Los amigos de Cuba, sus enemigos y adversarios, deben seguir sabiendo que Cuba no se rendirá ante el Imperio ni sus agresiones, que Cuba jamás flaqueará, porque donde los que han perdido la fe en este pueblo, nosotros, en permanente pelea hasta la victoria siempre, vemos en cada desafío un Primero de Enero.


Soy martiano, marxista, leninista y guevariano, ¿en dónde se sintetizan los valores y cualidades de esas personalidades?, en Fidel Castro. Por tanto, en resumen, soy fidelista. ¿Qué vientre parió a esos gigantes?, ¡la Revolución cubana!

Ese fenómeno histórico, cultural y social, cumplió este 2024, ciento cincuenta y seis años. El triunfo definitivo de sus luchas emancipadoras, cumplirá en unas 24 horas, 66 años.

Comencé con esa declaración de principios, porque en este breve mensaje de año nuevo, quiero refrendar mis ideas a partir de donde nacieron. Y me nacieron y brotan a borbotones de la Revolución socialista de Cuba, que se cristalizó y renueva desde Martí (síntesis y resumen del pensamiento patriótico, revolucionario, ilustrado y más avanzado de los siglos XVIII y XIX de América y Europa, en lo fundamental), de las ideas comunistas y científicas de Marx, Engels y Lenin, como “clásicos” del pensamiento más vigente y futurista para crear un mundo de iguales, sin injusticias, ni explotación humana, ni indiscriminada de la naturaleza, hacedora de la vida en la Tierra.

El Che, es el modelo de hombre que nos pidió Fidel asumir en la construcción y defensa de la nueva sociedad.

¿Qué tienen de común para significar en esta breve nota?, pues que jamás claudicaron, perdieron la fe en la victoria y confiaron absolutamente en el papel del pueblo para hacer realidad sus sueños de un mundo mejor posible.

De las muchas ideas y pasajes de vida y lucha de Martí, recuerdo no derrumbarse después del fracaso de “la Fernandina”. Decía que su misión era inspirar fe donde otros las tenían perdida. Aceptó como propia la sentencia de que la Revolución no es para flojos, sino una tarea de grandes y a veces para gigantes. Recomiendo en este tiempo de incertidumbres, desaliento, desánimo y derrota, de los que desean y se aferran a ver “luz al final del túnel”, cuando lo cierto es “regar luz propia al atravesar el túnel”, la lectura y análisis de sus discursos patrióticos en Steack Hall, en enero de 1880; los del 10 de octubre de 1888 hasta 1891 y los del 26 y 27 de noviembre de 1891. Terminen ese necesario análisis de alma y cuerpo político, con el poema XLV de sus “versos sencillos” y recordarán, que la “raza” de esos héroes nunca se muere.

Del marxismo-leninismo sostengo y defiendo tres banderas: 1) somos hijos de las circunstancias históricas y de la educación; pero no olvidemos, que las circunstancias y la educación las hacemos los seres humanos y su cambio, sólo puede ser posible a través de la práctica y lucha revolucionaria. Por tanto, estas circunstancias se pueden revertir, para perpetuidad de la Revolución, solo dentro de la Revolución y con un papel cada vez más militante de la vanguardia política y lo más revolucionario de su pueblo.

2) La Ley del desarrollo de la historia humana, descubierta por Marx y Engels, tiene, debe y puede ser materializada por este noble pueblo, si desea seguir venciendo los duros y desafiantes obstáculos que nos ponen los enemigos del pueblo cubano y de todos los pueblos del mundo: el imperialismo yanqui y todos sus aliados, y también nuestros propios errores y miserias humanas de no pocos “ciudadanos”: “algo tan sencillo, pero oculto por la maleza ideológica”, de que el “hombre antes de hacer ciencia, arte, política y religión, debe primero beber, comer, calzar, vestir y tener un techo donde vivir”, tiene que ser la tarea inmediata, como titulaba Lenin un programático artículo. La economía tiene que ser el sostén material de la obra más humana y justa jamás edificada, pero nunca apegada al patrón de despilfarro, consumismo irracional y desmedido, rehén del reflejo condicionado de que se es libre y pleno en la medida en que seamos poderosamente ricos, explotadores y orlados de lujos.

Nuestra economía debe asegurar justicia y equidad en la distribución de las riquezas que seamos capaces de crear, con trabajo duro y sacrificios, pero a la postre disfrutada con unidad y solidaridad. La Economía nunca puede, por nuestras insuficiencias o deficiencias vulnerar por atropello u opresión, de unos aprendices de capitalismo (ni de nadie), la dignidad humana conquistada a altos precios de la Patria.

El desarrollo económico tiene que ser halado por la conciencia política, la fortaleza ideológica, la invulnerabilidad moral y axiológica de los hijos e hijas de esta Revolución. La historia demuestra con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no sobreviven al error.

3) De lo que se trata no es de interpretar el mundo, ni quejarnos de su estado crítico o infernal, sino cambiarlo, por uno mejor posible, articulando las fuerzas revolucionarias y progresistas, dotando de conciencia de clase a los que no las tienen y volver hacia las ideas de la revolución social.

No confiemos en el imperialismo… “ni tantito así. ¡Nada!”, nos reitera el Che. El capitalismo solo conduce a la destrucción de la especie humana y sus condiciones naturales de vida. Ningún método de ese caduco y fallido sistema, marca hoy progreso alguno para la humanidad. La opulencia de sus vitrinas tiene raíces en la historia esquilmada de las riquezas de todos los pueblos del mundo, incluidos los propios países ricos. Detrás de esas vitrinas hay cientos de millones de hambrientos, habiendo comida para el doble de la población actual; cientos de millones de analfabetos, en la Era de la Inteligencia Artificial; decenas de millones de niños y niñas que mueren anualmente de enfermedades curables y prevenibles, cuando los emporios farmacéuticos del mundo capitalista se ceban de dinero y riquezas a costa de esas muertes y de otros millones de humanos sin acceso al más elemental servicio de salud.

Cuba con su Revolución socialista se erige como alternativa y esperanza de millones de humildes, vilipendiados, esquilmados y olvidados del mundo. Su noble y heroico sacrificio frente a las agresiones imperialistas, en el terreno económico, financiero, comercial y mediático, es un modesto servicio que le prestamos a la Humanidad, sin nunca haberlo pedido ni condicionar nada a cambio.

En esa batalla no estamos solos. Son 66 años y seguimos contando triunfos.

Los amigos de Cuba, sus enemigos y adversarios, deben seguir sabiendo que Cuba no se rendirá ante el Imperio ni sus agresiones, que Cuba jamás flaqueará, porque donde los que han perdido la fe en este pueblo, nosotros, en permanente pelea hasta la victoria siempre, vemos en cada desafío un Primero de Enero.

Por REDH-Cuba

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