Aunque la libertad es un derecho  fundamental para la humanidad resulta uno  de los más condicionados, lamentablemente en este siglo XXI, con la revolución tecnológica que suponía para muchos una liberación del tiempo, de la vida, del conocimiento colectivo en favor  del hombre,  el resultado que estamos viendo es que cada vez nos empujan más hacia un laberinto infernal.

Aumentó la desigualdad en el  mundo entero,  la injusticia y el terrorismo de Estado  universal y con planes estratégicos de la potencia imperial para  establecer una gobernanza global, bajo el mandato de los sectores fundamentalistas,  que han desatado todos sus demonios.

Esta encrucijada  marca con fuerza el momento que estamos viviendo, cuando asistimos a la desaparición  en varios países de  nuestra región de todo lo que se había rescatado y  construido a sangre y fuego en poco más de una década  en los primeros años del siglo XXI.  El proyecto de recolonización de América Latina en este siglo  nos lleva hasta otro período de resistencia superior a lo actuado anteriormente.

En el esquema de un capitalismo salvaje que se oculta en los diseños imperceptiblemente brutales de los contenidos de entretenimientos y del caos de la desinformación casi absoluta, el análisis de la cultura, hoy es más necesario que nunca, a pesar de   que lo nieguen  los teóricos post -estructurales.

“Hay que entender que la cultura  está ligada indefectiblemente  al  modo de producción capitalista por la sencilla razón que la universalización de la mercancía ha invadido también el ámbito cultural”, como señala el  colombiano Hernán Vega Cantor en su libro Un Mundo Incierto donde demuestra que esa invasión en lo cultural,  precede al proyecto de recolonización tardío y debilita visiblemente el debate de la libertad como valor fundamental del ser humano.

Pero también es el elemento  básico para modelar colonialmente  la conciencia de los pueblos hoy oprimidos, en el marco de un proyecto de control y dominación absoluta.

Estamos enfrentando uno de los momentos más complejos y nuestros países, algunos sometidos bajo golpes de Estado de todo tipo, viviendo un nuevo proceso que, dado  el accionar “rápido y furioso” de los gobiernos no pro Estados Unidos, sino de Estados  Unidos que ya tenemos en Nuestra América, nos llevan a nuevos proyectos de liberación nacional, respondiendo con toda la creatividad a los diseños de la Guerra contrainsurgente, de Baja Intensidad que estamos enfrentando.

En este marco  de asociaciones múltiples, que hacen cada vez más intrincado para los pueblos el debate profundo del tema de la libertad, nuestro continente y el mundo están bajo la mayor amenaza de la historia  contemporánea. después del atentado contra las torres Gemelas en septiembre de 2001, cuya autoría  sigue siendo un misterio .

Aunque  suene dura la palabra este “atentado”  fue “utilizado” por el entonces presidente republicano de Estados Unidos, George W.  Bush en medio de la ola de estupor que cubrió al mundo, para anular la soberanía de todos los países y declarar la guerra infinita y sin fronteras al  mundo.

Los discursos del poder se asemejaron a los llamados “patrióticos” de Adolf Hitler en otros tiempos y su doctrina de las “fronteras seguras” quedó empequeñecida por el proyecto de “retaliación sin límites”, que propuso el gobierno estadounidense, sin dejar lugar a ningún matiz. “O están con nosotros o están con los terroristas”, advirtió Bush adelantándose a toda crítica y también a la posibilidad de un nuevo síndrome de Vietnam.

No hubo periodista en Washington que osara preguntar  por la definición de “terrorismo”  teniendo en cuenta que la interpretación de “terrorismo” para Estados Unidos nada tiene que ver con nuestras vivencias. . El manejo de la información, especialmente a nivel televisivo, no ayudó precisamente a marcar los límites a cualquier propuesta fundamentalista.

En Estados Unidos ha servido para unificar el criterio extremista de la derecha ultraconservadora, que aparecía cada vez más desdibujada y caló en muchos sectores de esa sociedad agobiada por la tragedia, el terror y la manipulación informativa. De allí al surgimiento de un presidente como Donald Trump, que hoy ha terminando  provocando severas contradicciones al interior de Estados Unidos y en todo el mundo.

