Quisiera comenzar citando un fragmento de Ambrosio Fornet de su libro Narrar la nación:

En el caprichoso entramado de los destinos individuales y colectivos se tejen insólitas figuras cuyo diseño no suele responder a los patrones clásicos de la mismidad. De ahí que cada vez sean más frecuentes los casos de personas que se niegan a dejarse encasillar en los estrechos marcos de un solo perfil identitario.

(Fornet, 2009: 326)

Me remonto a los inicios de la escuela cubana de composición, hace 80 años, cuando se fundó el Grupo de Renovación Musical de Cuba, el 20 de junio de 1942, y que se mantuvo activo hasta finales de 1948. Este Grupo fue una institución cultural que surgió en las salas del Conservatorio Municipal de La Habana y del Lyceum Lawn Tennis Club, que tenía su sede también en la capital cubana.

Mantuvo una gran actividad en el ambiente artístico de su época y manifestó sus ideales colectivos en la prensa periódica y en revistas de circulación nacional e internacional, en conciertos, emisiones radiofónicas y en diversas actividades llevadas a cabo en academias y sociedades artísticas. Como entidad grupal estuvo integrado por los compositores siguientes: Argeliers León (1918–1991), Dolores Torres (1922–2009), Edgardo Martín (1915–2004), Enrique Aparicio Bellver (1909–1990), Esther Rodríguez (1920–?), Francisco Formell (1904–1964), Gisela Hernández (1912–1971), Harold Gramatges (1918–2008), Hilario González (1920–1996), José Ardévol (1911–1981),  Juan Antonio Cámara (1917–después de 1994?), Julián Orbón (1925–1991), Natalio Galán (1917–1985), Serafín Pro (1906–1977), Virginia Fleites (1916–1966).

Las relaciones de los compositores cubanos con los americanos fueron muy estrechas. José Ardévol, quien participó del movimiento del Americanismo Musical, tuvo muchos contactos en todo el continente americano, y desde Estados Unidos mantuvo estrechos vínculos con compositores y asociaciones. Gracias a sus conexiones, en 1942, recibió la encomienda, por parte de la Oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos, de Washington, de escoger a uno de sus alumnos, al que se le otorgaría una beca de estudios en Berkshire Music Center* en los
Estados Unidos, a efectos de que asistiera a dos cursos diferentes: el de creación musical con Aaron
Copland y el de dirección de orquesta con Serge Koussevitsky.

A su juicio, Ardévol consideró más razonable que la responsabilidad de escoger entre uno de ellos o estuviese solo en sus manos. Por ese motivo ofreció la beca en concurso en el Conservatorio, dirigido en aquel tiempo por Diego Bonilla,80 pues era el único centro educacional cubano que contaba con la presencia de un considerable número de estudiantes en su clase de armonía.

Las figuras de José Ardévol como líder del Grupo y abanderado en el neoclasicismo musical latinoamericano, contribuyó a que Cuba fuera un centro de atención para personalidades como Aaron Copland y el director de orquesta Seguei Koussevitski. En 1942, a partir de un concurso de Sonatas para piano, en aras de otorgar una beca de estudio al ganador, que fue Harold Gramatges, para estudiar en Massachussets con los músicos antes mencionados. Esta estancia le sirvió a Harold Gramatges para componer su Sinfonía en Mi.

Posteriormente, en 1945, Julián Orbón , otro de los miembros del Grupo, viajó al mismo centro para estudiar con ellos gracias a su triunfo en otro de los concursos de la época.

El Grupo de Renovación Musical se conectó directamente con dos movimientos importantes que impulsaban la producción de obras y la difusión de las mismas a nivel continental: el Americanismo Musical, liderado por el musicólogo alemán nacionalizado en Uruguay Francisco Curt Lange, y el Panamericanismo, proyecto del gobierno estadounidense que tenía claros intereses en los países latinoamericanos. Para la música específicamente, la figura de Charles Seeger representaba los intereses gubernamentales y propiciaba conexiones para los intelectuales y las instituciones en diferentes niveles administrativos.

Así, los miembros del Grupo de Renovación Musical se visibilizaron en el continente americano y, figuras tan importantes como Gisela Hernández, Harold Gramatges, Julián Orbón, Juan Antonio Cámara, Natalio Galán y Virginia Fleites, se formaron en parte de su carrera en colegios estadounidenses haciendo estancias y participando en conciertos, directa o indirectamente, ya que sus composiciones eran interpretadas por músicos americanos y orquestas en diferentes centros musicales o educativos.

Los nexos con Aaron Copland y Serge Koussevitsky contribuyeron a fortalecer la formación académica de Harold Gramatges y Julián Orbón en el Berkshire Music Center, Massachussets. Mientras que con Charles Seeger, a través de la Unión Panamericana, Gustavo Durán y Vanet Lawler, se establecieron contactos desde un plano cultural, institucional y educativo. Estos vínculos constituyeron nexos de expansión y difusión de la música compuesta por el Grupo, propiciaron intercambios culturales y el establecimiento de contactos que perdurarían a través de los años.

