¡Lo que faltaba! Ahora resulta que el triunfo del binomio Andrés Arauz-Carlos Rabascall en las elecciones del 7 de febrero, no se debe tanto al apoyo popular con cuatro millones de votos obtenidos, sino al aporte financiero de 80.000 dólares, supuestamente proporcionado por el ELN de Colombia (Ejército de Liberación Nacional, o los Elenos, según la jerga colombiana). Y no como donación sino como préstamo seguramente efectuado por el Banco Guayaquil de Guillermo Lasso, o el Banco Pichincha cuyo dueño, Fidel Egas Grijalva, lo es también del Canal 4 Teleamazonas, campeón nacional del “anti correismo”.
El embuste que esto significa son ruedas de molino con las que se pretende que comulgue el pueblo ecuatoriano, al que previamente se le ha inyectado dosis de escopolamina a lo largo de toda la campaña electoral.
Vale la pena señalar que estas ruedas descomunales las manejan en dúo, la Fiscal 10/20 ecuatoriana y su parcero Francisco Barbosa, Fiscal General de Colombia, todo en medio de abundante vómito mediático destinado a intoxicar al público con la versión de que los Elenos son un invento de Satanás y símbolos del más crudo terrorismo.
Aquí conviene clarificar dos puntos. El primero se refiere al verdadero carácter del ELN. Surgió al mundo en 1965 con una modesta guerrilla que debutó tomando el pequeño pueblo de Simacota. Desde allí fue creciendo rápidamente, formando distintos frentes en el país, sin que durante sus 55 años de existencia haya podido ser destruido por más de 10 gobiernos, como los de López, Betancurt, Pastrana, Samper, Uribe, Santos, entre otros, hasta llegar al actual gobierno narcotraficante de Iván Duque. Y conste que, para combatir a los Elenos, las poderosas y experimentadas fuerzas armadas de Colombia, han contado y cuentan con el apoyo de las siete bases militares norteamericanas asentadas en su territorio.
La explicación de tan larga data del ELN está en el hecho – se quiera o no reconocerlo- de que se trata de una fuerza política beligerante con implantación en diversos sectores del pueblo colombiano. Además, en sus filas y en sus mandos han figurado numerosos sacerdotes como Camilo Torres, emblema de la Teología de la Liberación.
El segundo punto a clarificar es el siguiente:
Tan cierto es ese carácter de fuerza política beligerante que, incapaz de derrotarlo, años atrás el Estado colombiano viene negociando un acuerdo de paz con el ELN en unión de seis estados garantes: Ecuador, Reino de Noruega, Brasil (con Bolsonaro y todo), Chile (dirigido por el derechista Piñera), Cuba y Venezuela. En cuanto a nuestro país, por acuerdo con Colombia y los demás garantes mencionados, durante cuatro años Quito sirvió de sede a las tratativas entre el gobierno colombiano y el ELN, sin ningún incidente de las partes, en trato cordial y amistoso, solo interrumpido en el año 2018 cuando el gobierno de Lenín Moreno, cumpliendo dictados de Washington, decidió renunciar a ser sede de estas trascendentales conversaciones de paz, abandonando su honroso puesto de garante, como lo sabe bien y debería aclararlo la Cancillería ecuatoriana.
Para completar esta telenovela electoral entra en juego la afirmación de una supuesta versión dejada por un tal “Uriel”, quien nunca fue miembro de los órganos directivos de los Elenos, y que hoy no puede atestiguar nada porque está muerto hace más de un año. (Claro que los socialcristianos lo podrían resucitar dada su notable capacidad para revivir muertos, que la pusieron en juego durante la pandemia en Guayaquil, con cadáveres que nunca aparecieron y muertos anunciados como tales que luego asomaron vivitos y bailando).
(A propósito de esta ridícula telenovela, bien haría el dúo de fiscales en investigar y dar a conocer al pueblo ecuatoriano qué pasó realmente con los tres periodistas de El Comercio, sin que nadie sepa con precisión hasta hoy quiénes ni cómo los mataron en Colombia).
Por lo demás el diabólico cuento del aporte electoral de los Elenos está claramente dirigido a buscar justificación seudo legal para eliminar al binomio Arauz-Rabascall, seguro triunfador en la segunda vuelta a celebrarse el 11 de abril; lo cual, unido al match boxístico entre Guillermo Lasso y Yaku Pérez, no hace otra cosa que sembrar certezas sobre este juego criminal, que podría acabar en la suspensión de las elecciones e implantación de una dictadura militar. Claro, con la venia de la Embajada norteamericana.
Fuente: ALAI