Para tratar de responder esta pregunta es necesario identificar los causantes de la crisis política, económica y social de Haití y adentrarse en su historia signada por invasiones, tutelaje y saqueo por parte de potencias imperiales.

En las últimas semanas se han registrado fuertes protestas contra el presidente de ese país, Jovenel Moïse, cuyo mandato ha estado rodeado de controversia desde que ganó las elecciones en noviembre de 2016.

Ante el grito de «¡no a la dictadura!» de los haitianos y la represión por parte de Moïse, la Organización de Estados Americanos (OEA) ni Estados Unidos se han pronunciado. Y es que, como se verá más adelante, tradicionalmente los gobiernos estadounidenses han apoyado a presidentes haitianos autoritarios que son serviles a sus políticas, lo que contradice su supuesta preocupación por lo que ellos denominan «la dictadura de Nicolás Maduro» en Venezuela.

Desde que se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en 2015, se acusó a Jovenel Moïse de fraude. En enero del siguiente año se registraron fuertes protestas en la capital del país caribeño para exigir la salida del presidente de ese entonces, Michel Martelly, y nombrar un gobierno de transición. Entre tanto, Moïse pedía a las autoridades electorales que se reprogramaran los comicios (pautados para enero), como en efecto ocurrió, para finales de ese año.

Por tanto, el argumento de la oposición sería que el mandato del actual presidente concluyó el pasado febrero según la lógica establecida. La crisis institucional se agudizó cuando el poder judicial determinara el 7 de febrero que el mandato del presidente haitiano Jovenel Moïse expiraba ese mismo día, la oposición nombró a un magistrado «presidente de la transición».

El presidente de la transición nombrado es el juez Joseph Mecène Jean Louis, miembro del Tribunal de Casación desde 2011. «Acepto la elección de la oposición y de la sociedad civil para poder servir a mi país como presidente interino de la transición de la ruptura. Que Dios se apiade de la nación haitiana», dijo Mecène en un video difundido por medios.

Entre tanto, Moïse afirma que su cargo continuará hasta 2022 luego de «hacer una interpretación ilegítima de la Constitución». Desde el año pasado gobierna por decreto luego de suspender a dos tercios del Senado, a toda la Cámara de Diputados y a todos los alcaldes del país: «Se ha negado a celebrar elecciones en los últimos cuatro años».

Además de ser sostenido por el gobierno estadounidense, el presidente haitiano según algunos medios es apoyado por bandas criminales cuyos miembros habrían estado vinculados a la policía y cometieron ejecuciones extrajudiciales. Desde el año pasado el auge de bandas criminales que azota comunidades enteras con robos, incendios y violaciones se ha hecho más evidente.

«Según los informes, la alianza G9 se ha beneficiado de los fuertes lazos que ha establecido con el gobierno del presidente Jovenel Moïse. Al parecer, los líderes de la pandilla no son enjuiciados, siempre y cuando ayuden a mantener la paz en los barrios bajo su control. A cambio, el gobierno de Moïse los considera soldados leales que controlan la inseguridad, silencian las voces de la oposición y refuerzan el apoyo político en toda la capital», señala InsightCrime.

Pero las protestas contra «el hombre banana», empresario apodado así por estar vinculado a la producción y exportación de este fruto, no empezaron recientemente. A finales de 2019 hubo una escalada de violencia en varios países del continente, todas con implicaciones directas del Fondo Monetario Internacional (FMI): en Chile el estallido social fue por el incremento de las tarifas del Metro; en Ecuador y Haití por aumento de los combustibles. La única diferencia fue la cobertura mediática que se le dio a estos tres eventos.

Al igual que en las revueltas sudamericanas, en este país caribeño se realizaron marchas multitudinarias y las protestas que dejaron muertos, saqueos y una fuerte represión. En esa oportunidad, lo que empezó como un reclamo por el alza de la gasolina, con fuertes implicaciones en la cotidianidad de los ya golpeados haitianos, terminó con la exigencia de la renuncia del presidente cuando la violencia viró hacia las instituciones públicas y se sumó la policía para exigir reivindicaciones.