Gisela Hernández, además de presentarse en 1944 ante Vanett Lawler, asesora de Educación Musical de la Unión Panamericana y quien fue, además, Secretaria Ejecutiva Asociada de la Conferencia Nacional de Profesores de Música de los Estados Unidos, viajó en ese mismo año a ese país y amplió estudios con Gustav Stube y Theodor Chandler en el Peabody Institute of Music de Baltimore. Aunque en su catálogo no hay una influencia directa y en sus escritos no reconoce esta estancia como esencial, sí marcó un antes y un después en su producción, aspectos a tratar en estudios próximos sobre su obra, mayormente desaparecida o extraviada, a priori.

Harold Gramatges

Otro de los músicos cubanos que fue formado parcialmente en los Estados Unidos fue Harold Gramatges. La influencia de Aaron Copland en su música fue un aspecto importante para la posterior proyección de su carrera y su devenir creativo. El programa del “Concierto de obras contemporáneas norteamericanas y cubanas”. Orquesta de Cámara de La Habana, Lyceum y Lawn Tennis Club, 11 de diciembre de 1941, evidencia este nexo con el músico norteamericano, donde Harold Gramatges presenta sus Dos invenciones por primera vez y Aaron Copland interpreta al piano su Sonata (1941) y dirige la Orquesta de Cámara de La Habana interpretando Quiet city, de 1940, compuesta por él para trompeta, corno inglés y orquesta de cuerda.

Posteriormente, Harold Gramatges viaja a los Estados Unidos y se nutre de la formación académica que Copland y Koussevitsky le proporcionaron.

A partir del triunfo de la Revolución, Juan Antonio Cámara, y Virginia Fleites emigraron a los Estados Unidos y desgraciadamente sus obras desaparecieron, solo las que quedaron publicadas o las que se conserven en algún archivo nacional y permanezcan extraviadas dentro de los fondos documentales de otros compositores, evidencian la capacidad de estos músicos y su consagración como intelectuales. Hasta el momento no queda registro de correspondencia, ni intercambio de materiales entre ellos y otros de los miembros del Grupo.

No sucedió así con el caso de Julián Orbón, quien se mantuvo informado de la cultura cubana a través de una activa correspondencia con Fina García Marruz, Cintio Vitier, José Lezama Lima y Eliseo Diego, debido a su participación en el Grupo Orígenes, correspondencia que tuve el privilegio de leer durante una estancia de investigación en el Latin American Music Center de la Universidad de Indiana.

Julián Orbón es un caso atípico en la música hispanoamericana, su exilio fuera de su natal España, su vida en Cuba, su posterior exilio a México y el final de su vida, constituyen un sin fin de retos y contrariedades que le llevaron a establecerse en Miami Beach, Florida, y desde allí impulsar su producción a lo largo de todos los Estados Unidos. Me atrevo a decir, que es el compositor académico cubano -porque se nacionalizó en Cuba- más tocado en todo el continente. Sus Tres versiones sinfónicas representan un momento climático en su catálogo compositivo y sin embargo, su Sinfonía, compuesta durante los años cuarenta, se mantiene extraviada, además de otras obras. El hallazgo del manuscrito de su Sonata sobre la tumba al Padre Soler de 1942, y de la Sonata para piano de gran extensión, mencionada con suma perspicacia por Alejo Carpentier en La Música en Cuba, merecen que su nombre se reivindique en el contexto nacional cubano y su música sea grabada por alguno de los sellos discográficos nacionales, con un criterio musicológico establecido.

Sobre su música, Ardévol le escribe a Aaron Copland: “Es un músico de enorme potencialidad, y que, como usted verá, cuenta ya, a pesar de su juventud, con varias obras importantes. Es de gran capacidad intuitiva; odia todo tipo de análisis, y prefiere captar las síntesis finales. Ha hecho estudios completos de armonía; un curso de contrapunto, no muy bien trabajado, pero bien comprendido; algunas nociones elementales de fuga; algo de formas musicales (en este aspecto sus conocimientos se deben más a la intuición que al estudio), y algunas nociones de instrumentación. Resulta un estudiante muy indisciplinado, pero siempre inteligente; es muy voluntarioso, pero tiene la ventaja de que sabe lo que quiere” (Díaz, 2004: 105).

Natalio Galán

Otro de los miembros del Grupo que vivieron mayor parte de su vida en los Estados Unidos fue Natalio Galán, nacido en Camagüey el 7 de agosto de 1917. Fue alumno de las clases de composición de José Ardévol en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana, y fue parte del Grupo de Renovación Musical, aunque se incorporó en los últimos años de accionar grupal, ya que era alumno del Conservatorio Municipal. En el año 1947, viaja a Nueva York para estudiar composición con Henry Cowell y allí amplió sus estudios sobre procedimientos compositivos con Henry Grant en la Juilliard Music.

