Cuba está en peligro, en grave riesgo, cuando el imperio decadente ha instalado allí una quinta columna de traidores a la patria, que actúan a sabiendas  que la situación  es muy difícil en el marco de una pandemia que está asolando a la humanidad, en un país bajo un sitio de guerra criminal impuesto por Estados Unidos desde hace más de 60 años, cercando a la isla, profundizado por más de 240 sanciones en estos últimos años para asfixiar  al pueblo heroico del  país caribeño.

El ataque de extrema violencia mediática, dentro del esquema de una implacable guerra contrainsurgente,  con millones de mensajes falsos, apropiación de nombres de personas que nunca firmaron, instalación de fotografías, que fueron tomadas en otros países en distintas circunstancias, intentó impactar con una presunta insurrección popular multitudinaria en el relato, de las redes del poder hegemónico mafioso y terrorista. Era el perfecto armado de un golpe de efecto para confundir al mundo.

Una burbuja aterrorizante  que duró el tiempo necesario para que se alinearan rápidamente los eternos sirvientes del imperio, los cómplices y siervos  cuyo único objetivo  es complacer al amo y entregar  la patria despedazada, como sucede en Colombia.

Mientras distraen con el intento de golpe a Cuba, en nombre de los derechos humanos se reprime al pueblo colombiano que  sigue recogiendo cadáveres de personas desaparecidas por la brutalidad de las fuerzas de seguridad, contra  las  masivas protestas populares, muchas  de ellas decapitadas, despedazadas  con las motosierras, una de las torturas más temibles que practican los paramilitares de ese país.

Ante esta insurrección del pueblo colombiano, que hace más de dos meses  está en  las calles, enfrentando una represión brutal que dejó centenares de muertos y  desaparecidos,  miles de heridos y detenidos, mujeres violadas por integrantes de las fuerzas de seguridad, sin lograr  ninguna reacción de los “democráticos y humanitarios” organismos internacionales.

En el caso cubano los mercenarios mediáticos se apresuran ahora tratando de ganar en esa maratón de criminales, un nuevo cheque enviado a sus abultadas cuentas en los bancos del sistema. Es el tipo de mercenarismo más cómodo y lucrativo. El placer por degradar y decapitar  simbólicamente a un ser humano,  está en la misma escala del perverso placer  de los asesinos seriales del paramilitarismo de turno.

Por su parte, el presidente de Cuba Miguel Díaz Canel y  el gobierno revolucionario en su conjunto, están al frente de la resistencia para una vez más derrotar  la maquinaria imperial, que ha mantenido una guerra terrorista contra ese país por más de medio siglo, violando todas las normas internacionales, los derechos humanos y los derechos de los pueblos.

Si este bloqueo impuesto al pequeño, pero  inmenso país del Caribe, resultó ser  el sitio de guerra más largo de la humanidad, también lo es la resistencia del pueblo cubano, que junto a su gobierno,  nos amparó solidariamente tantas veces, enseñándonos  la dignidad, la conciencia revolucionaria, la más humana forma de amor, la mano tendida, el corazón abierto ante los humillados, los “condenados de la tierra”.

Sólo una gran fe en la humanidad  puede hacer posible el mayor ejemplo de resistencia que recuerde el mundo, que anida allí, en una isla pequeña del Caribe, que hizo  de la solidaridad un modelo  y se enfrenta a la mayor potencia imperial del mundo, cuya decrepitud es evidente y por eso mismo cada día es  más salvaje.

Cuba es el único país verdaderamente independiente en nuestra región, que  cercado, rodeado, demostró cómo puede desarrollarse un proceso revolucionario auténtico que ha convertido a una isla- de poco más de 11 millones de habitantes en una extensión  de 109. 884 Km2,  a 90 millas de la costa de Estados Unidos, la sede imperial.- en una potencia en educación, en cultura, en salud en Ciencia y Tecnología, en dignidad, en el vuelo de la imaginación creadora, que es uno de los mayores logros de la revolución cubana bajo asedio.

En estos momentos ese mismo país- que envió sus médicos a cualquier lugar del mundo donde lo requirieran, tanto países muy poderosos como los más olvidados, para ayudar a salvar vidas durante la primera gran oleada de la pandemia de Covid 21- está bajo un guionado intento de provocar una forma insurreccional, una falsa  “primavera” cubana considerando que después de las nuevas sanciones aplicadas por el ex presidente de EE.UU Donald Trump, mantenidas por  el demócrata Joe Biden,  la tenaza  se ha cerrado cada vez más en el cuello del pueblo cubano.