El detonante inicial de las protestas en Haití fue el aumento de los combustibles, pero detrás hay otros reclamos contra la intervención, el saqueo, las vicisitudes y la propia historia. Elementos sobres los cuales, en esa oportunidad y en otras, se ha construido un muro.

Según un trabajo especial de la revista Tricontinental dedicado a Haití, este es el país más pobre de América. También es una de las sociedades más desiguales cuyo Producto Interno Bruto (PIB) es el más bajo del hemisferio occidental. De acuerdo a los datos de la FAO, más de la mitad de la población vive inseguridad alimentaria.

La infraestructura estatal quedó más devastada por el terremoto de 2010 y hasta el momento no ha podido ser levantada, lo que desdibuja aún más la presencia del Estado en la sociedad, hecho simbólico si se toma en cuenta el riesgo que corre cualquier país si no tiene control del quehacer político y económico.

A esto se suma que la educación y la salud estén casi en su totalidad privatizadas. Este primer factor incide en la tasa de analfabetismo, la mayor del continente; y la desocupación, que termina siendo absorbida por el crimen organizado que controla el narcotráfico.

Por otra parte, la falta de inversión en el sector agroalimentario promueve la movilización de la población rural a las ciudades más grandes. Esta fuerza laboral importante para el país termina en barrios marginales y no tienen muchas opciones, una de ellas es mantenerse en las colas de las pequeñas fábricas dentro de las «zonas de libre comercio», para ser esclavizada por las trasnacionales manufactureras.

HISTÓRICO ENSAÑAMIENTO

La independencia de Haití fue la primera revolución de esclavos del continente americano y ejemplo para todos los procesos de emancipación en la región. Inicia con una revuelta y liberación de los cautivos explotados liderada por François Dominique Toussaint-Louverture en 1795, y se consolida en 1804 cuando Jean-Jacques Dessalines proclama la República. Esta hazaña resultó una afrenta por la que el país caribeño tuvo que pagar un precio muy alto.

Como retaliación, Francia utilizó su poder militar e influencia diplomática para iniciar un bloqueo contra la recién fundada nación.

En 1825, a pesar de que el país europeo ya había extraído gran parte de la riqueza de Haití, la nación caribeña fue obligada a pagar por las pérdidas que generó la independencia a los terratenientes, de lo contrario no sería reconocido como República. Ya empobrecida y con los cultivos quemados, debía solicitar un préstamo y la condición era que solo se podía recurrir a bancos franceses, lo que resultó una desgracia irónica. La negativa de pago en un primer momento devino en la llegada de buques militares del país europeo a sus costas.

Haití tardó más de un siglo en pagar la deuda calculada en 22 mil millones de dólares.

ASEDIADA POR IMPERIOS

La nación parecía estar saliendo del atolladero cuando nuevamente fue sometida por otra potencia imperial, esta vez del mismo continente.

A principios del siglo XX, fue ocupada militarmente por Estados Unidos por petición del presidente Woodrow Wilson. Los marines fueron enviados para «mantener la paz y la estabilidad» luego de que una turba asesinara al presidente haitiano Jean Vilburn Guillaume Sam, en 1915, tras la decisión de ejecutar a 167 presos políticos.

Durante la invasión, las tropas se apropiaron de las reservas de oro del país. La otra hipótesis que se maneja es la preocupación por la presencia de Alemania y la amenaza que esto representaba para los intereses estadounidenses.

La ocupación duró hasta 1934. Hasta ese momento cualquier insurrección campesina fue desarticulada y los líderes que tuvieron una postura patriótica o antiestadounidense fueron eliminados. Quien tuvo una posición obediente fue Philippe Sudre Dartiguenave y por eso fue «elegido» como presidente. Durante su mandato el dominio era tal que Estados Unidos controlaba la tesorería y la aduana. En ese periodo más de 20 mil haitianos fueron asesinados.

ERA DUVALIER

Posteriormente, aparece en la escena política haitiana François Duvalier, un médico que alcanzó su popularidad por la lucha contra enfermedades tropicales. Después de ocupar varios cargos gubernamentales en esa área, en 1957 se postula como presidente y gana. También conocido como Papa Doc, apela al rescate de la negritud y se impone como un hougan, sacerdote vudú.

