A diferencia de los parlamentarios dominicanos, los médicos, profesores, los ingenieros,  literatos, que se han formado en Cuba, de manera solidaria, sin pagar un centavo, para que  vinieran a  servir  a su pueblo; los parlamentarios brasileros, liderados por su presidenta Lidice de Mata, han firmado una resolución apoyando el Premio Nobel de la Paz para los médicos de Cuba y su brigada internacional Henry Reeve.

Desde hace 55 años las misiones médicas cubanas han realizado 600,000 misiones en 164 paises, las cuales han involucrado a 400,000 profesionales cubanos de la salud.

En 1991, 20,000 niños y niñas  de Bielorrusia, Ucrania y Rusia desembarcaron en La Habana para recibir tratamientos de salud, afectados por el accidente nuclear de Chernóbil.

Con el programa  brasilero “Más Médicos”, en cinco años de trabajo cerca de 20,000 galenos cubanos atendieron a 113,000 pacientes en más de 3,600 municipios del Brasil.  Más de 700 municipios tuvieron un medico por primera vez en la historia, un programa cerrado por la locura neo-nazi con que Bolsonaro se ha hecho eco de la locura neo-nazi de Trump.

La solidaridad medica de Cuba, que hoy reconoce Brasil, es la que reconoce África, donde los médicos cubanos especializados en situaciones de desastre y epidemias graves, fueron los únicos que se atrevieron a combatir el virus del Ebola, peor que del COVID, con  éxito.

Esa solidaridad es también la que reconocen los negros y negras de los Estados Unidos, cuando Cuba fue el primer país en responder al desastre de la tormenta  Catrina, en Nueva Orleans, cuando Bush aun lo estaba pensando.

Y es la misma que reconocen las poblaciones indígenas de toda América Latina, las cuales nunca habían siquiera visto un medico, antes de que llegaran las brigadas cubanas a sus comunidades.  En Bolivia, Venezuela, Centroamérica, en  los barrios miserables de toda América, los médicos cubanos se mudan en los barrios,  habitan en las mismas casas, comparten sus preocupaciones y son venerados aun por las gangas y maras que solo a ellos permiten  transitar y trabajar en sus barrios.

La República Dominicana, con cientos de médicos y médicas graduados en Cuba, no puede permitir que la Asociación Médica del país no se solidarice con esta petición de un Nobel de la Paz a Cuba, por su inmensa solidaridad con los y las condenados de la tierra.

Los artistas y literatos dominicanos que estudiaron y se graduaron de la Universidad de La Habana y hoy enarbolan sus diplomas como pasaporte a una elite cultural, tampoco pueden quedarse sin solicitar para Cuba un galardón más que merecido.

Es nuestra manera de decirle a Trump que no importa su arreciado genocidio contra el pueblo cubano.  ¡No pasarán¡

Por REDH-Cuba

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