíces son profundas y numerosas”.[11]
8.En las mazmorras del Jura
A su llegada a Francia en agosto de 1802, Toussaint Louverture estuvo dos meses en el puerto de Brest sin poder salir del barco. “Después de semejante trato, ¿acaso no puedo preguntar con razón dónde están los efectos de las promesas que me hizo el general Leclerc sobre su palabra de honor, así como la protección del gobierno francés?”, preguntó.[12] “Quizás yo deba ese trato a mi color; pero mi color… ¿acaso mi color me impidió servir a mi patria con dedicación y fidelidad?”, enfatizó.[13] Agregó lo siguiente:
¿Acaso hacía falta usar a cien carabineros para arrestar a mi mujer y a mis hijos en sus propiedades, sin respeto y sin consideración por el sexo, la edad y el rango, sin humanidad ni caridad? ¿Acaso había que disparar sobre mi casa, mi familia, y pillar y saquear todas mis propiedades? No. Mi mujer, mis hijos, mi familia no tienen ninguna responsabilidad. No tenían ninguna cuenta que rendirle al gobierno, ni siquiera tenían derecho a arrestarlos. [14]
Toussaint Louverture fue separado de su familia y fue llevado, sin juicio, al Fuerte de Joux en el Jura. “Me mandaron a Francia desnudo como un gusano; se apoderaron de mis propiedades y mis papeles; difundieron las calumnias más atroces sobre mí”, escribió con amargura.[15] Confinado en una celda, Bonaparte hasta lo obligó a retirar su uniforme de general para vestir la ropa de recluso, humillando así al venerable combatiente de 59 años. Louverture no resistió mucho a los rigores del invierno y a las condiciones de detención. El 7 de abril de 1803, falleció víctima de enfermedad en las mazmorras del castillo.
9. Revuelta del pueblo louverturista e independencia de Haití
El 20 de mayo de 1802, a pesar de los compromisos, Bonaparte publicó el decreto que restablecía la esclavitud en las colonias francesas, convirtiéndose en el único jefe de Estado de la historia de Francia en reducir a la servidumbre a sus propios ciudadanos. Procedió también a la eliminación minuciosa de los oficiales fieles al precursor. El pueblo, leal al legado rebelde que dejó Louverture, se sublevó en armas contra la arbitrariedad napoleónica. Los generales Henri Christophe y Jean-Jacques Dessalines retomaron la lucha y desataron la insurrección en toda la isla. El ejército colonial, asediado por todas partes por los revolucionarios, estrangulado por la fiebre amarilla que mató al general Leclerc el 2 de noviembre de 1802, tuvo que retirarse en sus dos últimos bastiones en Puerto Príncipe y en Cap.[16]
En octubre de 1803, Dessalines, general en jefe de los revolucionarios, reconquistó Puerto Príncipe. El ejército colonial dirigido por el general Rochambeau tuvo que retirarse en Cap. Asediado otra vez, privado de víveres, Rochambeau capituló el 19 de noviembre de 1803, tras la batalla de Vertières, cerca de Cap-Français. Regresó a Francia a la cabeza de los 10.000 sobrevivientes de una tropa total de 45.000 soldados. Un mes y medio después, el 1 de enero de 1804, los revolucionarios proclamaron la independencia de Haití y llevaron al general Dessalines, teniente de Toussaint nacido esclavo, a la cabeza de la nación nueva.[17]
En sus memorias, Napoleón Bonaparte reconoció su error:
Tengo que reprocharme un intento sobre esta colonia durante el Consulado; era un gran error querer someterla por la fuerza, yo debía contentarme con gobernarla mediante Toussaint. […] Una de las más grandes locuras que hice y que me reprocho fue enviar un ejército a Santo Domingo. Yo hubiera debido ver que era imposible tener éxito en el proyecto que yo había concebido. Cometí una falta y soy culpable de imprevisión, de no haber reconocido la independencia de Santo Domingo y al gobierno de los hombres de color.[18]
En 1825, la Francia del rey Luis Felipe reconoció la independencia de la República de Haití, no sin obligarla a pagar la suma de 150 millones de francos oro para indemnizar a los antiguos colonos que habían explotado la tierra y al pueblo de Santo Domingo durante generaciones.[19] El abolicionista Victor Shoelcher denunció esta extorsión con elocuencia: “Imponer una indemnidad a esclavos vencedores de sus dueños, es hacer pagar a precio de plata lo que ya pagaron con su sangre”.[20] A Haití le costó cerca de un siglo pagar ese rescate, en detrimento de su propio desarrollo.
