Sin cese durante seis décadas y sin voluntad política para eliminarlo, el bloqueo que impone Estados Unidos a Cuba ha sido tan pernicioso para la mayor de las Antillas, como la COVID-19 es hoy para la humanidad.
El prologando e ilegal cerco económico, comercial y financiero de Washington ha provocado numerosas muertes de ancianos, jóvenes y niños en la isla caribeña, al impedírsele comprar medicamentos vitales para la cura de enfermedades en territorio norteamericano y en otras naciones.
Rendir por hambre y dolencias a su pueblo y estrangular la economía de Cuba para destruir su Revolución, ha sido el propósito de sucesivas administraciones de Washington, que han hecho caso omiso a los reiterados llamados de la comunidad internacional para que se ponga fin a esa conducta agresiva.
Las cifras de pérdidas para la isla antillana por causa del bloqueo, que se extiende ya por casi 60 años, son multimillonarias, como las que está causando a la mayoría de los estados en todos los continentes la pandemia que azota actualmente a la humanidad.
Pero como si fuera poco, Cuba tiene que enfrentar hoy la COVID-19 en medio de la guerra que el régimen de Donald Trump le arrecia todos los días, un accionar genocida contra uno de los países más solidarias del mundo.
Trump, más que desprestigiado por su actuar cotidiano, y por su irresponsabilidad e incompetencia ante la pandemia, busca desesperadamente desviar la atención de los estadounidenses y de sus seguidores decepcionados con fines electoreros.
Aplicar nuevas medidas del bloqueo extraterritorial a Cuba, como lo hace también con Venezuela, y sanciones a Rusia, China, Irán y Corea del Norte, e incluso a algunos de sus aliados, parece ser la criminal y torpe estrategia del inquilino de la Casa Blanca para pretender esconder su ineptitud y la de sus cercanos colaboradores.
Según analistas, esos ataques de hienas acorraladas, que no dejan de ser muy dañinos y bien peligrosos, terminarán por llevar a Trump a la ruina, y a Estados Unidos a la peor crisis de su historia, y su muerte definitiva como potencia internacional.
Su total desconocimiento de la historia y su prepotencia imperial no le permiten darse cuenta que Cuba ha vencido numerosos obstáculos, invasiones, agresiones de todo tipo y amenazas, y ahí está mas viva que nunca ayudando con sus prestigiosos profesionales de la salud al mundo a combatir a la COVID-19.
Trump no sabe ni puede entender que en el diccionario de los cubanos no existe la palabra revés desde que el 1 de enero de 1959 triunfó la Revolución liderada por Fidel Castro, lo que han demostrado en reiteradas ocasiones.
El bloqueo mata como mata el nuevo coronavirus, pero el pueblo de la mayor de las Antillas sabrá derrocarlos más temprano que tarde, y Washington una vez más tendrá que morder el polvo de la derrota.