16 de septiembre de 1982 – 16 de septiembre de 2024.
Aquel de 1982 miles de niños y niñas, mujeres y hombres fueron asesinados por la Falange Libanesa, escuadrón de la muerte al servicio del régimen colonial, entonces representado por Ariel Sharon. La historia que cuentan los encargados de encubrir a los responsables sionazis se compone de lo de siempre: los Palestinos refugiados, expulsados de su país, los perseguidos por los invasores sionazis, fueron los responsables de lo que les hicieron, la “solución final” del nazismo, tan asimilada por los sionistas, fue llevada a cabo culpando a los inocentes. La Falange libanesa al servicio de Ariel Sharon hizo lo que el ejército colonial hace en Gaza desde el 7 de octubre del año pasado. Ustedes ya saben que la culpa es siempre de las víctimas. La falsedad se repite y se repite por todos los medios de las corporaciones controladas por el sionismo, y tal es así que los pocos espacios por donde se muestra lo que han hecho y lo que continúan haciendo, los cierran, los anulan en las redes, persiguen a quien se pronuncia en defensa del Pueblo Palestino, se burlan de la declaración de la CIJ, o hasta se burlan diciendo reconocer a Palestina mientras envían armas a los genocidas. Los Palestinos no quieren elogios, piden actos a las gentes de bien, el Pueblo Palestino es el ejemplo heroico y mártir de defensor de los Derechos de todos los Pueblos y de la paz que todos los Pueblo merecen.
En Sabra y Chatila, o Shatila, en la noche del 16 de septiembre los sionazis lanzaron bengalas al aire para que su ejército de asesinos pudiesen ver por donde iban en su asalto, y en las calles de tierra y en las viviendas de cartones y materiales pobres apuñalaron, degollaron, fusilaron, estrellaron a todos los habitantes. Ya saben ustedes, eran culpables de ser refugiados de la invasión, persecución, expulsión de su país, eran culpables de ser pobres, eran culpables de ser los humanos representantes de los Derechos de los Pueblos oprimidos por el colonialismo y el imperialismo. A la cabeza de los que cometieron el genocidio, así fue la calificación que le dio la ONU mediante su secretario general, Sean MacBride, e hizo saber que el responsable del crimen imperdonable era el ejército colonial.
A la distancia temporal de 42 años Sabra y Chatila se repite con el nombre de Gaza, y las falsedades del sionazismo son las mismas: las víctimas son las culpables. Pero el mundo sabe, a pesar de las censuras y persecuciones en el imperio y su regímenes mercenarios, quienes son los que continúan cometiendo genocidio sobre el Pueblo que no quiere marcharse de su país, que no quiere abandonar a sus ancestros, que no quiere renunciar a los Derechos de todos los Pueblos. En Sabra y Chatila fueron de 3.000 a 5.000 personas indefensas asesinadas, mientras Ariel Sharon dirigía desde un hotel y los tanques bombardeaban y rodeaban el campo de refugiados para que nadie escapase y nadie pudiese entrar y ver lo que los genocidas hacían. El crimen contra la humanidad ha quedado impune, los responsables no recibieron ni una reprimenda verbal. Allí quedaron las fosas comunes, la voz Palestina contando viva bajo la tierra en lo que los sionazis se emplearon y dirigieron.
Gaza ha multiplicado ¿por cuánto a Sabra y Chatila? La declaración de la ONU tardó tres meses en emitirse, ¡3 meses!, cuando los genocidas dejen de asesinar en Gaza ¿cuánto va a tardarse en que haya un juicio a los criminales? De nada sirve hablar de lo que hace el colonialismo, el sionazismo, el imperialismo, si no se reúnen fuerzas en el mundo para, además de espantarse y alzar la voz contra el genocidio, no se detiene o se arrincona a los cómplices en cada país, cómplices del neofascismo son neonazis disfrazados que llevan el ideario de los criminales a las gentes, y, o las empapan en el odio a los iguales, o llenan de miedo las mentes que no quieren odiar, ¿no se sabe cómo ahogan a los más resueltos a defenderse, a Gaza – Palestina, a Cuba, a Venezuela, a Nicaragua? Sabra y Chatila continúa llamando bajo nuestros pies. No dejemos pasar el aniversario sin mirarnos en las víctimas y rendirles homenaje. No dejemos pasar el aniversario sin mirarnos en quienes se defienden y se rebelan ante el imperialismo. No dejemos de denunciar, aunque hagan por callarnos, pues habrá que abrir nuevas vías, los regímenes bajo cuyas alas se meten, uno tras otro, los mercenarios del imperio semejantes a los que cometieron genocidio en Sabra y Chatila.
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