La pataleta Trumpista al saberse perdedor en todos los sentidos lo ha llevado en los últimos días a aumentar la acusación y la imposición de sanciones a todo el que le caiga mal, sobre todo en Cuba. Era de esperar, dejarle a Biden diseñada una línea de castigo a la isla. Es el objetivo fundamental del reingreso de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Los cachetes abultados de Mike Pompeo acusaron nuevamente al gobierno cubano, sentenciando: “Con esta medida de nuevo hacemos responsable al gobierno de Cuba y mandamos un claro mensaje: el régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense”.

La administración Trump hizo todo lo posible para agudizar el bloqueo financiero y económico contra la isla y desbaratar los acuerdos que con Obama se habían firmado. Este último, en el año 2015 sacó a Cuba de la mencionada lista donde aparecía desde 1982, fue la época del supuesto deshielo entre las dos naciones, la que se destacó por el arribo de vuelos y llegadas de Cruceros con turistas norteamericanos a nuestros puertos. Pero esa imagen turística que tan mal se vio desde La Florida, duró poco.

La tuerca se fue apretando cada vez más, tan solo en junio de 2019 el Departamento del Tesoro de EE.UU, decretó que los estadounidenses ya no podrían realizar “viajes educativos grupales”, una de las contadas categorías con las que los ciudadanos de ese país podían viajar legalmente a la isla caribeña. La presión incluyó entre otras acciones las sanciones a los envíos de petróleo venezolano a la isla.

Anteriormente el desaparecido asesor Bolton anunciaba que el envío de remesas a Cuba desde Estados Unidos se reducía a un monto de US$1.000 por persona y trimestre. También para la fecha 211 empresas cubanas fueron sancionadas. En enero de 2021 a escasos días del fin de la era Trumpista, sancionan al Ministerio del Interior cubano y a su titular, el general de brigada Lázaro Alberto Álvarez Casas, por supuestas violaciones de los derechos humanos.

Esta escalada de presiones con sus disimiles variantes contra Cuba se agudizaron en un difícil contexto de pandemia y en un 2020 donde Cuba contrajo su economía a un 11%. Usando la misma herramienta digital que eliminó las provocaciones e invocaciones al odio y la violencia de Trump, (TWITTER), el presidente cubano desde su cuenta respondió, “que la decisión de Estados Unidos formaba parte de los últimos coletazos de una fracasada y corrupta administración”.

El aparecer en la mencionada lista no se asume en la Habana, con naturalidad, pues ha sido la isla la más castigada en el Hemisferio y la que más víctimas ha aportado a un terrorismo patrocinado, pagado y apoyado por las diferentes administraciones norteamericanas. al precio de 3 478 víctimas mortales y 2 099 personas con discapacidad, por actos cometidos por el gobierno de los Estados Unidos o perpetrados y patrocinados desde territorio de ese país. El propio bloqueo de Estados Unidos contra la isla es una manifestación de terrorismo de Estado.

Para el cubano de a pie llega esta calificación en un momento difícil donde la economía nacional se plantea un reordenamiento que precisa de un tiempo de adaptación y comprensión de la población aspirando a que éstas logren su principal objetivo que es estimular la producción nacional de bienes y servicios y ocurra el añorado vuelco en la pirámide de ingresos.

El desabastecimiento y el alza de los precios de la canasta básica familiar preocupan sobremanera al cubano que, aunque ha recibido un significativo aumento salarial, no se acostumbra tan rápido a pagar cifras de tantos ceros. En los Lineamientos, como se conoce al programa de reformas socioeconómicas, aprobados en 2011 tras análisis y consenso con la ciudadanía y actualizados en 2016, se pauta la necesidad del reordenamiento económico y financiero del país. La dualidad monetaria y cambiaria fue una medida derivada de la crisis en la cual se sumió la economía de este país caribeño a principios de la década de 1990, tras el colapso del bloque socialista de Europa del Este y la extinta Unión Soviética, entonces sus principales mercados y acreedores.

El imprescindible reordenamiento monetario y cambiario ocurre en un momento desfavorable para la economía nacional, con sus principales fuentes de ingresos como los servicios profesionales, el turismo y las remesas, debilitados por los efectos de la pandemia de covid-19, más las maniobras económicamente colapsantes de la administración Trump.

El aparecer en la listica endurece cada vez más la vida del cubano. Muchos bancos de terceros países se niegan a realizar las transacciones de los incluidos en la lista por temor a las sanciones estadounidenses. Y aunque esta reaparición de Cuba en tan hipócrita texto no cambia mucho lo que allí se exige al aparecer, aumenta la persecución financiera y el bloqueo en sí. ¡Y claro que el cubano se lo siente!

Fuente: Mate Amargo

Por REDH-Cuba

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