Las impresionantes manifestaciones de solidaridad con Cuba y contra el bloqueo realizadas en setenta ciudades del mundo el pasado fin de semana constituyen el preludio de una nueva victoria cubana en la Asamblea General de las Naciones Unidas en junio próximo.
Fueron notables por su diversidad las iniciativas desarrolladas en varios continentes durante la Tercera Caravana Mundial de Solidaridad con Cuba desarrolladas por integrantes del movimiento de amistad con la nación antillana, así como por emigrados cubanos residentes en Europa, Estados Unidos y otras naciones.
La pandemia no impidió el éxito de esta Caravana cuyas imágenes fueron proyectadas por la televisión cubana y ampliamente difundidas por las redes sociales, con caravanistas que marcharon a pie, en bicicletas, motos, automóviles y también en lanchas y otras embarcaciones, como las que desfilaron por la hermosa bahía de Cienfuegos, en el centro sur de Cuba.
El reclamo unánime contra el bloqueo yanqui, que fue cruelmente recrudecido durante el cuatrienio del mandato de Donald Trump, estuvo dirigido también a la actual administración presidida por Joe Biden, quien luego de más de cien días en el gobierno no ha cumplido sus promesas electorales de revertir las abusivas medidas de su antecesor en la Casa Blanca.
Además de Cienfuegos, donde en su preciosa bahia se desarrolló una vistosa regata contra el bloqueo yanqui, las calles de Ciego de Ávila, capital de la provincia cubana del mismo nombre, fue el escenario de un amplio desfile popular reclamando el fin de un ilegal e inmoral bloqueo que castiga a las familias cubanas desde hace seis décadas.
El miércoles 23 de junio Cuba presentará por vigésimo novena ocasión ante la Asamblea General de la ONU el proyecto de Resolución que pide poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América, la cual ha sido siempre apoyada por la inmensa mayoría de los paises miembros de las Naciones Unidas.
La Tercera Caravana pidió al gobierno de Biden, entre otras medidas, reactivar la Embajada de Estados Unidos en La Habana; restaurar el programa de reunificación familiar suspendido por Trump en 2017; permitir que las aerolíneas estadounidenses vuelvan a volar a las provincias cubanas; permitir los envíos ilimitados de remesas a Cuba, y decretar la libertad de los estadounidenses de viajar a Cuba.
A esos justos reclamos podrían agregarse muchos otros, como el fin del criminal bloqueo, el desmantelamiento de la base militar yanqui establecida hace más de un siglo en el territorio cubano de Guantánamo, el cese de las transmisiones ilegales de radio y televisión hacia Cuba, la suspensión de fondos destinados a derrocar la Revolución Cubana y eliminar la reciente inclusión de Cuba en la ilegal lista de naciones que no cooperan con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo.
Todo eso podría realizarse si los gobiernos de Estados Unidos respetaran la Carta de las Naciones Unidas, pues desde 1992 la Asamblea General de la ONU ha aprobado la resolución contra el bloqueo a Cuba, que Washington ha ignorado, como muestra de su proverbial irrespeto al Derecho Internacional.