El año 2025 inicia con varios frentes activos en la disputa geopolítica global, el fortalecimiento de bloques como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que en 2024 continuó ampliando su membresía y los BRICS+, que suman varios países socios y miembros en 2025; un fortalecimiento de la ultraderecha en Occidente y la perspectiva de una agudización de las contradicciones entre las superpotencias del mundo actual, fundamentalmente Estados Unidos y China.
Fuente: Huele a azufre
Un factor clave para la evolución geopolítica de este año será la próxima asunción de Donald Trump el 20 de enero en Estados Unidos, la cual abre la puerta a un previsible ascenso de la derecha y la ultraderecha a escala global. El magnate republicano ha conformado un equipo de gobierno sumamente heterogéneo y dispar, aunque todos sus miembros tienen en común su naturaleza ultraconservadora y su ferviente nacionalismo, entendido como fomentar y fortalecer la hegemonía norteamericana a cualquier precio.
Para América Latina la llegada de Trump al despacho oval tiene varias implicaciones. Por un lado, para los proyectos de izquierda en el continente, comenzando por Venezuela y Cuba, vendrá sin dudas un reforzamiento del cerco económico y político, incluyendo potenciales acciones para la subversión violenta de la política interna de esos países. Pero también pueden enfrentar significativas dificultades gobiernos como el de Brasil y Colombia, donde la derecha ha sido históricamente fuerte y cuyas élites están profundamente conectadas con la Casa Blanca y sus intereses.
Es probable que en otros países de la región veamos el retorno de la derecha al poder, fundamentalmente por las contradicciones internas de la izquierda, como es el caso de Bolivia o por sus inconsecuencias, como en el caso de Chile. Las apetencias declaradas de Trump en torno al Canal de Panamá, a pesar del signo político del gobierno en ese país, pueden acabar generando serias tensiones que probablemente lleven a una solución negociada que de un estatus preferencial a Estados Unidos en el uso del Canal, pagos, etc.
Una potencia regional, como México, enfrenta el triple reto de hacer frente a las presiones norteamericanas, reforzadas, en materia migratoria y de drogas, con un gobierno en el poder de claro signo de izquierda y las amenazas de sanciones y prohibiciones que ya Trump ha esgrimido en contra del país. La presidenta Claudia Sheinbaum ha sostenido en varias oportunidades una firme posición en defensa de la soberanía y la autodeterminación de su nación, que además es posible que deba enfrentar también amenazas de sanciones en lo referente a su colaboración en diversos campos con Cuba.
“El agotamiento de las reservas humanas de Ucrania y de buena parte de las reservas militares de la OTAN, sumado al fracaso de la inútil ofensiva en Kursk y el desmoronamiento del frente en el Donbáss parecen abrir un escenario futuro donde Rusia podrá conservar las regiones que han pasado a formar parte de su Estado”
En el caso de Haití persiste la crisis social, a la cual las Naciones Unidas y Estados Unidos han dado una respuesta esencialmente policial, movilizando contingente militares de diversos países, como Kenya y más recientemente Guatemala y El Salvador, para hacer frente a las pandillas que abundan en el país insular. Sin embargo, ninguna respuesta apunta a los verdaderos males que aquejan al país, se refuerza la nociva injerencia histórica de Estados Unidos y se mantiene la misma desigualdad raigal que permanece intocada desde la dictadura de los Duvalier.
La guerra comercial con China, que previsiblemente escalará luego del 20 de enero, tendrá un impacto también en la economía de numerosos países de la región que han ido fortaleciendo sus vínculos comerciales con el gigante asiático, como Brasil, Chile o Perú, por solo mencionar algunos.
Las consecuencias de esta guerra de baja intensidad pero de alto costo se extenderán a todos por igual, como parte del intento norteamericano de frenar el ascenso de su rival geopolítico. A diferencia del enfoque de anteriores administraciones, como la Obama, que buscaron enfrentar el ascenso económico chino con la creación de alianzas comerciales alternativas, Trump ya demostró en su anterior administración que su enfoque pasa en primer lugar por lo punitivo, aunque no es descartable que desde su administración se pueda intentar también impulsar alguna variante alternativa al plan chino de la Franja y la Ruta de la Seda.
