Domingo, 19 de abril de 2020

Hoy fue el día uno de esta historia. El Capo doctor Julio (en italiano significa Jefe) de la Brigada, había hecho previamente la distribución de los equipos y los turnos, con el necesario balance de experiencia y de especialidades (sin obviar, en lo posible, empatías personales). Y hoy nos levantamos muy temprano para acompañar a los primeros que pisarían terreno «enemigo». Hubo presentaciones de médicos y enfermeros, italianos y cubanos, que en lo adelante trabajarán juntos, como integrantes de un equipo llamado Humanidad. En el cuarto donde se visten, la mirada severa de René, que es epidemiólogo, y trae su experiencia del ébola, no permite el más mínimo descuido. Señala, rectifica, a veces regaña, pero todos agradecen. Con admiración, el Capo de la parte italiana le comenta al nuestro: «ustedes le dan mucha importancia a la protección del especialista». Los cubanos bromean, pero conocen la responsabilidad que asumen, consigo mismo y con los demás. Junto a ellos entra Michelle, uno de los impulsores del acuerdo entre los dos países, que hace de traductor. Desde un costado del hospital capto la llegada del paciente número uno. Después llegarán otros, hasta completar la cifra de diez. Se pierden tras la puerta, brigadistas y pacientes.


En la tarde converso con ellos, ya bañados, cansados, todavía risueños. Me dicen que se entendieron muy bien con los especialistas italianos. Y comentan sobre las más modernas tecnologías puestas a disposición de los pacientes. Hay una paradoja que salta en las conversaciones, con la misma insistencia que suele hacerlo el coronavirus: aquí, en uno de los siete países de mayor desarrollo económico, la tecnología es de punta y su disponibilidad en los hospitales es absoluta. ¿Por qué son útiles o necesarios los especialistas de un pequeño país pobre y bloqueado, que no puede acceder a muchos de esos sofisticados equipos? La respuesta se posa lentamente: la tecnología es importante, pero es más importante el ser humano, el especialista formado para servir, y las políticas sociales que lo respaldan.

Por REDH-Cuba

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