I
Llega el mes de mayo, y con él nuestro saludo combativo a la clase obrera de la Patria y el mundo, que el pasado viernes celebró el Día Internacional de las Trabajadoras y los Trabajadores, aunque en unas condiciones atípicas, impuestas por la batalla que hoy libra la humanidad contra la terrible pandemia del Covid-19; una realidad que todo parece indicar seguirá haciéndose presente entre nosotros por un tiempo más, y que ha golpeado con particular saña a los países cuyos gobiernos han asumido la prédica capitalista.

Como se sigue mostrando, es ese un modelo excluyente, injusto y decadente, que ha dejado al descubierto su incapacidad para afrontar la actual coyuntura mundial. Así ocurre en Estados Unidos, donde el sueño americano demostró ser una quimera; y, también, en Europa, donde la “mano invisible del mercado” desmanteló el denominado Estado de bienestar, considerado insostenible por las elites gobernantes de ese continente, bajo una lógica neoliberal que abrió paso a una “austera” política social, caracterizada por una disminución drástica del porcentaje del presupuesto destinado a la protección de esos Pueblos y la privatización de los servicios públicos, incluyendo los sistemas sanitarios; una consecuencia que hoy padecen las europeas y los europeos, que tienen que acudir a servicios de salud desbordados por la realidad de la pandemia.

II
Todo lo contrario ocurre en Venezuela, donde el Gobierno Bolivariano, bajo el liderazgo del compañero Presidente Nicolás Maduro, consolida el Sistema de Protección Social, el de las Misiones y Grandes Misiones Socialistas, legado por el Comandante Hugo Chávez, líder histórico de la Revolución Bolivariana; un modelo que ha comprobado su efectividad, y que pone su acento en la gente, en salvaguardar su vida, por encima de la rentabilidad y los cálculos de los efectos económicos; así como en la solidaridad, la cooperación y la integración como herramientas para combatir el Covid-19. Todo ello, a pesar de las limitaciones que supone para el país el criminal bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el imperialismo norteamericano.

Nuestro modelo, el socialista, que tiene además en países como China y Cuba referentes destacados, ha demostrado su valía y no dudamos saldrá fortalecido de la coyuntura que hoy vivimos; abriendo paso, pese a que no faltan quienes se resisten, a los cambios que hagan, al decir del padre cantor Alí Primera, más humana la humanidad. Suerte distinta les espera a los países que han asumido la lógica de la barbarie capitalista, cuyos gobiernos saldrán debilitados, dada su gran incompetencia para hacer frente a la crítica situación actual, por mucha fuerza económica y militar que tengan.

III

El impulso de dichos cambios no es, sin embargo, una tarea fácil; por lo que debemos, tal como lo expresara el Comandante Chávez durante su intervención en la XV Conferencia Internacional de la Organización de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en el año 2009 en Copenhague-Dinamarca; batallar sin descanso en aras de avanzar en este cometido, apelando a nuestra estirpe guerrera.

Señaló entonces nuestro Comandante Eterno: “…no esperemos de brazos cruzados la muerte de la humanidad. La historia nos llama a la unión y a la lucha. Si el capitalismo se resiste, nosotros estamos obligados a dar la batalla contra el capitalismo y abrir los caminos de la salvación de la especie humana, nos toca a nosotros, levantando las banderas…de la igualdad, del amor, de la justicia, del humanismo, del verdadero y más profundo humanismo. Si no lo hiciéramos, la más maravillosa creación del universo: el ser humano, desaparecerá…”.

Vencer la barbarie capitalista amerita, entonces, del concurso de todas y todos, de la movilización permanente de las organizaciones políticas, sociales y de la clase obrera, que está llamada a desempeñar, junto a otras fuerzas progresistas del planeta, un rol protagónico en la actual coyuntura geopolítica, signada además de la lucha por superar el Covid-19, por la brutal arremetida imperial contra la soberanía e independencia de los Pueblos.

La construcción de ese mundo mejor dependerá de cuanto seamos capaces de hacer desde ahora para que este planeta sea un lugar más justo, seguro y decente; de nuestra consciencia respecto a la importancia de esta batalla por salvar la especie humana. Ese mundo, que no solo es posible sino necesario, debemos lograrlo para asegurar la mayor suma de felicidad posible sobre la tierra. Luchemos por él!!

Por REDH-Cuba

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