Aimé Césaire resumió el legado del Primero de los Negros en la lucha de los pueblos por su emancipación:
Cuando Toussaint Louverture llegó, fue para tomar al pie de la letra la declaración de los derechos humanos, fue para mostrar que no hay raza paria; que no hay país marginal; que no hay pueblo de excepción. Fue para encarnar y particularizar un principio, mejor decir para vivificarlo […]. Eso le asigna su lugar, su verdadero lugar. El combate de Toussaint Louverture fue ese combate por la transformación del derecho formal en derecho real, el combate por el reconocimiento del hombre y por eso se enmarca y enmarca la revuelta de los esclavos negros de Santo Domingo en la historia de la civilización universal. [21]
Conclusión
Toussaint Louverture, guía moral del pueblo haitiano, se levantó contra la opresión colonial y racial que golpeaba a los suyos. Partidario de la concordia entre todos los habitantes de Santo Domingo, luchó contra la esclavitud con la convicción de defender una causa sagrada. Si este gran estratega político se mostró implacable con sus adversarios en nombre de la razón de Estado, combatió la esclavitud en nombre del principio universal e inalienable de igualdad entre todos los hombres. Federó en torno a él a los explotados arrancados a su tierra natal africana, combatió a los ejércitos de tres imperios y reivindicó el derecho del pueblo negro a emanciparse de la explotación y a gozar de un destino mejor.
Al romper las cadenas del yugo colonial mediante la lucha armada y fundar una nación, Toussaint Louverture y el pueblo negro de Haití indicaron al resto de América Latina la vía a seguir para acabar con el dominio europeo sobre las tierras del Nuevo Mundo. En ningún otro momento de la historia de la humanidad los esclavos edificaron una patria. “El hombre-nación”, como lo calificó Alphonse de Lamartine, simboliza hoy la aspiración de los oprimidos a gozar de sus derechos naturales y a vivir con dignidad.
[1] Ibid., p. 274-275.
[2] Toussaint Louverture, Mémoires du Général Toussaint Louverture, op. cit., p. 71.
[3] Antoine Marie Thérèse Métral & Isaac Toussaint Louverture, Histoire de l’expédition des Français à Saint-Domingue, op. cit., p. 281-82.
[4] Toussaint Louverture, Mémoires du Général Toussaint Louverture, op. cit., p.73.
[5] Ibid., p. 72.
[6] Ibid., p. 74.
[7] Ibid., p. 74.
[8] Ibid., p. 75.
[9] Ibid., p. 80.
[10] Ibid., p. 81.
[11] Ibid., p. 83.
[12] Ibid., p. 84.
[13] Ibid., p. 85.
[14] Ibid.. p. 85.
[15] Ibid., p. 86.
[16] Napoléon Bonaparte, Loi relative à la traite des Noirs et au régime des colonies, 30 Floréal, An X, 20 de mayo de 1802, in Université de Perpignan. http://mjp.univ-perp.fr/france/1802esclavage.htm (sitio consultado el 4 de mayo de 2019).
[17] Pierre Pluchon, Haïti, république Caraïbe, L’Ecole des Loisirs, 1974, p. 43-44.
[18] Comte de Las Cases, Mémorial de Sainte-Hélène, París, Ernest Bourdin Editeur, 1842, Tomo Primero, p. 687.
[19] Charles X, “Ordonnance du Roi”, 17 avril 1825 in Antoine Marie Thérèse Métral & Isaac Toussaint Louverture, op. cit., p. 341-42.
[20] Victor Schoelcher, Colonies étrangères et Haïti. Résultats de l’émancipation anglaise, París, Pagnerre Editeurs, 1843, Tomo Segundo, p. 167.
[21] Aimé Césaire, Cahier à d’un retour à son pays natal, (1947), París, Présence africaine, 1983, p. 24.