En momentos de pandemia, impedir la llegada de insumos sanitarios, desde jeringas y agujas para inyectar vacunas,  hasta respiradores, equipos y productos imprescindibles, alimentos y otros para cubrir las necesidades acuciantes de la población es un crimen de lesa humanidad, cuyo objetivo es arrinconar a una población  hasta la desesperación, momento en que  debían actuar sus mercenarios internos.

Si las consecuencias de la pandemia ya son  una tragedia para la humanidad, imaginemos  lo que significa para la isla de Cuba rodeada por el  Mar Caribe, donde desde hace más de medio siglo su pueblo  debe renacer cada día, porque es el objetivo central, nada menos que de la potencia imperial más grande y terrorista del mundo.

Esa potencia se ha convertido en una pandemia permanente para todos los pueblos, aún bajo colonialismos encubiertos o  neocolonialismos, un eufemismo para expresar las diversas formas de dependencia que nos están asfixiando en este siglo XXI.

Las nuevas tecnologías digitales y otras, que hubieran servido para comunicar a pueblos soberanos, facilitando los grandes proyectos pensados para  el desarrollo humano más armonioso que pudiera imaginarse, están siendo utilizadas para la salvaje extorsión a un pueblo hermano, tratando de llevarlo  a la rendición,  una de la tácticas de sumisión más encubiertas que utiliza la Red de Propaganda Imperial que intenta esclavizar a la humanidad y degradar a los seres humanos.

A eso agregamos el entorno de los últimos sucesos, como el asesinato reciente, el pasado 7 de julio  del presidente de Haití Jovenel Moïse por un grupo de mercenarios que  irrumpió en su casa, y cuya esposa herida en el hecho, llevada a un hospital de Miami, pidió la “intervención” de Estados Unidos, lo que aumenta la dura tensión en esa región.

Se demostró la intervención en el hecho de mercenarios colombianos y de Estados Unidos, incluyendo a la DEA, en este crimen mafioso, contratados por una empresa de Miami,  dedicada a operaciones especiales que integran también algunos miembros activos y retirados del  gobierno de Estados Unidos.

La empresa CTU Security -registrada como Counter Terrorist Unit Federal Academy LLC- del venezolano Antonio Enmanuel Intriago Valera,contrató a los 26 colombianos para actuar en Puerto Príncipe y fue creada para actuar contra el gobierno del ex presidente Hugo Chávez en Venezuela. Ahora el gobierno de este país denunció que la misma CTU Security habría estado involucrada en la logística del intento  de asesinar al presidente Nicolás Maduro el 4 de agosto de 2018.

En estos momentos otro grupos de mercenarios paramilitares colombianos han sido detenidos en Venezuela, cometiendo acciones  de extrema violencia,  actuando como bandas de delincuentes lo que fue desbaratado por las Fuerzas Armadas patrióticas de ese país, también bloqueado y asediado.

Nadie puede descartar nada en esas circunstancias, mientras la flota de Estados Unidos sigue rondando por el Pacífico y el Atlántico y Cuba denuncia en estas horas la posibilidad de que intenten rodear a la Isla.

También en el contexto aparecen : la amenaza de intervención en Nicaragua, después del fracasado intento de golpe de Estado en 2018, que dejó muerte y destrucción, para derrocar al presidente Daniel Ortega, en forma  similar a lo realizado por el opositor Leopoldo López, con  la misma escenografía en Venezuela en 2017 para derrocar al presidente Maduro, que también derrotado dejó muerte y destrucción.

En estos momentos ante la certeza de que el Frente Sandinista de Liberación Nacional  (FSLN) gane en las próximas elecciones de noviembre en Nicaragua, aparece  la sombra de otro golpe la documentación que evidencia la entrega de millones de dólares de Estados Unidos a Fundaciones y ONG de la oposición derechista nicaragüense que como los “insurrectos” de Cuba también piden la intervención de Estados Unidos.En cualquier  país del mundo eso se  llama traición a la patria.

.En el mismo sentido hay que considerar la extrema tensión existente en Perú, donde no se reconoce en forma oficial al ganador, el maestro rural y dirigente sindical Pedro Castillo a escasos días de que este debe asumir el gobierno, mientras la coalición de derecha que lo enfrentó ha llamado también a un golpe militar. Perú Como Colombia tiene una cantidad de bases militares, tropas  y establecimientos estadounidenses, que son parte de la Red de militarización extranjera del Pentágono en nuestra región.

El golpismo contra Cuba afecta a la región del Caribe y de Centroamérica, pero también a toda América Latina,  lo que debe ser tenido en cuenta tanto  como la sed de venganza  de Washington ante su derrota durante la reciente votación en la Asamblea de la ONU donde 184 países del mundo votaron  para que se levante el bloqueo a ese país, lo que fue  vetado por Estados Unidos y su socio Israel.