Este fundamentalismo al desnudo en un  aspecto estratégico  nos fortalece en medio de nuestras propias debilidades, tanto como la aparición en el horizonte mundial de la Federación Rusa, China y otros países que cambiaron la correlación de fuerzas y han arrinconado al prepotente  unilateralismo. Del imperio

Esta es una realidad que también se refleja en las  formas de  resistencia, como estamos viendo en las heroicas Cuba y Venezuela  o Nicaragua y también con la activa movilización de los pueblos ya no sólo en América Latina, de las grandes movilizaciones populares, acciones, sino en Europa.

En un artículo publicado en el periódico New York Times, en el 2001 el entonces   jefe de la Defensa de Estados Unidos, Donald H. Rumsfeld, dijo que el despliegue militar de su país podría tener como “baja” a la verdad. “Incluso el vocabulario de esta guerra será diferente. Cuando se hace la invasión del territorio enemigo bien podría tratarse de una invasión en el ciberespacio” advirtió.

Este lenguaje descarnado, superado largamente en brutalidad por el gobierno de Donald Trump y su itinerante equipo, también nos fortalece, porque ha desnudado el rostro y el cuerpo encorvado del imperio. Ya nadie puede ignorar cual es la metodología imperial y los planes contra nuestra América, cuando los propios funcionarios en el gobierno no ya de George W.Bush, sino de Barack Obama, anunciaban su regreso para reconquistar el “patio trasero”.

El entramado de la desinformación creció aceleradamente en la llamada “lucha del bien contra el mal”. El “mal” puede ser extendido sin límites y los “malignos” crecerían como hongos. Al proponer “justicia infinita” se estaba hablando de “censura infinita” y “guerra infinita”

Donald Trump sin ninguna diplomacia da certeza a estas “normas” del discurso más violento de Estados Unidos. Intempestivamente decide donde  deberá estar la capital de Israel, enviando su embajada a Jerusalén, dando una estocada criminal contra el pueblo palestino. En realidad fracasó, porque  países cercanos y asociados   se negaron a semejantes violación del derecho internacional, pero no dio marcha atrás.

No contento con esto entre otras acciones contradictorias en este año 2019, decidió imponer a un diputado casi desconocido Juan Guaidó como presidente  “encargado” en Venezuela a pesar de que en ese país asumió el 10 de enero, el presidente legítimamente  elegido por el pueblo:  Nicolás Maduro.

Para imponer a su elegido, reconocido por un grupo de gobiernos vasallos en América Latina y Europa, pero no en la mayoría de los países, se preparó un golpe  con base en Cúcuta. Colombia  una ciudad hundida en la miseria, , fronteriza con Venezuela, utilizando supuesta ayuda humanitaria que el “encargado” iba a ingresar en Venezuela, para “tomar el poder”.

Fue uno de los fracasos más grandes para Estados Unidos.  Pero siguiendo en la misma línea acaba de decretar en marzo de este mismo año como si fuera el presidente del mundo que las “alturas del Golán” territorio siro ocupados ilegalmente  desde 1967 petenecen a Israel,el ocupante ilegal.

Esto ha sido demasiado como violación de todas las normas para el sistema internacional.

Como Bush, el presidente  Trump   declaró su propia “guerra santa” y de inmediato, a partir de la televisión estadounidense y sus repetidoras en todo el mundo se visualizó “el mal”, es decir el primer objetivo del “mal”, ya que hay otros en el horizonte, que fueron  apareciendo de acuerdo a la necesidad del gran poder

El sistema se va desgastando a sí mismo y fueron diarios de estados Unidos, como el propio New York Times, que contaron la verdad de lo sucedido en Cúcuta, frontera entre Colombia y Venezuela, que resultó   en uno de los más burdos  intentos de golpe.  Esto nos obliga a analizar en forma permanente  las contradicciones de un poder imperial en decadencia,

En el caso de  Argentina, bajo el gobierno de Mauricio Macri, se configuró el nuevo esquema de “golpe post electoral”-como también sucedió con la llegada al gobierno de Ecuador de Lenín Moreno, representando un partido político que estaba unido al proyecto de integración emancipatoria  de los gobiernos progresistas de la pasada década, al que traicionó al asumir el poder.

La respuesta llegó pronto, menos de dos años después con una derrota nacional, en las elecciones municipales de este año..

Ambos presidentes  violentaron la voluntad de los pueblos y existen formas de intervención judicial para que estos recuperen sus derechos.