La Guerra de Ucrania parece estarse acercando en este 2025 a algún tipo de solución negociada. El agotamiento de las reservas humanas de Ucrania y de buena parte de las reservas militares de la OTAN, sumado al fracaso de la inútil ofensiva en Kursk y el desmoronamiento del frente en el Donbáss parecen abrir un escenario futuro donde Rusia podrá conservar las regiones que han pasado a formar parte de su Estado y, al mismo tiempo, presionar para lograr que Kiev no entre en la OTAN, algo de carácter geoestratégico para el país.
La ambivalencia de Trump en este tema, caracterizado por promesas vacías y su, al menos aparente, falta de simpatía por Zelensky, hacen suponer que acabará favoreciendo la opción negociada, pero no es descartable que las presiones del poderoso complejo militar-industrial, que ha lucrado maravillosamente con esta guerra, acaben condicionando otra decisión.
En cualquier caso Rusia, una de las superpotencias activas en la disputa actual, inicia el año con una sensación de victoria en el Donbáss, que acerca un previsible fin de la guerra, una economía golpeada, pero que aún resiste y un repliegue de sus fuerzas, instalaciones y equipos de Siria a Libia, en un intento por conservar su capacidad de proyección de poderío en el Mediterráneo, luego del desastre de la caída de Al-Assad en Siria.
Para el oso ruso sigue siendo importante preservar un área de influencia más allá de sus fronteras, continuar fortaleciendo sus vínculos con África y tener cierta capacidad de incidencia en la región de Asia Occidental y sobre rutas estratégicas como el Canal de Suez.
Europa y la Unión Europea inician un año con augurios alarmantes. Por un lado, Ucrania ha cortado a principios de año todo el suministro de gas ruso que pasaba por su territorio. Esto aumenta la dependencia de la economía europea de otras fuentes mucho más onerosas, elevando el costo de la vida en el continente y disminuyendo la competitividad de su industria.
“Tanto en sus indicadores económicos y sociales como en la vida interna del país [Israel] la guerra ha pasado factura: poca o nula actividad turística, pobre actividad comercial en sus puertos, disminución de vuelos comerciales, escasez de mano de obra en múltiples sectores de la economía”
Al mismo tiempo, la ultraderecha local predomina en el Europarlamento y es gobierno en países como Italia y Hungría, con mucha fuerza en Alemania, Francia y España. Aunque dividida en su posicionamiento hacia Rusia, tiene sin embargo una común simpatía por Donald Trump y su programa ultraconservador, que puede verse disminuida en la medida en que el nacionalismo del magnate comience a tener un costo para la economía europea. También tiene un frente común en la defensa del ente sionista de Israel y la invisibilización y negación del genocidio palestino.
La única ganancia de este proceso de deterioro de las condiciones de vida del proletariado en el viejo continente es que quizás, pagando este triste precio, recuperen su conciencia de clase y comiencen a tener algún empuje revolucionario en sus sociedades, en lugar de votar por líderes y programas autoritarios solo para conservas ciertos privilegios de su modus vivendi.
En Asia Occidental la caída de Siria complejiza aún más el escenario. A pesar de la ayuda internacional, el ente sionista ha debido pagar un precio alto por sus logros y evidencia claros signos de agotamiento. Tanto en sus indicadores económicos y sociales como en la vida interna del país la guerra ha pasado factura: poca o nula actividad turística, pobre actividad comercial en sus puertos, disminución de vuelos comerciales, escasez de mano de obra en múltiples sectores de la economía, cifras de muertos y heridos mucho más altas que las oficiales, aumento de la pobreza, escasez de material y efectivos para hacer las rotaciones, las zonas económicas del norte prácticamente despobladas y una sensación colectiva de agotamiento y de empantanamiento en torno al conflicto.
Aunque Netanyahu ha capitalizado la caída del Al-Assad, destruyendo la casi totalidad de las capacidades militares de Siria y presentándola como una victoria de su ejército, lo cierto es que el genocidio en Gaza no parece tener un fin claro, Hamás sigue luchando, a pesar de la destrucción no se lograron ninguno de los objetivos contra El Líbano e Irán permanece intacto, con sus capacidades misilísticas y de drones en plena disposición combativa.