Si bien su música no es conocida ni interpretada en Cuba, en los Estados Unidos se conserva todo su catálogo en la biblioteca de la Universidad Tulane de Nueva Orleans, institución a la que fue donado su fondo documental.

Galán aportó a la cultura nacional desde la isla y fuera de ella, musicalizó poemas de Nicolás Guillén como Isla de Turiguanó, 1946 y de Emilio Ballagas como El tomeguín y el Poema de la Ele, ambos de 1955. Compuso música para ópera, incidental para cine, para escena, para piano, para voz y piano, bandoneón y diversas combinaciones instrumentales.

Escribió un libro importante para la historia de la música cubana titulado Cuba y sus sones (1983) con prólogo escrito por Guillermo Cabrera Infante, y representó a la isla desde los Estados Unidos siempre como cubano, basó su obra en temas de Cuba y en la identidad nacional. Falleció en Louisiana el 30 de diciembre de 1985.

Aurelio de la Vega

Uno de los cubanos que se pudieron insertar en la academia estadounidense fue Aurelio de la Vega, compositor nacido en La Habana el 28 de noviembre de 1925 y recientemente fallecido. Su vínculo con el Grupo de Renovación Musical fue indirecto, ya que no recibió clases de composición de José Ardévol, sí trabajó directamente con sus miembros, y fue Secretario de Redacción de Conservatorio, revista oficial del Conservatorio Municipal de La Habana, desde 1950-1953. También fue crítico musical de los diarios Alerta (1952-1957) y Diario de la Marina (1957), entre otras funciones como presidente por Cuba de la Sección de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea, 1952–1954; del Consejo Nacional de Música de Cuba (rama cubana del Consejo Internacional de Música de la UNESCO), 1953–1957; profesor de Música y presidente del Departamento de Música de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 1953-1959; Tesorero de la Sección Cubana de la Asociación Interamericana de Música (Caracas), 1955-1958; y vicepresidente de la Orquesta Filarmónica de La Habana (1956-1957).

Realizó una gira por los Estados Unidos como conferencista (1952-1954) y se instaló en Los Ángeles en 1959, convirtiéndose en ciudadano estadounidense en 1966.

De la Vega fue profesor en la University of Southern California, Los Angeles en 1959, y en la California State University, Northridge (1959–1992) donde fue distinguido como profesor emérito.

Sus composiciones abarcan un amplio rango de formatos instrumentales y su música ha sido interpretada por varias orquestas y músicos estadounidenses y latinoamericanos. Su estilo está pendiente a estudiar al igual que casi todo su catálogo compositivo, vagos acercamientos a su obra han sido realizados y alumnos suyos como Yalil Guerra, se inspiran en temas nacionales y recrean una contemporaneidad bajo los mismos estándares compositivos que el Grupo de Renovación Musical, y Aurelio de la Vega como músico cercano a la institución, hiciera.

Para concluir, quisiera mencionar el aporte de dos compositoras relevantes para la cultura cubana: Keyla Orozco e Ileana Pérez Velázquez, que son fruto de la Escuela Cubana de Composición, y aclaro esto porque, aunque Tania León sea cubana, no se formó en Cuba como compositora. Estas artistas están produciendo actualmente desde los Estados Unidos.

Como exponente de cubanía, Keyla Orozco, desde Washington, es uno de los destellos del Grupo de Renovación Musical, ya que fue alumna directa de Harold Gramatges y se formó en las aulas del ISA en La Habana, en la Cátedra de Composición, que fue gestada e ideada desde las aulas del Conservatorio Municipal de Música de La Habana en la década del ´40.

Ileana Pérez Velázquez, enseña composición y música electroacústica en el Williams College de Boston. Desde allí, proyecta su cubanía y su identidad a través de sus obras. Análisis de estas han sido desarrollados por musicólogos como Marta Rodríguez Cuervo, a quien la une una gran amistad, y por Iván Cesar Morales, que se doctoró con el estudio de parte de su obra y otros músicos, incluida Keyla Orozco.

Estas dos mujeres actualmente representan a Cuba desde diferentes proyecciones, cada una en su estilo, y siempre con algo muy importante, la isla y la identidad cubana como la esencia de lo que verdaderamente representan, una patria que se distingue, concibe y dialoga con la música, la imaginación y la representación sonora de cada uno de los recuerdos, vivencias, experiencias y necesidades afectivas que hacen que el compositor académico cubano o cubana, se manifieste desde y hacia Cuba, en los Estados Unidos o desde cualquier punto del extranjero.


*El Berkshire Music Center era una Academia anual de música de verano en Lenox, Massachusetts, Estados Unidos, en la que músicos profesionales emergentes participaban en presentaciones, clases magistrales y talleres. El Centro coordinaba, como parte del Festival de Música de Tanglewood, una serie de conciertos al aire libre y la casa de verano de la Boston Symphony Orchestra (BSO).

Fuente: La Ventana

Por REDH-Cuba

Shares