Se cumplen 200 años desde que nuestro Libertador Simón Bolívar, junto a hombres y mujeres patriotas, consolidaron la victoria de la lucha independentista contra el imperio español. Mientras batallaba contra los realistas profetizaba sobre el destino de Estados Unidos de plagar de miseria Nuestra américa en nombre de la libertad. Doscientos años después, el imperio estadounidense ejerce sus más feroces y criminales acciones contra el pueblo de Venezuela.

En este contexto, que además coincide con una pandemia, hemos sido convocados al Congreso Bicentenario de los Pueblos, espacio de encuentro de organizaciones y movimientos populares que, bajo el lema de la unidad, compartan una agenda de lucha por la emancipación y en defensa de la humanidad. Resumo y sistematizo aquí mis propuestas para el Congreso, algunas ya expuestas en otros espacios y momentos.

Contra el bloqueo económico y financiero imperial

Denunciar y rechazar con fuerza las medidas coercitivas unilaterales impuestas por EEUU es algo que, sin descanso debemos continuar haciendo. Resaltar el carácter criminal de dichas acciones por los efectos devastadores en los pueblos no debemos dejar de mencionarlo.

Adicionalmente es necesario emprender acciones para impedir que el imperialismo continúe con estas prácticas genocidas las cuales se sustentan en la configuración del actual sistema monetario y financiero mundial construido en 1944, el cual se basa en la hegemonía del dólar estadounidense como moneda de referencia del mundo, la decisión unilateral de EEUU de crear el petro-dólar en 1971 y con ello la consolidación del monopolio, por parte del imperialismo estadounidense, del sistema de compensación de transacciones financieras a nivel mundial.

En este escenario proponemos que los países que recientemente conformaron la coalición contra las “sanciones” (China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Argelia, Angola, Bielorrusia, Bolivia, Camboya, Cuba, Eritrea, Laos, Nicaragua, Palestina, San Vicente y las Granadinas, Siria y Venezuela) además de sumar al resto de los países que históricamente han estado en contra de los bloqueos, o sea todos menos EEUU e Israel, soliciten oficialmente ante la Asamblea General de Naciones Unidas revertir el Acuerdo de Bretton Woods, concretamente: 1) eliminar la exclusividad del dólar estadounidense como única moneda de reserva internacional; 2) basar el sistema monetario en múltiples, muchas, monedas de reserva, 3) permitir que el petróleo, cualquier fuente de energía y en general todos los bienes y servicios puedan ser transados con diferentes monedas y mecanismos de intercambio y no exclusivamente con el dólar; 4) autorizar la creación de múltiples sistemas de compensación de pagos y eliminar la exclusividad de la Reserva Federal y su alcabala financiera SWIFT, 5) Democratizar el Fondo Monetario Internacional con la participación igualitaria de todos los países miembros de la ONU.

Contra el monopolio del complejo médico industrial

Las miserias del sistema capitalista se manifiestan en la desigualdad para acceder a la vacuna contra el Covid-19. Mientras en los países ricos, 1 persona es vacunada cada segundo, en los países pobres ni siquiera ha iniciado la vacunación. La causa principal es que, un puñado de empresas farmacéuticas con el objetivo de resguardar sus ganancias y amparándose en su “derecho de propiedad intelectual” se niegan a ceder sus conocimientos y tecnología de manera que otros muchos laboratorios a nivel mundial fabriquen rápida y masivamente las vacunas para inmunizar a la humanidad. Eliminar las patentes de la vacuna contra el covid-19 y por lo tanto el monopolio de estas empresas que, en estos momentos le otorga un gran poder mundial, es un clamor de todos los pueblos.

Si bien se han emprendido campañas a nivel mundial contra dichas patentes, a las cuales proponemos sumarnos en el marco del Congreso Bicentenario de los Pueblos, es necesario que, dada esta clara evidencia de los efectos inhumanos de la mercantilización de la salud a través de los derechos de propiedad intelectual, se oficialice la solicitud ante la Organización Mundial del Comercio de la anulación del Acuerdo de Propiedad Intelectual para todos aquellos bienes asociados a la salud y la vida que fue aprobado en 1995 en dicho organismo.

El derecho a la propiedad intelectual no debe estar por encima del derecho a la salud y a la vida. Imaginemos el mundo si Jonas Salk hubiese aceptado patentar la vacuna contra la poliomielitis, prácticamente ya erradicada. O imaginemos a la humanidad si Edward Jenner hubiese exigido una patente de la vacuna contra la viruela, afortunadamente erradicada en 1977.

Contra la explotación y desigualdad capitalista

El fracaso del sistema capitalista para dar respuestas a la humanidad se ha hecho más que evidente en estos tiempos de pandemia. A inicios de 2020 más de 820 millones de personas padecían de hambre en el mundo, mientras tanto, 2.000 multimillonarios concentraban más riqueza de la que podrían gastar, aunque vivieran mil vidas (OXFAM). El 1 % más rico de la población se apropiaba del 84% de la riqueza que, de paso es producida por la clase obrera.

Esta desigualdad aumentó en tiempos de pandemia: 12.000 personas adicionales murieron diariamente de hambre en 2020, mientras tanto, los millonarios del mundo, en menos de 9 meses, entre marzo y diciembre, aumentaron su fortuna de US$ 8 millones de millones a US$ 12 millones de millones. Este año se han sumado 500 millones más de pobres a los 3500 que se contabilizaban en 2019.

Mientras la burguesía acumuló y concentró más riqueza en 2020, incluso y a pesar de la caída de 3,6% de la producción mundial (Banco Mundial), la clase obrera sufrió no solo el impacto de una pérdida de 255 millones de empleos a tiempo completo, sino que además, el salario real para quienes conservaron sus empleos, disminuyó a nivel mundial (OIT). De hecho, es justamente esa contradicción entre el salario y la ganancia lo que explica la desigualdad en la distribución de la riqueza.

Proponemos, mientras avanzamos hacia otro modo de relaciones sociales de producción menos explotadoras, solicitar formalmente ante la ONU y en particular a la Organización Internacional del Trabajo, que no solo se publiquen los datos de crecimiento económico (PIB) como el principal y casi único indicador para mostrar el “éxito” de una economía, sino que sean los indicadores de la distribución de la riqueza entre trabajo y capital los que aparezcan en la primera página de todos los periódicos diarios a nivel mundial para así aumentar la conciencia de clase ante indignantes números.

Proponemos, en el marco del Congreso Bicentenario de los Pueblos, que se solicite en la Asamblea General de la ONU incorporar en los objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 disminuir la desigualdad en la distribución factorial de la riqueza con metas explícitas y claras que reviertan la vergonzosa tendencia de acumulación y concentración del capital. Lo cual pasa necesariamente por disminuir la brecha entre la ganancia y el salario en cada fábrica o entidad de trabajo, o sea, disminuir la explotación al trabajo que tanta miseria y hambre ha ocasionado a la humanidad.

Por REDH-Cuba

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