Intervención del Ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, en la Conferencia Mundial de la Unesco sobre las Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible, en la Ciudad de México, el 29 de septiembre de 2022.


Antes de comenzar mi intervención, quisiera agradecer las múltiples muestras de amistad, solidaridad y cariño, para con el pueblo cubano, recibidas aquí, entre muchos de los participantes, con motivo de que en este momento nuestro pueblo se encuentra enfrentando un proceso de recuperación, por el impacto de un poderoso huracán, que nos afectó hace dos días y que mantiene prácticamente a todo el país sin electricidad. Sobre todo en la región occidental del país, el impacto fue muy severo. Muchas gracias.

Excelentísima señora Mariana Schneiden, representantes de la Unesco, estimados ministros y demás personalidades y autoridades aquí presentes:

Permítanme, en nombre de Cuba, extenderles un cordial saludo y agradecer a la Unesco por brindarnos la oportunidad de actualizar el diálogo político mundial en torno a la cultura. Queremos saludar también y agradecer a nuestros hermanos mexicanos por acoger y organizar con tanto esmero esta conferencia.

Durante las últimas décadas, en paralelo con el desarrollo de las tecnologías, ha crecido la pobreza, se han profundizado las desigualdades sociales, las disparidades entre regiones y se han agudizado los conflictos entre naciones.

“Resulta imprescindible defender nuestro propio concepto de modernidad: una modernidad otra, descolonizada, frente al modelo capitalista depredador”.

En el ámbito cultural es necesario fomentar un pensamiento crítico en torno a los discursos hegemónicos que manipulan emociones y opiniones, desfiguran y borran la historia y la memoria colectiva de los pueblos, y promueven el complejo de inferioridad típico del colonizado ante la cultura “superior” de las metrópolis. La industria hegemónica del entretenimiento devalúa las esencias genuinas de las culturas locales, regionales y nacionales, y vacía conceptos como patria, pueblo y nación. Frente a estos desafíos resulta imprescindible defender nuestro propio concepto de modernidad: una modernidad otra, descolonizada, frente al modelo capitalista depredador.

Por otra parte, la situación generada por la pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto nuestras vulnerabilidades y establecido nuevos desafíos para las políticas públicas en todas las esferas, incluida la cultura. En el caso de Cuba, durante los dos últimos años, ofrecimos protección salarial a más de 21 mil artistas de la música y las artes escénicas afectados por el cierre de instituciones, empresas artísticas y centros culturales; ampliamos y diversificamos la presencia de nuestros creadores en el espacio digital; retomamos la formación de instructores de arte —proyecto fundado por el Comandante en Jefe y líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz— y nos dimos a la noble tarea de multiplicar el alcance comunitario de la labor de nuestros artistas, como parte del programa integral para la transformación de los barrios, que conduce nuestro Gobierno. Todo ello, bajo el fuego cruzado de una feroz campaña mediática y los efectos de una guerra cultural despiadada, dirigida y financiada desde los Estados Unidos, mediante la cual se intenta, infructuosamente, quebrar la unidad del movimiento artístico e intelectual en torno a las instituciones y la política cultural inclusiva y transparente del Estado cubano.

“En Cuba la cultura no es una cuestión colateral: se inscribe como eje central de una política de desarrollo fundada en el consenso y la participación ciudadana”.

Tales experiencias refuerzan nuestra convicción de que, si deseamos potenciar el papel de la cultura en la construcción de la paz, deben desaparecer las medidas coercitivas unilaterales contrarias al derecho internacional. Por más de sesenta años Cuba ha sido víctima de un inhumano bloqueo económico, comercial y financiero por parte del gobierno estadounidense, que no ha hecho más que recrudecerse durante los últimos tres años, y cuyo único fin, ha sido y es, el de castigar a nuestro pueblo por ejercer su derecho a construir el modelo de sociedad que soberana y democráticamente ha decidido. Este bloqueo, por supuesto, también afecta tremendamente a la cultura. Agradecemos el apoyo incondicional de la mayoría de los países aquí representados, que durante décadas, en los más disímiles espacios, han apoyado la causa de Cuba contra el bloqueo.

En este escenario, la conservación del patrimonio cultural de la nación es una preocupación fundamental del gobierno cubano, particularmente, de su patrimonio histórico. Con satisfacción podemos informar, que en fecha reciente adoptamos una nueva Ley General para la protección del Patrimonio Cultural y Natural, documento de alto rango que fue ampliamente discutido con nuestro movimiento intelectual y que armoniza con todas las convenciones culturales de la Unesco sobre esta temática.

“Si deseamos potenciar el papel de la cultura en la construcción de la paz, deben desaparecer las medidas coercitivas unilaterales contrarias al derecho internacional”.

En Cuba la cultura no es una cuestión colateral: se inscribe como eje central de una política de desarrollo fundada en el consenso y la participación ciudadana. Para los cubanos, el desarrollo es con la educación y la cultura, o sencillamente, no es. Unido al desarrollo y la prosperidad materiales, consideramos imprescindible el crecimiento espiritual y el fomento de la igualdad y la solidaridad. Sin la direccionalidad que solo puede aportar la cultura, el desarrollo resulta un proceso ciego, desmesurado y sin brújula hacia la verdadera plenitud humana. Como afirmara José Martí: “La prosperidad que no se subordina a la virtud, avillana y degrada a los pueblos”. Basados en esos argumentos, Cuba aboga por la creación de un Objetivo de Desarrollo Sostenible número 18, destinado específicamente a la cultura, de cara a la agenda post 2030. Asimismo, nuestro país reafirma su compromiso con el multilateralismo, la paz y la solidaridad internacional y ratifica su disposición de apoyo a la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.

“La conservación del patrimonio cultural de la nación es una preocupación fundamental del gobierno cubano, particularmente, de su patrimonio histórico”.

Por último, reiteramos desde aquí que la Unesco puede contar con Cuba para coordinar posiciones, intercambiar experiencias y mantener un diálogo permanente sobre los múltiples temas relacionados con la cultura y el desarrollo sostenible, que tanto preocupan a la comunidad internacional.

Cuba siempre estará del lado de la justicia, del lado de la paz, del lado de la solidaridad, del lado de la vida.

Muchas gracias.

Por REDH-Cuba

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