Una vez sentados, en sus sillas de «mando» respectivas, el club empresarial que gobernará en Latinoamérica arreciará su ofensiva mediática en la fase de silenciamiento, invisibilización y satanización de opositores. Está todo listo para atacar rápido. Dirán que lo recibido del gobierno anterior es todo mentira y desastre, todo crisis y todo sospechoso. Llamarán a sus auditores y a sus leguleyos para engordar a sus operadores de medios. Mostrarán en público sus lágrimas hipócritas por un Estado quebrado y protagonizarán la telenovela más costosa de la historia dando las «malas nuevas» a ese pueblo al que (en campaña) prometieron puras «buenas nuevas».

Mientras tanto, en los sótanos de la política de empresarios devaluarán la moneda, encarecerán los productos básicos, suspenderán derechos adquiridos y, principalmente, demolerán el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Todo en tiempo récord antes de que los «reyes magos» vengan cargados con políticas de austeridad, ajuste y represión. Consumatum est. Ellos levantarán tras bambalinas las fortunas más obscenas de los tiempos que corren y, para camuflar su borrachera de saqueos, llorarán por la «tele» el desastre que les dejó el gobierno anterior. Escucharemos todas las baratijas ideológicas burguesas proferidas hasta las náuseas. Y tan campantes ellos.

Bases militares y bases mediáticas

Pero no se trata de cualquier camuflaje. Esta vez sacarán de la chistera mediática los conejos de la invisibilización y la palabrería adquirida para transferir la culpa a los opositores. Todo será culpa del «populismo» anterior, del «oficialismo desplazado», de las políticas para mantener a vagos «que nunca pagaron» y desde luego, será culpa de los pueblos que aceptaron las dádivas de los «comunistas», que nos engañaron con «la distribución de la riqueza» y la «inclusión social»… Veremos cómo los paladines del mercado escupen al frontispicio del Estado. Eso sí será televisado.

Veremos proliferar una lista larga de programas televisivos de estilos bravucones pretendidamente «periodísticos» bajo el supuesto de que con el modo de información majadero basta y sobra, mientras, la realidad se diluye entre palabrería efectista y anuncios publicitarios. Es una guerra para hacer sucumbir la voluntad democrática que partió a la mitad el espectro electoral y para saquear íntegramente a la clase trabajadora. Reinarán la mediocridad y la falacia supina. Reinarán la chabacanería, la simplonada y la superficialidad de la farándula «informativa», disfrazadas se severidad tecnócrata. Serán modelo de gobierno en los medios las miserias del «oficialismo» mercachifle y las manías estéticas de las peores mafias oligarcas que medran en Argentina y en Latinoamérica. Esto nadie se lo merece.

Podemos escribir el horóscopo nuevo de la movilización mediática más rancia. Podemos planificar la trayectoria de los golpes que nos darán, veremos venir los obuses aire –tierra y tierra-conciencias mientras nos narran, «en tiempo real», cómo nada de lo que padecemos es verdad y que «todo depende de cómo se le vea». Podemos entrar al infierno del espectáculo bancario de ellos a ver crecer sus cuentas y sus inversiones, sus propiedades y sus transacciones. Podemos cuantificar el horror y enterarnos de cuánto gastan en armas y en «defensa» para reprimirnos y encarcelarnos mientras ellos salen en la tele como garantes de la paz burguesa. Película que hemos visto y contado hasta la ignominia, ahora en la cartelera de una nueva temporada en el infierno neoliberal.

El olfato revolucionario de los pueblos y su aprendizaje histórico serán puestos a prueba en la refriega mediática preparada para negarlo todo, para desfigurarlo todo. El objetivo es provocar desconcierto, duda y parálisis. Desatarán una guerra civil simbólica para hacernos dudar hasta de nuestra sombra; para que todo eso en lo que creemos y por lo que luchamos parezca traicionado por nuestros compañeros, y hasta por nosotros mismos. Para hacernos creer que fuimos traicionados, precisamente, por lo que ganamos en la «década ganada». Dirán falacias a mansalva para convencernos de que la distribución de la riqueza es una antigualla ideológica y que hoy lo cool, lo nice, lo progre es que cada quien se salve como pueda… especialmente con base en la desmemoria y el individualismo. Y esperarán que les estemos agradecidos. ¿Es esto un pensamiento paranoico que jamás ocurrió en España, en Grecia, en México, en Argentina…?

Una parte, acaso no menor, de la derrota sufrida por nuestros pueblos ante los gerentes del mercado neoliberal proviene de los campos comunicacionales y de la formación de la conciencia crítica que, con todo y lo avanzado, presenta un frente débil por el que se escurrieron las matrices ideológicas más perversas capaces de conducir a muchos electores al cadalso de sus propios votos. En ese frente urge una recomposición inmediata, una estrategia muy creativa y muy resistente dispuesta a trabajar -sin reposo- en el blindaje de las convicciones y de los programas de lucha. Ellos van a desfigurar todo pensamiento popular, ellos quieren convencernos de que siempre hemos estado equivocados, de que su mundo feliz, oligarca y «vendepatria» es lo mejor que pudo habernos ocurrido y que hemos de estar agradecidos de que nos engañen, nos humillen y nos usen para enriquecerse. Y cuentan con los «medios de comunicación», sus medios.

Esta fase de la batalla verá –como nunca– agudizadas, tecnificadas y actualizadas las ofensivas mediáticas contra el pueblo, es urgente comprender esta lucha. Sin un frente comunicacional de los pueblos, dispuesto a defender a trabajadores, sus derechos y sus convicciones más dignificantes, el gobierno de los gerentes batirá con plena libertad sus alas de buitre sobre los cielos del saqueo y esperarán que nosotros aplaudamos. Ya lo hemos visto.

Fuente: Granma

Por REDH-Cuba

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