Durante la ofensiva cultural librada por la CIA contra el socialismo, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la agencia de inteligencia estadounidense creada en 1947 se infiltró en todos los espacios de la cultura.

La CIA publicó a autores conocidos que seguían la línea de Washington, realizó múltiples acciones para contrarrestar el arte con algún contenido social, subvencionó a periódicos y periodistas, y compró a artistas e intelectuales.

El proceso que llevó a la derrota del socialismo en el este europeo, tuvo mucho que ver con los efectos en las mentalidades de la intensa guerra cultural que tuvieron que enfrentar durante años, amén de los propios errores de esos proyectos.

Las «revoluciones» procapitalistas ocurridas en el llamado Campo Socialista, a finales de los 80, responden a un guion similar, ajustados a las características de cada nación, en dependencia de la historia y la cultura. En Bulgaria, el guion restaurador se montó sobre los problemas ecológicos que atravesaba ese país; en Polonia, aprovecharon los sentimientos religiosos y el malestar en algunos sectores obreros; en Checoslovaquia, se apoyaron principalmente en el movimiento cultural y político heredero de la Primavera de Praga, etc.

En Praga, el movimiento antisocialista nucleado en torno a un grupo de intelectuales, entre ellos, Vaclav Havel, dramaturgo checo, apoyado desde occidente por los servicios especiales europeos y la CIA, llevó adelante, en 1989, una revolución bajo las banderas de la «no violencia».

Los principales medios de occidente habían promovido durante años la imagen de Havel como el gran líder antiburocrático capaz de restaurar el capitalismo y llevar la libertad a su país.

Havel fue presidente del Círculo de Escritores Independientes, fundador del movimiento Carta 77 y líder del grupo de oposición Foro Cívico. Fue multigalardonado por organizaciones e instituciones en Estados Unidos y Europa, además de mimado por la crítica en occidente.

La Revolución de Terciopelo, como se bautizó al golpe blando que puso fin al socialismo en Checoslovaquia, logró el éxito con relativa facilidad. Vaclav Havel fue electo presidente, el país se dividió en Chequia y Eslovaquia y se aplicaron políticas de choque neoliberales en nombre de los derechos humanos y la libertad de expresión.

El modelo de Praga se ha intentado traspolar una y otra vez a la Habana, pero la imposibilidad de encontrar líderes de una oposición procapitalista, ha obligado a la CIA a fabricar sus propios Vaclav Havel a través de becas de formación de líderes en el exterior, premios y promoción mediática.

Fabricar movimientos artísticos respaldados por prestigiosas organizaciones internacionales, intentar lograr la extraña metamorfosis de convertir el seudoarte en arte de vanguardia, para utilizar a estos elementos en contra de la Revolución, es el propósito que persiguen los servicios especiales estadounidenses.

La fórmula de Praga, utilizada contra Cuba, tiene serios defectos en su concepción y puesta en práctica. La Revolución cubana es auténtica, hija de nuestra cultura y de las ideas, el nacionalismo aquí es fruto del proceso de liberación anticolonial y antimperialista. Desconocer la naturaleza política del poder en la Mayor de las Antillas, les ha llevado y les llevará al fracaso una y otra vez.

Fuente: Granma

 

Por REDH-Cuba

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