Comienza octubre, mes insurgente y victorioso. Hace siete años, en el 2012, luchando contra las más severas adversidades, Chávez se lanzó a recorrer las calles de la Patria.  El Pueblo, el aguerrido Pueblo de Bolívar, lo acompañó en aquella travesía amorosa que culminó en una formidable victoria electoral. No fue sólo una batalla más en nuestra lucha en paz por el socialismo. Fue la victoria de un proyecto histórico, construido al calor de una lucha emancipadora que devino en continental: el Plan de la Patria.

Esa línea programática, que tiene su germen en El Libro Azul, en los albores del 4 de febrero de 1992, y que se va nutriendo, primero con los aportes del documento Cómo Salir del Laberinto, fraguado en Yare, y después, con la Agenda Alternativa Bolivariana de 1996, para ir tomando forma en los Planes Socialistas de la Nación; señala los objetivos históricos definidos para la construcción del Socialismo Bolivariano.

Son objetivos trascendentales, sin duda, como lo expresa nuestro Comandante Eterno: “…son históricos porque vienen de lejos, de atrás, se ubican en la perspectiva del tiempo pasado y se ubican en la perspectiva del tiempo por venir; nos trascienden a nosotros mismos, trascienden el tiempo de ayer, trascienden el tiempo de hoy rumbo al tiempo de mañana. Son los grandes objetivos permanentes, históricos”.

He querido comenzar con esta reflexión, para abordar el tema de las batallas que las revolucionarias y los revolucionarios debemos seguir librando, en aras de que nuestro proyecto liberador salga victorioso. Tales batallas requieren de una mayor disciplina, tanto en lo orgánico como en lo ideológico, de nuestra vanguardia.

La unidad en torno a los principios, tanto en el PSUV como en el Gran Polo Patriótico, es de vital importancia. No podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, como señalaba constantemente el Comandante Fidel Castro, entregar los principios de la revolución. Éstos son nuestra guía, son innegociables y están contenidos en el programa que nos fue legado para dar continuidad a la edificación de la independencia definitiva. Por tal razón, se hace imperante erradicar cualquier intento de desviación, expresada en el reformismo, el clientelismo, el sectarismo y los intentos de división y debilitamiento de las fuerzas patrióticas. Sólo una vanguardia cohesionada y disciplinada, podrá lograr la organización popular necesaria para derrotar la agresión imperialista.

El otro aspecto, la formación ideo-política, sobre la base de las orientaciones que heredamos de nuestro líder histórico, su pensamiento y obra, es fundamental en momentos en que el enemigo, haciendo uso de su aquilatada maquinaria comunicacional, intenta fracturar la unidad ideológica, desmoralizar, avasallar las conciencias. Entendamos que la guerra no es sólo de naturaleza económica, sino multifactorial.

La dureza y complejidad de la coyuntura actual, exige mucho estudio para la comprensión exacta y objetiva de la realidad, para no caer en las trampas conceptuales del capitalismo y su dominación mediática; mayor dinamismo y creatividad para enfrentar las situaciones sin dogmatismos, evolucionando constantemente en la relación teoría-praxis, que permita así mismo una mejor compenetración con el Poder Popular.

Otra de las grandes tareas impostergables es, precisamente, luchar codo a codo por la definitiva consolidación del Poder Popular. Como hace poco lo señalara el compañero Presidente Nicolás Maduro, las comunas son “la organización de nuestro Pueblo y el futuro de la Revolución y del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI”.

Esta no es una tarea exclusiva del gobierno. Allí, en la solidificación de las comunas, debemos estar las y los combatientes de la Patria, independientemente de nuestro radio de acción. Vale la pena aquí leer al Comandante Chávez nuevamente: “la comuna debe ser el espacio desde el cual vamos a parir el socialismo…el socialismo, desde donde tiene que surgir, no es de la Presidencia de la República…hay que crearlo desde las bases, es una creación popular…”.

Las revolucionarias y los revolucionarios no debemos, pues, descansar.  Son muchas las tareas por librar en este camino de construcción socialista, que nos permitirá definitivamente llegar a la liberación total: la soberanía y la independencia de la Patria; y continuar trabajando con los Pueblos hermanos por la concreción de un mundo mejor.  No hay lugar para las vacilaciones y los reposos. Vacilar y reposar, en tiempos de una brutal arremetida imperialista, parafraseando al Padre de la Patria, hoy sería una traición.

Defendamos y consolidemos, compatriotas, la Revolución Bolivariana, único camino para la felicidad de nuestro Pueblo. La Revolución es lo primero siempre, por eso, como dijo el Comandante Fidel: “…nuestro primer pensamiento y nuestra primera preocupación debe ser qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa”.

Por REDH-Cuba

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