Fueron decenas de veces las que el Comandante en Jefe, Fidel Castro, estuvo en Casa de las Américas. Allí se reunió con directivos y trabajadores, y también con intelectuales latinoamericanos, caribeños y cubanos.
De igual forma, fuera en la Casa, o en Viñales, donde muchos estuvieron de visita, se encontró con jurados del Premio Casa y abordó con ellos los más diversos temas.
En la Casa, en 1984, sostuvo un encuentro con representantes de la Nueva Trova: Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Sara González, entre otros.
Líder de los más mínimos detalles, Fidel tuvo un encuentro con quienes prepararon el proyecto de Biblioteca de Casa de las Américas, en 2003.
En 2004, durante la visita del intelectual paraguayo Augusto Roa Bastos a Casa de las Américas, Fidel acudió a su encuentro, en el que estuvo Roberto Fernández Retamar y otros compañeros.
Ese mismo año, el Comandante en Jefe acudió a la presentación de libros del citado autor en la sala Che Guevara de la institución.
Entre las obras más importantes emprendidas por la Revolución bajo la conducción de Fidel, la mayoría tuvieron que ver con su genio creativo y su concepción de fomentar el bienestar social en todas sus dimensiones: la educación, la salud, la garantía de trabajo, la cultura, la eliminación de todo tipo de desigualdades.
Asimismo, se le recuerda como un incesante investigador, interlocutor capaz de adentrarse en los más diversos temas, debatir sobre ellos y hurgar hasta saber si sobre lo debatido había aspectos que urgía poner en práctica y cuales tendrían que planearse para el futuro. Pero nunca olvidarse, ni engavetarse.
Ya había prometido antes y cumplió, apenas semanas de haber triunfado en la Sierra Maestra, la idea de “convertir los cuarteles en escuela”. Estábamos en presencia de la primera gran obra cultural de la Revolución.
Era una promesa, recogida ya en su histórico alegato La Historia me Absolverá, Programa del Moncada; es decir, de la Revolución.
A través de la Campaña de Alfabetización, aprendieron a leer y a escribir casi un millón de cubanos. Las escuelas en el campo, la formación de maestros, las escuelas especializadas y los programas para niños con dificultades cognitivas, entre otros, mostraron el genio del Comandante, el intelectual, el conductor.
Y, junto a esa gran obra, el nacimiento de instituciones como la Casa de las Américas, cuyos 65 años se han celebrado por estos días, constituyen el resultado de la impronta de Fidel.
De manera sistemática, sostuvo diálogos con estudiantes de la Universidad de La Habana, en la Plaza Cadenas; participó en congresos y plenos, ya fuesen de cultura, periodismo, medicina…
Los Encuentros de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de América Latina, el primero de ellos celebrado en 1981, tuvieron siempre a Fidel como participante activo.
Fue creador e impulsor y copartícipe del programa televisivo Mesa Redonda, a donde llevó a intelectuales latinoamericanos, a economistas, científicos y a especialistas de las más diversas ramas.
Mostró su pasión por la lectura y la necesidad de formar hombres cultos entre nuestros jóvenes; contribuyó al nacimiento y desarrollo de la Feria Internacional del Libro en Cuba.
Vale recordar la amistad que hizo y conservó con decenas o cientos de intelectuales latinoamericanos, principalmente, pero también de otros continentes.
Con ellos debatió e intimó. No pocas noches y madrugadas dedicó el Comandante en Jefe a hablar, ya fuese en alguna cena donde era, además de anfitrión, el que preparaba algún plato y también intercambiaba sobre arte culinario con sus invitados.
Los relatos sobre Fidel Castro, como líder, intelectual, conductor y guía de la Revolución que construyó en su país, y el ejemplo que la misma representa para América Latina y el resto del mundo, aparecen en los testimonios de intelectuales de la talla de Gabriel García Márquez, Ignacio Ramonet, Frey Betto, y muchos otros que siempre vieron en Fidel a ese gran líder solo comparable con un genio.
Fuente: Cuba Periodistas