En este marco,   ambos golpes post electorales contaron con la activa participación de la prensa concentrada y dominada en un 95 por ciento por Estados Unidos, más precisamente por el pentágono estadounidense, al establecer que la información, es decir la desinformación, es un “arma clave “ en las nuevas guerras del siglo XXI

Diversos acontecimientos en América Latina evidenciaban que estaba en marcha una acción común de Estados Unidos para toda la región, con los mismos elementos políticos, económicos y militares,  como un calco en cada país y el regreso de la contrainsurgencia surgida en los años 60, donde la ilegalidad se transformó en la Guerra de baja Intensidad.

LA GUERRA DE BAJA INTENSIDAD

El diseño  de la Guerra de Baja Intensidad (GBI) conforma el eje doctrinario del  Conflicto de Baja Intensidad (CBI)o Low Intensity Conflict. (LIC) en sus siglas en inglés, con su dinámica de “camaleón” para ser adaptada puntillosamente a las estrategias dominantes de Washington y del sistema financiero  mundial.

Surgida de la doctrina de contrainsurgencia, la GBI fue rediseñada durante el gobierno de Ronald Reagan, en los años 80  y en estos tiempos   cuando se intenta establecer una dictadura global resultó  revitalizada por la revolución tecnológica, ajustándose como anillo al dedo a las nuevas estrategias.

“Para los políticos y militares estadounidenses la GBI  no sólo significó la categoría especializada de lucha armada, sino una reorientación estratégica  de los conceptos dominantes en materia militar y el compromiso renovado de emplear la fuerza en el marco de una cruzada global en contra de los gobiernos  y movimientos revolucionarios del Tercer Mundo”, como sostenían  los investigadores Michael T.Klare y Peter Kornbluh[1].

La GBI “es una confrontación político   militar entre Estados o grupos por debajo de la guerra convencional y por   encima de la competencia pacífica entre naciones. Involucra a menudo   luchas prolongadas de principios e ideologías y se desarrolla a través de una   combinación de medios políticos, económicos, de información y militares”.[2] .

Cuando los cálculos de los estrategas determinaban que la situación social en el mundo se iba a deteriorar profundamente por las injusticias que surgían de la aplicación del brutal modelo económico y de las impagables deudas externas, y se diseñaba ya el esquema de control mundial, los atentados terroristas en Estados Unidos, dieron el pie para que ese diseño se extendiera de inmediato, con todos sus elementos.

Si ya existía una fuerte acción de acción de guerra sicológica e informativa para  crear la “necesidad” de asesoramiento y presencia estadounidense en distintos países, ya sea para combatir el  terrorismo o  el narcotráfico e incluso la corrupción, ahora esto quedó definido como una emergencia mundial.

Al comenzar el siglo XXI los Estados Unidos estaban avanzando en forma masiva por toda la región -incluso en el momento en que se producen los atentados terroristas, había tropas norteamericanas realizando maniobras en toda América Latina-  pero ahora esa presencia se multiplicó y ya bajo el gobierno de Trump no será difusa o encubierta.

Las maniobras y las nuevas bases militares extendidas en el mapa latinoamericano, son profundamente rechazadas por las mayorías populares, como demuestran las encuestas en todos los países, donde crece el sentimiento antinorteamericano, al responsabilizar a Estados Unidos y el poder financiero mundial de la tragedia del avance ilimitado de la pobreza, la injusticia mundial,  la destrucción de los  Estados y la perversa recolonización.

Frente a las nuevas democracias del Mercado, se llegó a la conclusión de que Washington debía lograr a fines del siglo XX -y dentro de su planificación para enfrentar los conflictos de Baja Intensidad que iban a surgir en este siglo  – unificar los diseños  estratégicos que se han acumulado hasta estos días mediante una invasión silenciosa de América Latina que iba a ser clave.

La Red de Fundaciones de la CIA estadounidense, en colaboración con sus socios europeos  e israelíes, se extendió por toda la región y estamos viendo sus resultados  en estos tiempos con todos los intentos golpistas desde 2002 en Venezuela, 2008 en Bolivia, 2009 en Honduras(donde triunfó el golpismo, gracias a la ocupación militar que desde hace tiempo mantiene EE.UU en ese país);2010  en Ecuador, fracasado gracias a la presencia de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)  , 2012 en Paraguay(también al mismo tiempo otro intento en  Bolivia, que no prosperó) más los dos golpes post electorales en Argentina fines de 2015 y en Ecuador  2017..

Luego seguiría el esquema del golpe suave o blando, en Brasil, a fines de agosto de 2016, logrando destituir a la presidenta Dilma Rousseff  sin que hubiera un tanque en las calles.

