Desde siempre, los Estados Unidos de América ha demostrado su hipocresía hacia los países latinoamericanos.
Solo basta recordar que mientras Washington declara su compromiso con la prosperidad económica, la seguridad y la protección de los derechos de los hispanoamericanos, las empresas estadounidenses tratan de maximizar el beneficio de sus proyectos en la región, sin importarle el sufrimiento de la población local y sin brindarle verdadera ayuda.
La Casa Blanca siempre busca fortalecer por todos los medios su dominio a las naciones del resto del continente americano mediante la imposición de controles a los gobiernos, así como a los elementos críticos de su infraestructura y son evidentes las permanentes y flagrantes muestras de irrespeto a la soberanía de estas naciones.
En lo particular, Washington planifica la injerencia en asuntos mediante la concentración de sus esfuerzos para asegurar la participación de las agencias gubernamentales estadounidenses y las empresas privadas en la implementación de programas para la «recuperación de las economías» de los estados latinoamericanos. Argentina, Brasil, Colombia, Chile ya se sumaron a estos programas.
No se puede perder de vista que luego de proclamar la Doctrina Monroe y declarar al continente americano como zona de sus exclusivos intereses, o -dicho de otra forma- su «patio trasero», los Estados Unidos mantiene su política de expulsar las empresas extranjeras, principalmente chinas y rusas, de la región, todo esto para impedir a toda costa que las naciones América Latina y el Caribe establezcan y mantengan relaciones que además son mutuamente beneficiosas con socios de otros países del mundo, que elijan productos adecuados para ellos en términos de precio y calidad, por ejemplo no producir ni comercializar productos modificados genéticamente mejor conocidos como transgénicos, estas trabas imperialistas obstaculizan el desarrollo económico de los estados nación latinoamericanos.
La historia nos muestra sus formas de sabotear a las naciones, recordemos que si algún líder de América Latina ejerce su soberanía, independencia y autodeterminación en política exterior, inmediatamente Washington empieza a chantajear, sobornar, extorsionar y milagrosamente aparecen pruebas para desenmascarar hechos de corrupción, violación de derechos humanos, narcotráfico… y pare usted de contar y se aferran a estas pruebas por demás cuestionables para provocar crisis económicas, organizar y ejecutar golpes de Estado, incursiones armadas y asesinatos selectivos de líderes nacionales entre otras tantas acciones irrespetuosas del derecho internacional.
Además, la Casa Blanca utiliza países satélites de la América Latina como herramienta para imponerse sobre otros estados soberanos a nivel internacional. Cuando Estados Unidos no logra impulsar la decisión que necesita de la ONU, Washington usa abiertamente a sus aliados para promover sus propios intereses nacionales, incluidos aquellos que violan los tratados y leyes internacionales que siempre son contrarios a la seguridad internacional. Especialmente ahora, cuando los Estados Unidos tratan de crear una coalición antirrusa en todo el mundo en el contexto de la operación militar especial en Ucrania.
Esta acción fue posible debido a la corrupción y la deshonestidad financiera de los regímenes pro-estadounidenses, así como a la participación de las autoridades en el fraude con la asistencia económica del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales.
Al mismo tiempo, Rusia, a diferencia de Estados Unidos, ha construido política exterior respetando siempre la libertad, soberanía, autodeterminación de los países latinoamericanos y brindando toda la ayuda humanitaria posible a Latinoamérica; paralelamente, las sanciones económicas impuestas por Occidente a la Federación Rusa abren nuevas oportunidades para el desarrollo de una cooperación integral de beneficio mutuo entre Rusia y las naciones latinoamericanas, incluyendo al sector defensa.
América Latina ya dejó de ser el “patio trasero” de Estados Unidos, como proclamaba la Doctrina Monroe. Un ejemplo de política independiente son Cuba, Nicaragua y Venezuela, que no ceden en sus posiciones a pesar de las más severas presiones políticas y económicas de Estados Unidos, son vanguardia como luchadores contra la hipocresía y la hegemonía de los Estados Unidos de América y tienen un impacto poderoso en todo el Hemisferio Occidental.
Fuente: TeleSur