 Preocupan en Washington los levantamientos insurreccionales de los pueblos, que como en Chile, han regresado triunfales a la escena política o la demostración histórica del pueblo boliviano, que a pesar del golpe de Estado de noviembre de 2019, nunca salió de las calles hasta recuperar el gobierno del Movimiento al Socialismo vía electoral sólo un año después del siniestro golpe encabezado por la Organización de Estados Americanos(OEA).

La injerencia de Estados Unidos en América Latina está violentando la situación en todos nuestros países, donde los pueblos están intentando salir de su control,  cuando el poder hegemónico trata de avanzar en su Plan Geoestratégico de Recolonización de nuestra región. Nosotros somos su díscolo “patio trasero” con grandes reservas de recursos naturales,  que no están dispuestos a perder.

Nuestra América es un territorio en disputa, en el marco de una  desesperada carrera imperial  ante la aparición de otras grandes potencias que lo obligan a un equilibrio, que creían se había esfumado para siempre,  lo que puede  afectar su sistema de dominación regional.

Parece  no haber considerado los expertos del poder hegemónico que durante más de la primera década del siglo XXI, se logró plasmar el más importante proyecto de integración, con características emancipatorias y en la diversidad de gobiernos como fue la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas(Celac) a fines de 2011.

Detrás de este logro estaba la más extraordinaria rebelión de los pueblos de la región desde mediados de los 90 contra el neoliberalismo, que fue derrotado en las calles y las carreteras, instalando nuevos protagonistas en el escenario de la resistencia.

Poco se habla de este significativo logro de principios de este siglo, gracias a lo cual se vivió   una verdadera “primavera” en toda la región, con varios gobiernos populares que unidos eran una fortaleza y que conformaban un bloque de características muy distintas a los conocidos. Cuba fue parte medular y su presencia en la región fue un enorme desafío para los controladores imperiales,

Mucho de lo que hoy sucede asoma como brote en esas raíces sembradas a principios de este siglo. Cuba dejó de ser la imagen del cuento de la Cenicienta o del ogro y por primera vez estuvo entre nosotros, sus dirigentes debatiendo en la gran mesa de una región que comenzaba a recuperar su condición de soberanía y su derecho a la independencia.

Tampoco se ha evaluado que mediante los Congresos populares que acompañaban cada reunión de las Cumbres Latinoamericanas, sucedió el mayor intercambio de nuestros pueblos a todos los niveles. Nos redescubrimos como hermanos y esto es lo que sigue viviendo entre nosotros, como una experiencia única y enriquecedora.

El enemigo es el mismo con las mismas mañas aunque más salvaje y sin máscaras, pero nosotros no somos los mismos después de los abrazos continentales. Hoy sabemos que esa  guerra  terrorista que se le aplica a Cuba amenaza a América Latina  y a la humanidad por sus características y por la casi apocalíptica asimetría entre el agresor y el agredido.

Por eso esta es la hora de la rebeldía continental contra el intento de avanzar sobre Cuba, entendiendo que Estados Unidos cree que derribado el bastión de la dignidad de Nuestra América, podrá avanzar sobre nuestros territorios.

LOS EFECTOS DEL GOLPE.

Transcurrido el efecto “golpe” de las primeras horas del envío de más de dos millones de mensajes, de una cantidad de cuentas falsas armadas mediantes las nuevas amas digitales que controlan, Washington se ha visto sorprendido por una fuerte reacción en cadena de  marchas solidarias, pero también de mensajes de diversos países del mundo.

En tanto al interior de EE.UU, importantes integrantes  del Partido demócrata gobernante, exigieron al presidente Joe Biden, que levante el bloqueo y lo hicieron empresarios y algunos opositores republicanos, intelectuales, artistas y dirigentes de los grandes movimientos surgidos en las rebeliones que marcaron un antes y un después en ese país en el año 2020.

En América Latina, en estas horas, con lo mejor de sus pueblos solidarios en las calles y con gobiernos regionales afectados por esta metodología de la injerencia en los asuntos internos de nuestros países, las voces se multiplicaron pidiendo el levantamiento del bloqueo ya.

No parece el mejor momento  de un imperio en decadencia  para golpear a un continente que hace más de dos siglos que resiste y que está en período de saturación y  de rebeliones emancipatorias, cuando la pandemia ha desenmascarado muy especialmente la senectud y vandalismo de un capitalismo decadente .

Parece no entender el imperio que está en el escenario final de su derrumbe y  que cualquier desmesura en su política hacia la región  puede resultar el principio  de su inevitable implosión.

 

Por REDH-Cuba

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