 

El performance como deidad vudú y otras circunstancias políticas sirvieron para afianzar su poder y se proclamó presidente vitalicio. A pesar de que se mediatizó la persecución religiosa y política, por el contexto de Guerra Fría, Estados Unidos estableció una alianza estratégica con Haití para contener el auge de los movimientos de izquierda en la región.

Esta política de contención estadounidense también incluía la «cooperación» en materia económica y militar. Con este primer recurso se buscaba imponer el modelo desarrollista que permitiera, a través de pequeños créditos, impulsar la economía local y generar una estabilidad social que pudiera proyectar el modelo capitalista como exitoso.

Parte de estos recursos estarían orientados a la construcción de infraestructura industrial, mejora de servicios, entre otros, y con esto abonar el terreno para la llegada de la inversión estadounidense a explotar la materia prima en condiciones favorables.

OTRA FASE DEL VACIAMIENTO

Este desarrollo no fue posible porque Papa Doc capitalizó toda la ayuda exterior y recursos del Estado. Ejerció una política persecutoria contra los pequeños empresarios y comerciantes a los que, a favor o en contra, perseguía, saqueaba y obligaba a financiar políticas gubernamentales a través de contribuciones directas.

«Quienes verdaderamente controlaron durante esta época el país fueron los empresarios extranjeros, quienes manipularon la economía de la nación y eran defendidos por las brigadas de milicias paraestatales», refiere Georges Fortuné, citado en un texto de Carlos Murgueitio.

La situación económica de Haití se agravó cuando el dictador favoreció a los terratenientes y transnacionales al tiempo que expulsó a los campesinos de las tierras del Estado. A esto se suma el fracaso de dos grandes proyectos de asistencia agrícola impulsados por el presidente Eisenhower, entre los años 1957 y 1961, que canalizaba fondos a través de HADO (Haitian American Development Organization).

En los años 60 la economía haitiana se volvió dependiente de préstamos y la deuda externa se triplicó. En 1963 Estados Unidos bajo el mandato de John F. Kennedy le otorgó a Haití 28 millones de dólares para poner en marcha un proceso de liberalización económica y por aplicación de la receta el FMI aportó otros 6 millones de dólares, señala Murgueitio.

El descontento social y las protestas contra el saqueo, la corrupción y el empobrecimiento fue contenido con el uso de violencia excesiva a cargo los Tonton Macoutes, un grupo paramilitar creado por Duvalier que fungía como órgano de seguridad y estaban subordinados religiosamente a Papa Doc, a quien asociaban con el Barón Samedi, una burlesca deidad cadavérica que concede deseos y determina quién pasa a la otra vida una vez muerto.

Entrenados por la misión militar estadounidense, los Tontón Macuotes mataron a más de 50 mil personas durante las dictaduras de François Duvalier y su hijo Jean-Claude Duvalier, Baby Doc, quien asume el poder desde 1971, cuando muere su padre, hasta 1986.

Decididos a continuar ejerciendo control sobre el país insular, cuando muere Papa Doc, Estados Unidos envió acorazados a las costas de Haití para garantizar la transición de poder a su hijo y evitar obstáculos en este proceso.

La dictadura de Baby Doc resultó incapaz para contener la respuesta popular que lo obliga a huir en un avión militar estadounidense a Francia. Desde ese momento inició una etapa que llamaron duvalierismo sin Duvalier, una sucesión de gobiernos militares que igual mantenían la línea dura de las dictaduras.

Los haitianos para ese momento eran más pobres y menos autosuficientes en cuanto a la producción de alimentos. Muchos vivían de las fábricas estadounidenses como Disney y Kmart, que pagaban 11 centavos la hora a obreros y obreras para coser pijamas y camisetas.

LA ETAPA DEMOCRÁTICA

Irónicamente, para el nuevo periodo democrático que iniciaba, el gobierno norteaméricano y el FMI «recomendaron» a Haití una serie de medidas neoliberales. Esta política terminó de socavar el sector agrícola y se desalentó la inversión en el campo. Además de esto, se debía pagar la deuda contraída por los dictadores.

