“…Fue hoy y fue aquí, en el piso de la patria….» que el poeta de tantas poesías, el mayor de todos, decidió perderse en el viento, que da el toque harmónico a las plantas, cerca del ruido de la inmensidad amazónica, arrullado por el verde, bajo el cielo exuberantemente azul, oliendo a pueblo brasileño, Thiago de Mello dejó encantar .

Desde Riberiña al mundo fueron 95 años vividos en toda su intensidad entre toda suerte de encuentros y desencuentros.

Llega a Chile, comparte el mismo techo y las traducciones con Pablo Neruda. Frente a frente traducían los versos y entre rimas nos brindaban los más bellos poemas del siglo XIX. Tradujo al gran poeta peruano César Vallejo y visitó en varios momentos el territorio amazónico peruano.

Mientras la dictadura brasileña, la misma que lo había exilado,  mataba y torturaba a sus hijos más comprometidos con la Patria, Thiago nos llenaba de fuerza – «está oscuro pero yo cantó» decreta los «Estatutos del hombres».

Recorre y conquista el mundo con la fuerza de su poesía. Se enamora de la Revolución Cubana. Pasa tiempo con el Comandante Fidel Castro en largas charlas, centradas en el amor infinito por su tierra, trazando estrategias para cambiar el mundo. Entabla conversaciones interminables con Eusebio Leal. Amaba a los orixás, los pájaros exóticos o los simples, las serpientes que hacen el equilibrio ambiental junto con los majaderos sapos. Acompañaba en viaje mágico a Abel Prieto cruzando por los caminos de la Revolución y parando de vez en vez en los personajes de sus novelas.

Funda junto a otros intelectuales la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad convencido de que sin poesía no es posible cambiar el mundo, no es posible sobrevivir.

“Cada día es un día más ganado para la libertad”, le gustaba decir. Vestido elegantemente de blanco caminaba tranquilo, muy suave para no asustar a la naturaleza. Así solía ser, tanto en las bellas calles de La Habana, de Santiago, de Paris, Manaus o en la mágica Rio de Janeiro. Cada paso una caricia, cada palabra un mensaje de amor, cada toque una caricia en rimas libres.

La REDH en Brasil se nutrió con el encanto de sus poemas. Cada correo era, inevitablemente un verso. Ya fuera una acción para la Red, o una propuesta de trabajo o una simple receta para un resfriado, en todo ponía su magia maravillosa y su poética sin igual.

No encontramos mejor homenaje que terminar nuestra despedida con esta simple receta para un resfriado, escrita en uno de sus correos.

Coges una cucharada pequeña de miel;

Échale suave jugo de limón.

Después agregue un trocito de ajo

Échale agua límpida como si de una fuente fuera.

Deja hervir.

Tome despacio soplando con ternura

Acuéstese suavemente.

Al amanecer embarque en el primer vuelo para Sampa

Y venga para hablar de todo y de estrellas.

 

Partiste físicamente, querido Thiago, pero quedas en nuestros corazones.

 

Marilia Guimaraes, Coordinadora REDH en Brasil

Secretaría Ejecutiva de la Red en Defensa de la Humanidad

Por REDH-Cuba

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