Muchos le deben a Luciano Vasapollo la comprensión del pensamiento de Fidel Castro, un gigante de nuestro tiempo, capaz de hacer frente durante más de medio siglo a la expansión del capitalismo que siempre ha considerado a Cuba como un lugar para ejercer un dominio arbitrario. Una actitud criminal que, aunque oculta por las proclamas de libertad (que nadie quiere pisotear en nombre de Fidel), brilla hoy en las palabras de Biden y sus megáfonos mediáticos.
Es necesario que nos sintamos profundamente conectados con la experiencia fidelista -y que en estas horas suframos un ataque mediático que con el arma traidora de la calumnia quiere ensuciar 60 años de una historia honesta- agradecer a quienes nos hicieron captar los elementos esenciales del elaborado y complejo pensamiento de Fidel, propuestos con una capacidad dialéctica verdaderamente única. A Vasapollo, que en estas horas lucha como un león para que se restablezca la verdad sobre la Revolución Cubana, debemos haber investigado en particular las raíces gramscianas de Fidel y Che Guevara, que se basan en la realidad del sufrimiento de Cuba.
Gramsci y Castro están unidos por la conciencia de que antes y junto a la clase trabajadora en Italia en los años treinta como en América del Sur y Cuba en los años cincuenta, existía la categoría de “subordinados”, a la que Gramsci se refiere a todas las clases sociales que sufren la hegemonía de las clases dominantes, incluso mendigos como los que habían favorecido el ascenso del fascismo en Italia. La alianza entre campesinos y obreros, estuvo operativa durante la revolución cubana. Una vez que tomaron el poder, Fidel y Guevara tuvieron que lidiar con esa cultura y sociedad que Gramsci había analizado en sus Cuadernos. Esos residuos feudales, de defectos socioculturales y conceptos mercantilistas, presentes en Cuba incluso después de la victoria enla Sierra Maestra y la toma del poder por los revolucionarios. Condiciones que también se encontraron en la sociedad italiana en las décadas de 1920 y 1930, cuando Gramsci escribió sus análisis.
Los residuos feudales que, por ejemplo, nos explicó Vasapollo, habían sido contados por Manzoni en el Promessi Sposi, en referencia a la sociedad italiana del siglo XVII, pero estuvieron en funcionamiento durante mucho tiempo, hasta el siglo XX. en nuestra península. Así, el economista quiso enfatizar lo revolucionario que es un autor católico como Manzoni, quien también a menudo se diluye y debilita por las lecturas académicas y de moda. En nombre de esta conciencia que nos ayudó a formar – y del agradecimiento que debemos a los médicos cubanos que arriesgaron la vida para ayudar a Italia golpeada por Covid – nos sumamos entonces a su protesta contra las mistificaciones sobre Cuba, muy bien identificadas por Sindicatos cubanos en la nota que publicamos a continuación.
Salvatore Izzo
La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) ha rechazado las protestas ocurridas en varias ciudades cubanas como parte de la campaña mediática que intenta imponer para deslegitimar al gobierno cubano. En el comunicado emitido, el movimiento sindical expresa su apoyo incondicional a la respuesta revolucionaria y patriótica del pueblo y ratifica el compromiso de los grupos sindicales de incrementar la eficiencia en la producción de bienes y servicios y defender la Revolución.
La organización, que desde 1959 apuesta por la construcción de una sociedad más justa, denunció la matriz de intervención humanitaria impulsada por mercenarios, con el pretexto de la situación generada por la pandemia y los límites provocados por la crisis económica, comercial y económica del sector financiero, el Bloqueo de los Estados Unidos. Los cubanos conocemos su verdadero propósito y expresamos que no queremos esa “ayuda”, lo que Cuba necesita es que se levante el bloqueo, agregó el comunicado publicado hoy en el sitio web del semanario Trabajadores.
Por otro lado, la CTC rechazó la posición de Washington de provocar una epidemia social en las Grandes Antillas, basada en el resurgimiento de políticas hostiles y la adopción de 243 medidas dictadas durante la administración de Donald Trump, que obstaculizan el progreso económico y social de la República.