Este fue el trabajo silencioso de  las Fundaciones como la National Endowment Foundation (NED) Fundación para la Democracia en Español; los Institutos Internacionales Republicanos y Demócratas (IRI e IDI respectivamente); la infaltable USAID(Agencia Internacional para el Desarrollo) temible en nuestra historia, ahora disfrazada convenientemente.

En suma se ignoró lo advertido por quienes señalábamos que además de que la potencia imperial y sus acólitos, se habían apoderado de los medios masivos de comunicación  y que habían creado escuelas Especiales (como la Policial-Judicial) que existe en El Salvador,   para atender no sólo  a policías y fuerzas de seguridad sino a  jueces y funcionarios del poder judicial de toda América.

Las ONGs de las Fundaciones se encargarían de cooptar a jóvenes políticos,  dirigentes estudiantiles, empresarios, productores grandes y  pequeños,   es decir en todos los sectores de la sociedad, y también- lo confiesan abiertamente en sus documentos- infiltrar sectores de izquierda y progresistas.

Esto se ha  comprobado en todos los casos.

Ya en los años 90 entre los trazados de la GBI, se estableció que se llevaría adelante este nuevo esquema de conformar  “sus” democracias que habrían de servirle en el Siglo XXI: es decir las Democracias de Seguridad Nacional dirigidas directamente por Washington en un proceso de recolonización continental para asegurar el control de reservas de todo tipo como las que existen en Nuestra América. .

Por eso la cantidad de ONGS, que son parte de las Fundaciones estadounidense para “formar” políticos jóvenes, y convertirlos en sus representantes locales, como antes era los militares. En este caso han sentado la  gallina sobre otros huevos: las llamadas fuerzas de Seguridad, armadas hasta los dientes, con lo último de armas de destrucción masiva y de represión interna.

También es bueno analizar los golpes pot –electorales, que  obligan a volver a poner bajo control las elecciones en nuestros países. En Argentina y Brasil desde el  presidente Mauricio Macri, Michel Temer antes y Jair Bolsonaro hasta los ministros y funcionarios menores son integrantes de Fundaciones y ONGs es decir militantes del proyecto recolonizador de Estados Unidos. Gobiernan para Washington y el sistema financiero internacional.

Como ejemplo es importante recordar que el presidente Evo Morales en Bolivia, país que está a la cabeza de las economías regionales decidió prontamente, después del golpe que intentaron contra él, en el año 2008, expulsar del país no sólo a la DEA(Agencia antidrogas que cumple además funciones de inteligencia) sino también a la CIA expulsada en 2009, por el mandatario junto con las fundaciones, cuñas de intervención imperial. Eso le  permitió dar pasos gigantes,

También lo hizo Venezuela, después del golpe de 2002 financiado por estas fundaciones, aunque quedaron centenares de ONG, que participaron activamente  en la  brutal guerra de desestabilización, económica y política y que actuaron en todos los golpes que se intentaron contra el ex presidente Hugo Chávez primero y su sucesor Nicolás Maduro. Como se ha documentado ante organismos internacionales la oposición política de Venezuela, está financiada y dirigida por Washington y en estos momentos es en su mayoría cómplice de una posible intervención militar en ese país, proyecto cada vez más debilitado por las nuevas circunstancias internacionales.

Además al financiar  las campañas electorales, también cooptaron y compraron a  parlamentarios que  traicionan el mandato de los pueblos, como lo hicieron en Honduras,  Paraguay, en Brasil, en Argentina y en otros países. En NIcaragua el golpismo fracasó en 2018. Pero la amenaza continúa  y la guerra mediática es un elemento implacable, que es necesario enfrentar con proyectos superadores.

Esto es un repaso somero donde falta analizar  otros elementos claves de esta Guerra  contrainsurgente, con una estrategia no de restauración conservadora, sino de recolonización  regional, con lo cual nuestra libertad sólo puede recuperarse mediante un proceso de liberación nacional en el marco  de la más inteligente estrategia de resistencia, para lo cual y siendo una respuesta a un proceso colonial, la unidad y la organización son precisamente el camino liberador.

[1]  Klare Michael T. Y Kornbluh, Peter, coordinadores “Contrainsurgencia, Proinsurgencia y Antiterrorismo en los 80 : El arte de la Guerra de Baja Intensidad,(Grijalbo, México 1988) .

[2] idem

Por REDH-Cuba

Un comentario en «¿Tiempos sombríos o tiempos de liberación? Por Stella Calloni»

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