Un desmemoriado no es un ausente de recuerdos, es un abochornado de lo vivido, alguien que renuncia a sus antepasados.

Al concierto de la desmemoria nos invitó Obama en el 2016 y el corifeo mediático “de allá”, insiste en ello maquiavélicamente.

No hay ser más vulnerable que el que desconoce su identidad. Sencillamente es “Nada” y “Nadie”. En la dimensión de pueblo es su auto invisibilización. Hacia ese objetivo van los Depredadores de la Historia.

En mis manos un libro sin la fosforescencia de “Best Seller”, de un autor anémico en lo mediático, escrito en un tiempo desmemoriado y que habla de una historia magra de recuerdos y cuentos.

De la desmemoria voluntaria o la inducida por la Guerra Cultural se aprovechan los depredadores del Imperio, para tergiversarla y malversarla en el comercio ideológico y de la Historia.

El título del libro: “Guantánamo Bay”. Su autor: “Rigoberto Cruz Díaz”. Publicado en 1977 por la Editorial “Oriente”. El libro fue “Mención” del prestigioso concurso de Literatura de la “Casa de las Américas”.

El libro expone textual y desgarradoramente, cómo el Gobierno Interventor Norteamericano, bajo el mando del Brigadier General, Leonard Wood, impuso el “Reglamento Especial para el Régimen de Prostitución en Cuba”, se recoge, además, el “Bando Militar No.1 de 1898”, donde la primera medida yanqui en Cuba fue imponer el Bloqueo Naval Total y el bombardeo indiscriminado contra la Isla. Se recogen deshumanizados testimonios de víctimas de la prostitución en el país.

Del humillante y aberrante Reglamento les converso:

El Artículo II autorizó, bajo el totalitarismo del reglamento, a que se ejerza la prostitución en Cuba, en vez de erradicarla y rebajó a la condición de semi esclavitud (pues recibían una mísera paga en condiciones degradantes) a las más de 100 mil mujeres (Cuba tenía para entonces una población, un poco más de un millón de personas) que se vieron obligadas a practicar el deshonroso trabajo.

El Artículo IX, en su inciso b), refleja cómo esas mujeres tenían que de forma obediente y mansa, dejarse “reconocer”, en buen cubano: “toquetear”, por el facultativo asignado “en la forma que el médico crea deba practicarlo”, así reza en el Reglamento. Y si por cualquier razón no quisiesen aceptar la humillación, entonces serían detenidas, dirigidas a una oficina policía, multadas… y luego ¡examinadas! por el médico…, ya sabemos cómo…

En ese artículo, que es de prohibiciones y obligaciones, se les prohíbe saludar en público (aunque estén en un espacio ajeno a su “trabajo”), transitar en carruajes descubiertos por calles y paseos, andar dos juntas fuera de la demarcación asignada, visitar teatros de “primer orden”…, en fin, no podían ser mujeres dignas.

En la Europa del medioevo y en los primeros pasos del actual imperio norteamericano, a las mujeres así o declaradas así, se les marcaba en una parte visible del cuerpo con una letra, a hierro incandescente…, sin el fuego inquisidor, esas mujeres fueron marcadas por el hierro de la ignominia.

El Artículo X reglamentó la obligación de estas mujeres a vivir bajo el oprobio de una Matrona, Ama o Jefe de Servicio, con la onerosa prerrogativa de vivir fuera del burdel, en condiciones de aislamiento y sin derecho de recibir visita de hombre alguno, excepto del Médico del servicio, y ya sabemos para qué, como quedó señalado en el Artículo XII.

Sois los dueños de ellas les “solicitaban”, tenían que abandonar la licencia y quedar nuevamente aptas para el servicio. ¡Nunca quedarían libres del Reglamento!

El final lo cito textualmente:

“Nuestra misión ha sido edificar una república anglosajona en un país latino, donde aproximadamente el 70% de la población es analfabeta, en una colonia militar latina, una república calcada exactamente de nuestra gran república”.

De tal destino manifiesto nos siga salvando el Creador. Nunca entendí que tenía que ver esa especie de coletilla normativa en el cuerpo del documento “prostibulario”, pero a los ojos de los desmemoriados y amnésicos, me hinca una pregunta: ¿será diferente esa visión de la que tienen de nosotros ahora, nos ofrecerán otro destino en una supuesta Cuba sin Revolución ni Socialismo?

Como dice Reynaldo Taladrid, analista cubano: “Saque usted sus propias conclusiones”. En mi caso, la Historia me ayudó a que sacara las mías.

Dr.C. Alberni Poulot Cumbá, Profesor de la Cátedra de Historia-Marxismo Leninismo Universidad de Las Tunas. albernipoulot@nauta.cu

Twitter REDH-Cuba: @edhcuba

 

Por REDH-Cuba

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