¿por qué no te callas?de su padre, dirigido al presidente Hugo Chávez, nunca tendrá como blanco a uno de sus aliados estratégicos, Milei, cuando se trata de proteger las inversiones de los empresarios españoles en Argentina.
La conducta de Milei, como la del resto de invitados y su anfitrión, Santiago Abascal, responde a una propuesta articulada para forjar identidad. Una versión actualizada del lenguaje sobre el cual se construyó el éxito de Hitler. Hoy, la extrema derecha está en las instituciones y sus críticos sólo atinan a menospreciarlos, caricaturizarlos. Son primeros ministros, presidentes de República, cuentan con medios de comunicación y plataformas digitales, amplificadas por sus usuarios. Mientras, la socialdemocracia en crisis, junto con una izquierda descabezada, plantea apoyar a la derecha democrática (sic) para evitar su ascenso. ¡Pero si ya están!
Para apoyar lo dicho, recurro a dos clásicos, Richard Sennett y Víctor Klemperer. El primero en La cultura del nuevo capitalismo , al referirse a la publicidad de las marcas señala: “La plataforma consta de un objeto básico al que se le imponen cambios poco importantes y superficiales con el propósito de convertirlo en un producto […]. Los fabricantes llaman dorado a estos cambios para vender algo básicamente estandarizado, el vendedor magnificará el valor de las diferencias de poca monta y diseño rápido y fácil, de modo que lo que cuente sea la superficie”.
La derecha y la extrema derecha, en la actualidad, comparten 90 por ciento de su ideario, pero están obligadas a diferenciarse, tanto como entenderse, y lo hacen en el tono y sus palabras altisonantes. La introducción de adjetivos es un aliciente para establecer el dorado en el discurso político de la derecha, se llame capitalismo libertario, anarcocapitalismo, o se defina bajo el eslogan de ¡Libertad carajo! O ¡libertad o comunismo!
La necesidad de aplicarlos a la vida cotidiana lo han entendido todas las derechas. No por otro motivo hablan de la guerra cultural contra la izquierda. Necesitan un ejército de fanáticos y lo están consiguiendo. Así lo explica Víctor Klemperer en La lengua del Tercer Reich, texto escrito durante el ascenso del nacismo: “Fanático, durante la era del Tercer Reich fue un adjetivo que manifestaba reconocimiento en términos superlativos. Significaba la exacerbación de conceptos tales como valiente, entregado, constante o para ser más preciso, una concentración gloriosa de todas estas virtudes y hasta el más mínimo matiz peyorativo desapareció del uso habitual de la palabra […]. En los días festivos, en el cumpleaños de Hitler o en la celebración de la toma del poder, no había artículo periodístico, ni felicitación, ni proclama dirigida a una unidad militar o alguna organización, que no incluyera un juramento fanático o una profesión fanática de fe, que demostrara una fe fanática […]; cuanto más sombría se mostraba la situación, tanto más se manifestaba la fe fanática en la victoria final”.
Si analizamos la reunión de los aspirantes a führer en Madrid, dirigen sus discursos a forjar fanáticos cuyo destino se encuentra en luchar por los valores de Occidente. Europa está en peligro, necesita héroes y luchadores por la libertad. No olvidemos, la convocatoria marcó el comienzo de la campaña electoral al Parlamento Europeo. Sus eslóganes estaban dirigidos a fanáticos que lentamente van engrosando sus organizaciones, gracias, entre otras cosas, a bailarles sus chascarrillos. El futuro incierto abre la puerta a un cuarto Reich donde toda la derecha mundial tendrá el poder en sus manos. Mientras otros siguen debatiendo si Milei tiene cuatro o cinco perros, debe pedir disculpa o cortarse las venas. ¡Por favor, no pidan peras al olmo!
Fuente: La Jornada