Si una revolución quiere llamarse revolución tendrá como insignia el grito del poeta joven héroe nacional nicaragüense y de ascendencia Palestina, José Leonel Rugama ¡Que se rinda tu madre! Si una revolución quiere llamarse revolución tiene que ser antiimperialista, tiene que luchar por la independencia, la soberanía, y el respeto al ser humano y a la Madre Tierra.
La lucha del pueblo, el compromiso, ha sostenido de forma militante en Cuba la otra frase concluyente: ¡Pa lo que sea, Fidel! ¡pa lo que sea!
El antiimperialismo es una acción política liberadora de la opresión, lo que hay que hacer ver como diferencia de la acción del opresor.
No hay moral ni ética distinta de la del gran capital más que si se es antiimperialista, lo que significa un propósito político al servicio de un mundo libre del maltrato explotador. Los pasos hacia ese futuro deseado se dan en función del camino y las fuerzas disponibles. Ninguna revolución es igual a otra, pero todas conllevan elementos que les son comunes. Partir de las propias fuerzas quiere decir haber aprendido de la tradición revolucionaria el ideario superador de toda división, que se manifiesta en cada dificultad que el imperio crea directa o indirectamente, haber aprendido de la tradición revolucionaria es distinguirse por poseer los mejores valores humanos, solidaridad, diálogo, respeto, ética, moral, … necesarios en el ideal de cambiar lo que deba ser cambiado, fundamentales para que la justicia social se establezca.
Negar la existencia del imperialismo, idea alentada por una auto proclamada “izquierda” que aplaude al nazismo en los Parlamentos, a la OTAN, a los presupuestos de guerra con los que se lanza a los nazis y mercenarios de Ucrania contra Rusia. Esa derecha pintada de izquierda también apoyó la guerra contra Libia o la guerra contra Siria, es su forma de declararnos su origen, por eso declaran, el imperio y su autoproclamada “izquierda”, que sus matanzas son “humanitarias”, no es casualidad que ataquen las revoluciones.
Los términos que emplean contra la revolución solo buscan su descalificación, pretenden que los pueblos crean que las revoluciones no aportan lo que conlleva la independencia, la soberanía y demás conquistas sociales. Los términos que emplean los reaccionarios encubiertos para referirse a la revolución son los más denigrantes que la Historia atribuye, precisamente, al imperio, por ejemplo la nicaragüense, por ejemplo la cubana, son talladas de “régimen”, “dictadura”, “tiranía familiar”, … personalizan para generar desconfianza, desanimo, división en el pueblo hacia sus dirigentes más representativos. Nunca han sostenido una revolución, pero sí se muestran amargos y dictan su discurso de engaños a quien lee, para que se arrugue y no se acerque a ver que es ser antiimperialista.