Hace casi tres meses, el 11 de julio, los medios hegemónicos pronosticaban el fin de la revolución cubana, supuestamente arrollada por protestas populares pacíficas. En verdad, lo que ocurrió ese día fue la fulminante derrota por el pueblo cubano de un plan contrarrevolucionario que a Estados Unidos (EU) le tomó años de preparación.

Sí, hubo protestas pacíficas con demandas legítimas, compatibles con las amplias libertades que garantiza el Estado socialista de derecho. Sin embargo, a la velocidad del rayo la contrarrevolución apátrida, que llevaba meses usando sofisticados mecanismos de envenenamiento(https://bit.ly/3mocMZq) en las llamadas redes sociales para convocar a protestas en la vía pública, lanzó sus mercenarios, aceitados con una millonada de dólares yanquis, al ejercicio ciego y brutal de golpizas contra policías y civiles desarmados mientras grupos de delincuentes se entregaban al saqueo y vandalización de bienes públicos y privados. De no haber sido por la movilización revolucionaria a las calles a que llamó el presidente Miguel Díaz-Canel se habría entronizado el caos y una espiral de sangre. Pero los revolucionarios, civiles o miembros desarmados, insisto, de la fuerza pública, disolvieron el conato enemigo y la ofensiva popular entró en un ascenso, que atraviesa horizontal y transversalmente cada vez más sectores y territorios del país.

¿Dónde hubo manifestaciones de descontento? En barrios vulnerables, golpeados terriblemente por el bloqueo de décadas, recrudecido por Trump durante su mandato y que Biden mantiene intacto, para cortar a la isla toda fuente de divisas y agravar cruelmente los sufrimientos ocasionados por la pandemia. Son poblaciones no suficientemente atendidas o desatendidas por el gobierno, pues la revolución es una obra humana con imperfecciones. Esto se agravó con la prolongada cuarentena, que redujo a la mínima expresión el trabajo político en las comunidades, con todas las fuerzas revolucionarias dirigidas a enfrentar la expansión del virus y atender a los enfermos. En medio de eso, una ola de apagones a consecuencia de las dificultades para adquirir refacciones para la industria eléctrica.

Por eso tiene tanta razón Díaz-Canel cuando afirma: si en algo se ha manifestado la perversidad de la política genocida del gobierno de EU, es en haber mantenido el bloqueo, agudizado por la administración Trump en condiciones de pandemia, asfixiando, sofocando a un pueblo, condenándolo a morir.

La compleja situación actual requiere entonces –añadió en reciente reunión con todos los presidentes municipales del Poder Popular–, mucha sensibilidad, mucho trabajo diferenciado persona a persona, mucha atención a los problemas de la población, a sus planteamientos, de lo que es ejemplo la actual labor de reanimación de los barrios. Pero también ha reflexionado: ¿y por qué esto que hacemos ahora no lo hicimos hace años?… Porque estábamos en un letargo. Y es que Cuba revolucionaria nunca la ha tenido fácil. De ahí que el presidente y líder partidista haya recordado, a modo de lección, el sí se puede de Raúl Castro, que sacudió la modorra en medio de la monumental crisis económica posterior a la desaparición de la URSS, también agravada por un recrudecimiento por Washington de la asfixia económica, una de tantas situaciones extremas que el pueblo cubano ha debido enfrentar.

Del 11 en adelante las acciones revolucionarias se han multiplicado. Pese a los enormes sacrificios y dificultades impuestos por el cerco de EU y la parálisis económica ocasionada por el covid, Cuba impulsa la reapertura de la economía, incluido el vital turismo, mediante la vacunación, con fármacos propios, que ya abarca a 97 por ciento de la población mayor de dos años con una dosis y 55.7 por ciento con esquema completo; al mismo tiempo, mantiene las medidas preventivas. En paralelo fortalece el poder popular y la democracia participativa desde la comunidad, impulsa la producción de alimentos con medidas como estimular la pequeña y mediana empresa, y fomenta el debate nacional sobre el muy avanzado anteproyecto de Código de las Familias, que reconoce y protege la diversidad y heterogeneidad de la sociedad actual y los derechos de niñas, niños, abuelas y abuelos.

En la reunión citada Díaz-Canel advirtió que el bloqueo continuará y que a la vez que se denuncia tenemos que seguir siendo capaces, con bloqueo, de avanzar más, y avanzar con nuestros propios esfuerzos y con nuestro propio talento.

El presidente razonó que los enemigos de la revolución se sienten amargados por la estabilidad y gobernabilidad existente en el país y continúan la campaña de descrédito contra Cuba en busca de otro 11 en que sí tengan éxito. De ahí que hoy sea trascendental mantener la vigilancia revolucionaria.

Fuente: La Jornada

Por REDH-Cuba

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