No obstante, la caída de Siria sí ha sido un duro golpe para la Resistencia. Le ha permitido al ente sionista ocupar una parte considerable del territorio sur del país, incluyendo la frontera terrestre con El Líbano, cortando una importante fuente de suministro terrestre a Hezbollah. Asimismo el ascenso del yihadismo que ya se verifica en el terreno, puede tener un impacto sobre los Estados fronterizos, no solo por su estela de desestabilización, sino por las posibles oleadas de migrantes que suele provocar.
Turquía, uno de los grandes ganadores en esta situación, avanza una agenda de ocupación por su lado, usando a sus grupos proxy, que apunta tanto a la potencial eliminación del reducto kurdo en el norte de Siria como a la ocupación de las regiones petroleras del país.
En el polvorín de Asia Occidental, las torpezas del próximo inquilino de la Casa Blanca pueden jugar también un papel aún más desestabilizador. Recordemos que su asesinato del líder de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, General Qassem Suleimani, casi provocó una escalada sustancial en el pasado reciente. Asimismo su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y sus presiones a varios países del mundo árabe para normalizar relaciones con el ente sionista. Con este prontuario, no es de esperar una especial sutileza a la hora de abordar los entresijos de la política regional, donde su país mantiene varias bases militares y miles de soldados.
En Asia las principales fuentes de conflicto son en el futuro inmediato las dos Coreas y la isla de Taiwán. En el caso de las dos Coreas hubo un ascenso significativo de las tensiones militares, motivado por provocaciones del hoy destituido presidente de Corea del Sur, quien además decretó la Ley Marcial, en un intento por evitar el impeachment. Aunque la situación ha desescalado, otros factores, como la cooperación militar rusa con Corea del Norte, la de Corea del Sur con países de la OTAN y posiblemente Ucrania y los soldados norcoreanos supuestamente enviados a Kursk, pueden llevar a posibles conflictos.
En el caso de Taiwán la saliente administración demócrata, con su injerencia en lo que China entiende como un asunto interno, deja la situación en un punto muy complejo. China ha realizado varias maniobras a gran escala cerca de las costas de la isla, dejando clara su disposición de defender por todos los medios a su alcance, que no son pocos, su soberanía.
En África se abre paso con fuerza creciente un sentimiento cada vez más crítico con las viejas metrópolis europeas y un acercamiento a actores geopolíticos alternativos, como Rusia y China, que han seguido ampliando su presencia y sus inversiones en la región, las cuáles van desde infraestructura y créditos hasta servicios de seguridad, entrenamiento y equipos para los ejércitos de estos países.
Particularmente interesante resulta seguir la evolución de los países de la Confederación del Sahel (Níger, Burkina-Faso y Malí), donde parecen estarse dando procesos anticoloniales y con un amplio potencial revolucionario, que esperamos no se frustren por la injerencia del imperialismo o por las inconsecuencias internas de dichos proyectos.
También sobre el continente puede y, seguramente, tendrá un impacto el ascenso del yihadismo en Siria y Asia Occidental, siendo que ya es uno de los grandes retos que enfrentan los estados del Norte de África y del África Subsahariana.
En resumen, en 2025 veremos una continuación del proceso de agudización de las contradicciones entre las principales potencias, con el actual hegemón atrincherándose detrás de posiciones ultraconservadoras, que ocultan el cisma que enfrenta el país y con riesgo de que estallen nuevos frentes de guerra y se agudicen algunos de los existentes.
Sin embargo, a pesar de todo lo dicho, resulta importante también apuntar que la Revolución cubana cumple 66 años de heroica resistencia contra el imperialismo norteamericano, la Venezuela Bolivariana se prepara para la asunción de un nuevo mandato de su presidente legítimamente electo, el Eje de la Resistencia en Oriente Medio sigue vivo y activo y la creciente concentración de riqueza del capitalismo, que este año al igual que los anteriores continuará su curso indetenible, hace que cada vez más personas despierten de la Matrix que los enajena y se enfrenten al absurdo del sistema.