El descontento social se aglutinó en un movimiento político liderado por Jean-Bertrand Aristide, exsacerdote contrario a las élites de poder que dejó el duvalierismo, que en 1991 ganas las primeras elecciones democráticas del siglo. Después de varios meses en el poder recibe un golpe de Estado encabezado por Raoul Cedras, quien era señalado como miembro de la primera generación de los Macuotes. Aristide volvió al país en 1994 con el apoyo de la comunidad internacional y las tropas de Estados Unidos.

Aristide impulsó una serie de reformas que promovían la igualdad y fue primer presidente en hacer un justo reclamo a Francia por la deuda histórica que tardó más de un siglo en ser pagada.

Aristide fue elegido nuevamente como presidente en 2004. Este nuevo escenario político era complicado en tanto que tuvo que enfrentar el bloqueo de la ayuda internacional y las protestas antigubernamentales. Tras el secuestro por fuerzas militares estadounidenses, Aristide fue obligado a abandonar el cargo. La crisis social devino en una nueva ocupación por parte de la Fuerza de Estabilización de la ONU (MINUSTAH). Posteriormente, se demostró que esta fuerza militar estuvo involucrada en actos de tortura, violaciones y trata de personas, prostitución a cambio de comida y tráfico de drogas.

ALTRUISMO SELECTIVO

Si el panorama era dramático, con el terremoto de 7.3 en la escala de Richter que se registró en 2010 se desnudaron realidades más atroces. El movimiento telúrico dejó un saldo de más de 200 mil muertos, el colapso general de la infraestructura de Haití, miles de personas sin hogar y, por ende, más pobres. Debido a la magnitud del acontecimiento el país fue noticia por unos días y nuevamente cayó en el olvido.

Durante la efervescencia del momento mediático, gobierno, ONG, artistas, entre otros, ofrecieron recursos que se contabilizan en más de 5 mil millones de dólares para atender la emergencia y reconstruir el país. Parte de ese dinero nunca llegó al gobierno de Haití. Uno de tantos casos corrupción fue el de la Cruz Roja de Estados Unidos, que con la cantidad descrita anteriormente solo construyó seis casas en cinco años.

A esta catástrofe se suma la introducción deliberada de un brote de cólera por parte de las tropas de la ONU, quienes descargaron aguas residuales sobre el río Artibonite (el más largo de la isla). Esta enfermedad mató a más de 8 mil personas. Irónicamente, en la web del organismo hablan de la misión de las MINUTAH en Haití y entre varios aspectos destacan la movilización de recursos para ayudar en la labor de atender a las víctimas y contener y abordar el brote de cólera de octubre de 2010.

La deuda externa de Haití se estimaba para finales de 2019 en unos 890 millones de dólares, de los cuales el 41% corresponde al BID, su mayor acreedor, y el 27% al BM, refiere Telesur. Esto derriba el mito de la «ayuda humanitaria» en tanto que mejor ayuda sería condonar la deuda del país caribeño con Occidente.

La clave de las protestas de 2019 fue el aumento de los combustibles, medida del FMI que también incluía la privatización del sistema eléctrico. La crisis se agudizó en 2018 cuando Venezuela, por el bloqueo económico impuesto, dejó de enviar combustible subsidiado a Haití a través de Petrocaribe. Esto obligó al país a acudir a petroleras estadounidenses, con precios más elevados.

Si bien el aporte de Petrocaribe no soluciona los problemas, este representaba un aporte importante para el subsidio del combustible. El chantaje de Estados Unidos ha impactado en decisiones de Haití en la OEA, quien hasta ese momento acompañaba a Venezuela en las decisiones que se tomaban en el órgano multilateral.

Vale decir que para Estados Unidos fue imperativo frenar cualquier tipo de alianza estratégica que interrumpiera sus planes de mantener a algunas naciones bajo su influencia y tutelaje.

Paradójicamente, el país que primero logró zafarse del yugo de una corona europea es el menos autónomo por las razones que ya vimos tangencialmente acá. Para tratar de responder la pregunta que titula el presente informe fue necesario el recorrido por las vicisitudes de Haití desde la independencia hasta ahora. Lo que pasa actualmente es la continuidad de los mismos procesos leoninos que han signado al país caribeño desde su fundación como república.

Fuente: Misión Verdad

Por REDH-Cuba

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